VALENCIA. Apenas habían transcurrido dos horas y diez minutos del fin del periodo de suscripción de la nueva hornada de 'Bonos Pocoyó' cuando la CNMV publicaba un hecho relevante en su web. A priori se esperaba que fuera el resultado de la misma, que ya se antojaba desastroso, pero llegó lo que para muchos era algo previsible: Zinkia, la creadora del popular dibujo infantil, renunciaba a la emisión ante la escasa respuesta... si es que la ha habido.
Tres minutos más tarde otro hecho relevante, que también venía firmado por el presidente y fundador de la sociedad José María Castillejo, iba más allá al anunciar lo que era un secreto a voces en el mercado: la cotizada del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) se acogía a la Ley Concursal. O lo que es lo mismo: entraba en preconcurso de acreedores.
EN BUSCA DE REFINANCIACIÓN
El artículo 5 bis de la Ley de Concursal, por el que se acoge la empresa al preconcurso, permite así a Zinkia contar con un plazo de tres meses, ampliable a cuatro, para renegociar su deuda antes de tener que declararse insolvente. La empresa no tardó en señalar que su intención es "continuar sus negociaciones con los acreedores para procurar la refinanciación de la deuda" de la compañía, que rondaría los 10 millones de euros.
Sin embargo, el mercado tiene claro que su destino es el mismo que el de otras cotizadas de dicho mercado específico para pymes en expansión como Diario Negocio y Grupo Nostrum, que están en fase de liquidación; por no hablar de otras empresas que hasta hace bien poco negociaban títulos en el Mercado Continuo como Dogi, Indo, Reyal Urbis, Fergo Aisa, La Seda...
Hace tres semanas Zinkia intentó aferrarse a su penúltima tabla de salvación al lanzar una emisión de bonos a tres años con un cupón anual del 11%, ocho veces más de lo que paga actualmente el Tesoro Público por sus Letras a doce meses. Casi nada. Un interés que no tardó mucho en despertar las dudas del organismo supervisor presidido por Elvira Rodríguez.
Hasta el punto que por primera vez hizo una consideración sobre la venta de títulos de un emisor no solo cuestionando dicha remuneración sino avisando que la empresa no contaba a corto plazo con liquidez para pagar sus deudas. Una advertencia que iba incluida en el tríptico de la emisión donde la CNMV recordaba que la cifra de negocios del primer semestre del año se había reducido un 48% hasta obtener un resultado consolidado negativo de un millón de euros.
CRUCE DE DECLARACIONES
No tardó mucho el fundador y presidente de Zinkia en salir a escena para declarar que la compañía "no era ni Nueva Rumasa ni Pescanova", ya que había sido "totalmente transparente" con su segunda emisión de bonos asegurando que la compañía es "seria" y "no quiere coger el dinero y salir corriendo".
"El regulador tiene mucho miedo por las circunstancias del mercado: Nueva Rumasa jamás pasó por la CNMV, jamás dió la información, y Pescanova engañó a todo el mercado con un montón de empresas filiales", señalaba Castillejo; mientras recordaba haber pagado "religiosamente" a los bonistas año tras año el 9,75% de rentabilidad anual que ofreció en su primera emisión.
ALTA TENSIÓN
Asimismo, y pese a reconocer "tensiones" de tesorería, subrayó también el alto potencial de crecimiento del negocio de Zinkia y de la marca, con una previsión de ventas de 21,45 millones de euros para este año y de 45,05 millones de euros para 2015.
Pero en el ambiente flotaba el viejo dicho bursátil de que 'nadie da duros a cuatro pesetas' recordando otras inversiones de alta rentabilidad... y mayor riesgo.
La empresa inició entonces una potente campaña de publicidad para tratar de buscar inversores, mientras su presidente salía en buena parte de los medios de comunicación.
DEMASIADO RIESGO
Pero ni por esas logró convencer a los potenciales inversores y buena prueba de ello es que ha terminado claudicando y llevando a la compañía al preconcurso para intentar renegociar la deuda en los próximos cuatro meses. Aunque no ha dejado atrapados a más inversores, dado que la fecha de desembolso de esta nueva emisión de 'Bonos Pocoyó' estaba fijada el próximo 5 de noviembre.
Ni Auriga, el grupo financiero puesto en marcha por el conocido empresario castellonense Enrique Martinavarro -heredero del grupo hortofrutícola que lleva su apellido-, ni Gestión de Patrimonios Mobiliarios (GPM), los dos colocadores de la operación, han logrado convencer a los inversores.
"¿Quién iba a arriesgar su dinero tras las duras advertencias de la CNMV y después de ver como siguen saliendo nuevos casos de clientes cautivos en preferentes y subordinadas?", se preguntan desde una gestora de fondos de inversión. "Y más viendo su desplome en el MAB donde ha pasado de coquetear con el euro a rozar sus mínimos históricos. Era de esperar lo sucedido", zanjan.
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