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HASTA EL 22 DE DICIEMBRE EN VALENCIA

Guía rápida para sobrevivir al gigantismo de Los Miserables

C.A.. 22/11/2013 El musical es un monstruo escénico diseñado para generar miles de espectadores y mantener vivo su mito

VALENCIA. Este viernes 22 de noviembre y hasta el 22 de diciembre el Palau de les Arts de Valencia alberga el musical Los miserables. Los aficionados cuentan las horas para el estreno. La producción está de gira por España a la búsqueda de los espectadores que no se desplazaron en su día a ver el montaje, ya fuera en Madrid, Barcelona, o cualquiera de las ciudades del mundo donde se ha representado.

El gigantismo de la producción, que aspira a vender 50.000 entradas en Valencia, invita a pensar a los más escépticos en una versión escénica de 'fast food'. Todo está diseñado para que sea un éxito antes de subir el telón. Promociones, invitaciones para periodistas con miles de seguidores en Twitter... no hay nada que se haya dejado al azar.

65 MILLONES DE PERSONAS NO PUEDEN ESTAR EQUIVOCADAS 

Desde su estreno hace 28 años, el musical Los Miserables ha sido visto por más de 65 millones de espectadores en todo el mundo, traducido a 22 idiomas y representado en más de 42 países y 300 ciudades. En la película Náufrago el personaje que interpretaba Tom Hanks solía recitar como un adagio una frase refiriéndose a Elvis Presley: "50 millones de personas no pueden estar equivocadas".

Cierto es que el éxito masivo no es una garantía de calidad, ahí está el Código Da Vinci para dar fe de ello, pero en el caso de Los Miserables sus tres décadas de pervivencia en el imaginario confirman que, como poco, parece que resiste el paso del tiempo. A ello ha contribuido la reciente versión cinematográfica que ha difundido aún más esta obra cuyas principales canciones, como 'Soñé un sueño', forman parte del acervo de varias generaciones.

LA VIGENCIA DEL CLÁSICO 

Es un lugar común. Los Miserables es una historia cuyos valores perduran en el tiempo, dice la productora. Sí, mérito de Víctor Hugo que para eso se pasó 16 años escribiéndola, se inspiró en Vidocq y volcó su proverbial rechazo a la pena de muerte. Él puso la carne en el asador. Y ojo, que hasta esa vigencia tiene matices. Estamos hablando de un musical. Como diría Billy Wilder, la gente no va cantando por la calle. Ni ahora ni en el XIX.

Lo que más importa es el valor del artificio y si la producción está a la altura. Lo primero parece claro. La materia prima es buena. Desde su creación el musical ha ganado más de 100 premios internacionales, entre ellos ocho Tonys, que los aficionados ya saben que es lo mismo que los Oscars pero de la escena musical, y dos Grammys. 

Los premios tampoco son garantía de nada, cierto, pero en este caso tuvo especial mérito porque, y eso es algo que no hay que olvidar, los Tonys son unos premios estadounidenses y Los Miserables es un musical creado en Francia. Su compositor y su letrista original, el dúo formado por Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil, son franceses. Cualquier aficionado a la música ha escuchado alguna de las canciones que componen la obra. Algunos fans del musical las han oído hasta en su idioma original. 

La cuestión es si la versión que se verá está la altura de este mito de la cultura de masas. La que llega a Valencia, insiste la productora, es la misma producción que pudo verse en Madrid sólo por una temporada limitada, y "que consiguió marcar un hito en la historia de los musicales de nuestro país", dicen. Quieren que quede bien claro que no es un refrito para provincias, sino una gran apuesta de una empresa que tira siempre por lo alto. Stage Entertainment, responsable de éxitos como El Rey LeónLa Bella y la Bestia, Cabaret o Mamma Mia!, quiere exprimir hasta la última gota. 

NO ES UNA OPERA PERO SÍ ES UNA OPERA POP

Para el aficionado a la ópera mas purista invitarle a un musical quizá pueda parecerle banal, pero si tiene un mínimo de curiosidad debería acercarse para ver y juzgar por su cuenta. Los Miserables no es un producto de marketing pergeñado en un laboratorio, sino una iniciativa personal de dos creadores amantes de la lírica y de la cultura de masas.

Todo comenzó en Londres allá por los años setenta, cuando Alain Boublil asistió a una función de Oliver!. Claude-Michel Schönberg relata: "Lo que vio en el escenario abrió su mente. Fue como si se hubieran materializado de repente todos los sueños que habíamos planeado juntos desde que nos conocimos en 1967, ese sueño de escribir una historia real que pudiera mezclar nuestro amor por la ópera y las canciones pop", dice.

En el dossier de prensa que facilita la productora Stage Entertainment destaca una cita de Victor Hugo, autor de la novela germen de todo. "Tiene razón al decir que Los Miserables fue escrito para un público universal. No sé si sería leída por todos, pero está desde luego dirigida a todos." Es una cita bien elegida. Al leerla resulta inevitable pensar que si uno decide ir al Palau de les Arts puede hacerlo con la conciencia tranquila: No traiciona al artista.

EL REDISEÑO DE MATT KINLEY  

Uno de los valores añadidos del montaje es el rediseño de Matt Kinley. Él ya había trabajado en varias producciones originales de Los Miserables para John Napier cuando el productor Cameron Mackintosh le pidió que comenzara a buscar ideas para una nueva versión. Su objetivo era explorar cómo transmitir sensación de tiempo o lugar.

"Sabía vagamente que Victor Hugo además de escritor fue pintor, pero no me había preparado para las imágenes que encontré a lo largo de la investigación que realicé para el espectáculo. Hugo evidentemente fue un visionario; los dibujos que hallé eran a la vez abstractos, fantásticos y libres, con una gran calidad técnica". 

Muchas de las proyecciones se han hecho utilizando una fusión de las pinturas y dibujos, en algunas ocasiones combinadas con fotografías francesas del siglo XIX, todo unido a telones pintados basados directamente en su trabajo abstracto y paisajístico. Recuerda Kinley que Hugo mantuvo sus pinturas y dibujos lejos de la exhibición pública por miedo a que estos le restaran lectores y que Delacroix le admiraba. Sólo por verlas en el montaje, ya vale la pena ir.

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