Analizamos los magazines matutinos, su gusto por los sucesos y la simpática trayectoria del médico de Mariló Montero, pero Ana Rosa Quintana supera a todos de nuevo con el 'coaching' a un parado de larga duración
VALENCIA. Mariló Montero, Susanna Griso, Ana Rosa Quintana, Jiménez Losantos, los crímenes estadounidenses de La Sexta y la Santa Misa en 13 TV. Estas son las alternativas de televisión que tiene uno por las mañanas. Son programas y magazines que se ven con el desayuno, fugazmente antes de salir de casa, o en condiciones poco deseables de abulia y desocupación rayanas, en algunos casos, en la antesala de la muerte.
De hecho, de eso van los principales contenidos de estos magazines. Tal vez por eso La Sexta lleve años compitiendo con ellos con sus reportajes de asesinatos de gringos. Lo único que diferencia a esa Kelly asesinada por su marido Nicky para cobrar el seguro de vida y fugarse con Winnifred, una prostituta de alto standing timadora profesional buscada en tres estados, es que en La Sexta tienen un tratamiento de quince minutos cada uno y en Telecinco y Antena 3 de quince meses. Como poco.
Así un día cualquiera de la semana pasada, el miércoles, Ana Rosa abrió su espacio matutino con el caso de Asunta. En un fragmento de una entrevista exclusiva que ofreció, una profesora extraescolar de la niña sonreía orgullosa de haber sido de las últimas en verla; ¡que la manden a Supervivientes, que por menos se es celebrity!
En ese momento, si zapeabas a la Griso el tema de conversación eran "unos restos de vómito de Asunta" que habían aparecido no sé dónde, decía muy serio Nacho Abad, el Neymar de los sucesos que ha sido fichado por Antena 3 tras hacer carrera en Telecinco junto a Ana Rosa. Y mientras tanto, Mariló Montero estaba hablando de los niveles de azúcar en la sangre. Era sangre también, pero no igual. Minipunto para la navarra.
LOS MALES DE LA DROGA
Luego en Ana Rosa pasaron a comentar el caso del individuo que falleció en Barcelona agrediendo a siete Mossos de escuadra dándoles cabezazos en las porras, las botas y en los puños hasta que se le paró el corazón por el odio y la rabia. El caso del empresario de Gayxamble, Juan Andrés Benítez. La noticia del día era que la cantidad de cocaína y alcohol que se había encontrado en su cuerpo era "insignificante", lo que desmontaba aparentemente la coartada de los policías catalanes. Nada que objetar, excepto en Ana Rosa, donde Javier Cabrera, fundamentalista de dilatada trayectoria contra la droga, dejó su perla. Aprovechó para deslizar que si te metes cocaína, el corazón se puede parar en cualquier momento. Esa podía ser la causa de la muerte, sugirió. Y parecía callarse que igual hasta la muerte le libró de la combustión espontánea que te puede ocurrir en cualquier momento si hay droga alrededor. Lástima que en YouTube no está el debate que mantuvo este ex médico militar, ahora colaborador de AR y Cuarto Milenio, con Antonio Escohotado cubata en mano el pobre.
El único que lograba que, para variar, soltases una sonrisa de complicidad fue Màxim Huerta, pero por un error sutil, se refirió a los policías como: "Los Mossos de cuadra, perdón, de escuadra..."
Entretanto, Mariló, que había marcado la diferencia con una conexión en directo desde Campora, la residencia de Isabel Pantoja, seguía con temas de salud. Con la Pantoja lo que ocurre es que su hija, Chabelita, se ha quedado embarazada con 18 años. Los tiras y aflojas con su madre merecían una unidad móvil ahí en la puerta del cortijo en mitad de la nada. La verdad es que hay que darle la enhorabuena a esta chica. 18 años es la edad más saludable para parir y nunca en la vida tendrá que preocuparse por la conciliación laboral y familiar por culpa del chamaco precisamente.
A estas alturas de la mañana, tocaba darle una oportunidad a Intereconomía. Jiménez Losantos estaba ejerciendo de hooligan. Pero no, no estaba insultando a políticos ni difamando a sindicalistas, estaba literalmente en el papel de ultra comentando las alineaciones del Real Madrid. Su opinión sobre las polémicas del equipo de Ancelotti es que hay que cargarse a Ramos y a Casillas ya de una vez, que ya está bien, "que el sevillano se cree Beckenbauer", y demás reflexiones de alcance.
De vuelta a Mariló, nos encontramos con que los temas de salud los está tratando Julio Zarco, ex presidente de Semergen (Sociedad española de médicos de Atención Primaria). Este verano el doctor del programa, Luis Gutiérrez, fue despedido tras quince años en antena. Lo hizo visiblemente afectado. Y su sustituto es este señor Zarco, acusado por medios especializados de Salud Pública de poner al servicio de las políticas del Partido Popular la asociación que presidía. Ahora ahí lo tenemos en el Ente público ¿casualidad? Seguro, porque en España se producen montones y montones de casualidades.
DESPUÉS DE LA PUBLICIDAD
Ahora Griso ofrecía novedades en la búsqueda del niño desaparecico Yeremy Vargas, algo se había investigado sobre unos pederastas. Pero Nacho Abad dijo "lo desvelaremos en unos minutos, después de la publicidad" y para nosotros, ya suficientemente ensangrentados, mejor cambiar de canal.
En TVE1 estaban en una convención de empleo para discapacitados. Momento en el que volvemos a Telecinco y hallamos unos de esos minutos difíciles de olvidar. Ana Rosa había invitado a un parado de larga duración. Tenía 34 años y el pelo lleno de canas. No en vano, además de desempleado, era viudo desde los 25 años. Su historia humana era devastadora.
Pero le habían encontrado una coach, que se llamaba Nuria. Esta mujer le recibía en una especie de escuela para sacar adelante a parados con baja autoestima o algo así. El caso es que le dio unas clases, con las ondas recién hechas esa mañana en la pelu por supuesto, para que le cogieran en los curros. Las lecciones eran sobre detalles tan importantes como chocar esos cinco al llegar: "¡la mano no se da blanda!", le corregía.
También le enseñaba a sostener la mirada y a sonreír para mostrar tranquilidad. Vamos, que el parado lo mismo podía afrontar una entrevista de trabajo que una comparecencia parlamentaria bajo amenazantes sandalias genocidas.
Y lo grave es que la cosa no quedó ahí, digamos, elegantemente. Grababan también cómo, tras aprender la lección con Laura para ser un triunfador, iba a una entrevista de unos supermercados. Aquí se vio el cartón piedra. La jefa de recursos humanos de ese negocio comentaba qué perfil buscaban en lo que era una clara operación publicitaria, con todos los logos detrás, que clamaba al cielo. De vuelta al plató, en directo con el parado ahí sentado, llamaban por teléfono los del supermercado y decían que le querían dar una sorpresa ¡que le habían cogido a él! Nuestro hombre se ponía a llorar. Ana Rosa se quedaba feliz por haber dado una alegría en estos tiempos que corren y despedía el programa. Emociones fuertes en el duodeno.
Al final, mientras Mariló se ponía a cocinar, Griso pasaba a los informativos, nos quedábamos en La2. Ahí estaba el mejor magazine que hay en España, Para todos. Al principio de la mañana habían hablado sobre la amistad, sobre las malas influencias. Y ahora, justo antes de acabar, debatían sobre la mediocridad. Un experto decía: "es imposible sobrevivir en la mediocridad, rodeado, si no lo eres, podrás estar un tiempo, aguantar, pero siempre acabarás saltando por una cosa u otra".
Recientemente me he tragado en varias salas de espera el estupendo "Despierta América", un magazine matutino hecho por una tele estadounidense para el público latino de esa nación. Hay que decir que el nivel de porquería es mucho más bajo, punto para los EEUU, pero el nivel mental de los presentadores se asemeja tanto al de un niño de 3 años que por momentos es difícil distinguir. No fue hecha para ser encendida fuera de prime time la TV, no.
Hace muchos años cuando la reina imbatible de las mañanas era Mª Teresa Campos, todos la acusaban de frívola, macabra, amarillista y no sé cuántas cosas más. Como dice el refrán, otro vendrá que bueno te hará.
Debería ser obligatorio que todos estos programas se emitiesen con un rótulo continuamente sobreimpreso: "Abandone toda esperanza aquel que entre aquí".
Vaya cata, tú.
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