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VALENCIA. Cuando estábamos a punto de creernos que comprar en ecológico era un acto de bien, igual que admirar el fútbol de tiqui-taca, tragarse a Paulo Coelho y hacer una inmersión a pulmón libre en la vida slow, entonces llega un hombre altavoz y a porrazos desbarata la primera de las condiciones. Él es José Miguel Mulet, un señor capaz, por ejemplo, de hacer una charla deconstruida en el último Madrid Fusión, exponiendo que existen alimentos retocados genéticamente desde el neolítico, a ver si nos enteramos. Hace dos años lo entrevistaba este periódico. En el tiempo transcurrido desde entonces ha endurecido sus azotes hacia los ecologistas, al punto de ser probablemente el español al que más tirria le tiene la comunidad verde. Todo un logro.

Es profesor de biotecnología en la UPV, dirige -respiren- el laboratorio de Crecimiento Celular del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, de gestión mixta entre CSIC y UPV. Encarna una raza de científico comunicador que en lugar de enclaustrarse, rocía de opiniones científicas la calle. "Simplemente me gusta hablar de ciencia, diciendo lo que pienso y de forma sencilla, como si estuviera contigo tomando un café. Sólo son mis opiniones. Desde el punto de vista científico, no he recibido ninguna crítica, más bien comentarios apuntando a que "ya era hora que alguien saliera y lo dijera". El suyo es el acto reflejo del que aparece armado hasta los dientes en plena madrugada para defender su fuerte, el de la ciencia, de los ataques enemigos. "La mayoría de información que llega de la biotecnología es muy falsa y sesgada por grupos de presión".

Si fuésemos como Dios manda, los ecologistas y él dirimirían sus diferencias en el late night, y de repente Mulet, ante el grito desgarrado de sus oponentes, sacaría un tomate transgénicos y se lo zamparía. "Si los ecologistas no quieren comer alimentos artificiales, la única posibilidad que les queda es comer sal, pero tampoco la refinada, así que, que chupen una piedra", apunta para ir entrenado en calor. "Todo lo que comemos es artificial, desde la antigüedad". "El trigo es un híbrido de tres especies; el fresón es un híbrido de dos especies: una del norte de Chile y otra de Virginia, y la hibridación se hizo en Francia en el siglo XVIII. Sin la mano del hombre no existiría". Recuerda que la zanahoria era negra, que el tomate era amarillo, y que ahora, amigos, "comemos de forma más sana que nunca".

Sus afirmaciones contra el "engaño" ecologista han hecho que le brote un florido cultivo de enemigos con los que lidia en la red: "a veces recibo alguna amenaza de muerte, pero no hago caso. Si recibo insultos directamente borro los comentarios o los bloqueo". "Mi discurso no es amable porque rompo los mitos de alguna gente que vive muy bien de ellos".

QUÉ SON LOS 'MAGUFOS'

Rueda por México, Colombia y España ("mi padre estaba preocupado por si me iban a despedir con tanta conferencia...") clamando contra los que -en la jerga- reciben el popular nombre de 'magufos': "es un término que nació a mediados de los noventa en una lista de correo a la que pertenecía. Viene de mago y ufólogo y sirve para definir a personas crédulas, que creen en los OVNIS, en los fantasmas y en las casas encantadas... Últimamente creen en conspiraciones, creen que las grandes industrias nos están envenenando (aunque si buscas los datos objetivos que justifiquen eso no los encuentras), y quieren comer sin química".

Los magufos, enuncia, también lucen en la política. "Altea y Alcoy se han declarado ciudades libres de transgénicos. Son declaraciones muy rimbombantes pero que no sirven de nada porque los ayuntamientos no tienen competencia sobre ello y porque en las farmacias los venden". Hay más. "Joan Herrera, de Iniciativa, hizo que en una comisaría de los Mossos siguieran los preceptos del feng shui. Aunque no parece que surtiera mucho efecto...". Y más. "Algunos partidos como Equo, IU o Compromís se están disputando el voto verde, pero es un nicho de votos mucho menor de lo que ellos creen".

Profesor Mulet, ¿comparte motivación alguna con los ecologistas? "¡Claro! El objetivo de conservar el planeta, que también yo lo deseo, con la diferencia de que yo me baso en datos científicos". "Conozco a dos ecologistas: los que se lo creen y los que cobran. Si vieras los sueldos que tienen las cúpulas de las organizaciones ecologistas, fliparías". Pongamos que habla de Greenpeace...

QUÉ ES LA 'AGROBORROKA'

Tras su primer libro 'Los productos naturales, ¡vaya timo!', el 16 de enero aparecerá en las librerías el segundo, 'Comer sin miedo', destinado a desmantelar mitos relacionados con la alimentación. Nos hace un adelanto: "existe el mito de que la sacarina es cancerígena, aunque se ha demostrado que no lo es. Fue un invento de un químico que fundó una empresa con 2500 euros junto a su esposa, y le puso el apellido de soltera de ella: Monsanto". Tras un carraspeo compartido, prosigue: "Se pensaba que la sacarina era tóxica porque se hacía a partir de productos sintéticos, de ahí que un político estadounidense presentara una enmienda para que la prohibieran, pero al presidente Roosevelt, diabético y muy goloso, la sacarina le iba muy bien y se opuso. Gracias a eso continúa existiendo".

Cuando Mulet intervino en el programa 'Salvados', en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas de la UPV prefirieron que no apareciera el nombre de la institución ni sus campos transgénicos. "Para evitar que los vieran y nos los rompieran". "No es un temor injustificado, existe una 'agroborroka'. En la universidad de Lleida se los han destrozado y se han tenido que ir a cultivar a Estados Unidos". "Nosotros trabajamos en hacer más comida, ellos en destruirla".

Querido ecologista, qué le vamos a hacer, así es José Miguel Mulet.