VALENCIA. A pesar del frío, Paco Roca (Valencia, 1969) no lleva chaqueta. "Cuando he salido esta mañana hacía hasta calor", dice como excusa. Tiene barba de varios días. Los ojos cansados. Está llegando a la meta de un viaje que inició hace seis años y que ha concluido ahora tras dos años a pleno rendimiento. Este jueves se presenta en Valencia Los surcos del azar, su nuevo trabajo tras el éxito de El invierno del dibujante, que ganó los premios a Mejor Guion y Mejor Obra de Autor Español en el Salón del Cómic de Barcelona 2011.
Roca, que obtuvo el Premio Nacional del Cómic en 2008 por Arrugas, estará acompañado por sus amigos MacDiego, Modesto Granados, Ramón Palomar e Ismael Quintanilla.
¿CÓMO SE LE OCURRE LA HISTORIA?
"Fue en torno a 2006. Estaba en el Instituto Cervantes de París cuando coincidí con Evelyn Mesquida que estaba presentando su libro sobre La Nueve con dos de los tres miembros que quedan vivos. Había oído la historia de los tanques con nombres españoles que habían liberado París de los nazis, pero poco más. Me pareció una historia alucinante la que contaban estos viejecitos.
Empecé a preguntarme cómo estos hombres habían estado en un momento tan glorioso de la historia. Para muchos historiadores la II Guerra Mundial comienza con la Guerra Civil. En el caso de los miembros de La Nueve hubo ese continuo, no hubo separación entre un conflicto y el otro, fue una lucha de diez años contra el fascismo. Consiguieron vencer al fascismo en Europa pero no en su país. Siendo vencedores fueron también perdedores porque se tuvieron que quedar en el exilio.
Ese detalle me gustó de la historia. Me pareció que era muy importante no sólo contar el pasado sino también viajar al presente, para explicar cómo hasta hace prácticamente nada fueron gente ignorada; se puede decir que los héroes de La Nueve han sido ignorados. De Amado Granell, que llegó a salir en los años setenta en prensa, en el diario Pueblo, jamás se dijo en aquel artículo que era republicano. Es una historia bastante desconocida".
¿CUÁNDO DECIDE ESCRIBIRLA?
"Fue con el primer apunte en una libreta; escribí: ‘Unos españoles liberan París después de haber huido de la Guerra Civil'. A partir de ahí empecé a leer muchos libros: el de Mesquida, el de Rafael Torres, de autores extranjeros, de norteamericanos, los diarios de Raymond Dronne, que fue capitán de La Nueve...
Encontré en este libro el personaje que necesitaba. Se trataba de Miguel Campos, un canario que era su español favorito. Había luchado contra Rommel, había estado en toda la campaña... La historia de Campos me era perfecta para contarlo todo. Además su desaparición hacia el final de la guerra era muy novelesca. Se esfumó durante una misión nocturna, no se econtró su cuerpo y se empezó a especular con que se había unido a los maquis que estaban en el Valle de Arán.
Me di cuenta de que a través de estos personajes, podía hablar también del exilio. El título lo tomé de un poema de Machado que dice: ‘¿Para que llamar caminos/ a los surcos del azar?'. Más de medio millón de españoles salieron del país tras la Guerra Civil y casi todos sus caminos llevaron al sufrimiento."
¿POR QUÉ ES USTED COPROTAGONISTA?
"Necesitaba hacer algo más que contar la historia. Hasta que empecé, partía de la idea de que sólo quedaban tres soldados de La Nueve vivos y uno de ellos nunca había concedido entrevistas. Curiosamente, ese tipo era el único de los tres que sí había entrado en París. Con él podía engancharme a través del personaje de un periodista, que soy yo.
Lo que era muy importante era llevar la historia hasta el presente. La historia no acaba con el final del fascismo en Europa, sino con todo el desengaño de estos republicanos que vieron como las potencias democráticas y la URSS les dieron la espalda y nunca pudieron volver a España. Me era muy importante explicar cómo, a consecuencia de todo lo que habían vivido, actuaban así.
En una novela puedes contar trucos, narrar en primer persona sin dejar claro si eres tú o no. En cómic, no. Tienes que dibujar al personaje y si hubiera dibujado a otro el relato habría perdido realismo. Tenía que ir hasta el final y aceptar que el narrador era yo.
Eso me permitía hablar de otro tema, de cómo los periodistas y los escritores que narran historias con testimonios de personas se aprovechan de los entrevistados; no tienen ningún problema en hurgar en la herida, hacer lo que haga falta por tener su historia... A veces me siento así. Cuando hice Arrugas fui a residencias y después desaparecí. Lo mismo con El invierno del dibujante. Hablé con los dibujantes, saqué la historia y a otro tema. El personaje de Los surcos del azar, hace así con el protagonista: Le ayuda a sacar sus fantasmas fuera, pero su motivación principal es conseguir la historia".
¿CUÁL FUE SU MÉTODO DE TRABAJO?
"Con La Nueve hice lo que no había hecho hasta ahora: No me la planteé como un guión sino como un relato, dándole aire y contando todas las cosas que necesitaba contar, las páginas que fueran necesarias. Cuándo terminé y vi el número de páginas del guión ya supe que a iba a ser muy largo. Una página de guión suele equivaler a tres o cuatro páginas de cómic. Sólo tuve que hacer cuentas.
Me fui marcando metas a corto plazo. La siguiente fue hacer el storyboard (la historia abocetada), que eso me costó tres meses. Una vez lo hube terminado, no me podía ni imaginar cuánto me quedaba por delante. Cada viñeta la tuve que documentar. En el storyboard si quieres dibujar un tanque lo haces cómo te da la gana, como un niño, pero en el cómic el tanque tiene que ser como era...
Normalmente lo que hago es que dibujo todo lo que quiero contar, vuelvo atrás y lo entinto, y vuelvo atrás y lo coloreo. En este caso como eran 300 páginas sabía que si hacía eso me iba a morir. Me lo planteé como un escritor. Fui página a página sin volver atrás pero eso me hizo más difícil las correcciones porque cada vez que cambiaba algo lo tenía que cambiar todo".
¿QUÉ PROBLEMAS SE ENCONTRÓ?
"Yo no tengo ni idea de armas, de heridas, de nada.. Empecé a verme documentales para adquirir información. Tuve dos asesores, uno histórico y otro militar, Juan Rey y Robert Coale, que me dieron algunas claves. Ambos me explicaron por ejemplo que la visión de las películas es irreal porque un soldado nunca tiene una perspectiva general de lo que está pasando. El soldado sólo puede ver lo que sucede a su alrededor. Eso me hizo adquirir un punto de vista muy humano, centrado en el personaje.
Al principio acudí a los libros generales, pero después ya fui documentándome ex profeso. La documentación gráfica la fui obteniendo de los documentales que veía, de especiales de prensa como un monográfico de Información sobre los últimos días de la República en el puerto de Alicante, de fotografías antiguas...
Con el tiempo encontré un foro en Internet cuyos miembros recrean incluso cuestiones del ejército. De armamento y de ropa militar lo saben todo. Me he tenido que hacer un experto en moda militar. Era muy fácil meter la pata. Con la ayuda de la gente del foro sobre La Nueve tenía el comodín del público. Si necesitaba saber algo se lo pedía y a las pocas horas tenía lo que necesitaba: la foto de la cantimplora de los soldados de La Nueve, un traje de un soldado...
Cuando le pasé al historiador el comic final pensé que tendría sólo unas pocas erratas. Me pasó un correo con siete u ocho páginas. Llegué a pensar: ‘Y si hago trampas y hago como si no lo hubiera visto'. Pero bueno, había elegido el camino de ser muy riguroso y fiel a la realidad, y eso hacía que hubiera cosas que no podía dejar pasar, que tenía que cambiar. He mantenido algunas leyendas, pero otras no las he podido sostener".
¿Y DESPUÉS, QUÉ?
"Ahora tengo una depresión post-parto. Dudo de lo que he hecho, de lo que podía haber sido. Según iba avanzando me iba alejando de ese ideal del que partía. He llegado a pensar que era demasiado grande para mí. Era una historia que tiene todo lo que un autor quiere contar: tiene venganza, amor, muerte, libertad... Me he vacíado y no puedo dejar de pensar que en muy pocas veces me encontraré con una historia como ésta.
Desde que empecé hasta que me puse pasó un tiempo. Después ha sido un año de dedicación plena y medio año esclavo de la mesa de dibujo, con días desde las seis y media de la mañana hasta la una de la madrugada, con además el añadido de que acababa de nacer mi hija. Ha sido agotador y no sé si he conseguido contar todo lo que quería. Soy consciente de que mi estilo, que es cinematográfico, requiere de muchas páginas para poder contar una historia como ésta.
Lo bueno que tiene es que es muy visual y se lee muy bien. Espero que cuando la gente la lea se quede con ganas de más".
Nombre: Los surcos del azar
Autor: Paco Roca
Editorial: Astiberri Ediciones
Colección: Colección Sillón Orejero
Cartoné 17 x 24 cm
Color. 328 páginas.
25 euros.
Enhorabuena por la entrevista, Carlos. Con tu permiso, me gustaría invitar a tus lectores a leer mi reseña de este 'novelón' gráfico: http://despuesdelhipopotamo.com/2014/01/01/los-surcos-del-azar/
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.