VALENCIA. Con las bicis está pasando que más que transportar personas parecería que llevan una Ítaca en el canasto. Algunos opositores a alcalde antes de enseñar su programa te sacan la bici. El alcalde de París y el de Múnich toman sus decisiones desde el pedal. Hay diputados que llegan al Congreso en bici, como presentando una enmienda a la totalidad. La bici, amigos, nos hará libres, deben querer anunciarnos. Se pronostica que la bici, si se le deja colonizar, cambiará el modelo de ciudad con urbes más sostenibles donde el movimiento será tarea más sencilla.
Para otros las bicis son peor que las avispas asiáticas azuzadas por un lobby de aviesas intenciones. Aunque ahí fuera las bicis ya van ganando. Por primera vez en España se ha dado el sorpasso. Se venden más bicis que coches (748.000 frente a 700.000), todavía lejos de los totales europeos, donde se vendieron en 2011 unos 20 millones de bicicletas frente 13 millones de coches, según Coliped. Faltaría por ver si el cambio español se da por voluntad o sólo por necesidad. "Bien a dos ruedas, pero imposible a cuatro en una España sin un duro", titulaba The Guardian hace unas semanas.
El cambio cultural (o lo que sea) se está oficiando en Valencia con cierta calma mediterránea pero cada vez con menos pausa. Por aquello de las condiciones naturales -'una, grande y plana'- la ciudad parece predestinada a mutar en vergel ciclista si es que algún día se termina de cortar la maleza. "Ha hecho algunos esfuerzos en los últimos años", reconocen las valencianas de Girls On Wheels. "Seguirá los pasos de Vitoria o Sevilla, quizá falta un poco de concienciación e infraestructuras, pero es cuestión de tiempo; el rumbo está ya tomado", pronostican desde la compañía Standbikeme.
Standbikeme, transformando el producto
Y hay más. Con esa cadencia que lleva la ciudad a lomos del sillín, que implica el aumento de consumo ciclista y un atisbo de fervor por las dos ruedas, se nos han puesto a nacer nuevos negocios creativos que tienen a la bici como protagonista. Van más allá de cambiar tuercas, tienen que ver con resaltar el valor estético, identitario, de las bicis. Porque como un buen 'peluco', la bicicleta, qué remedio, también habla de quien la lleva.
A la empresa valenciana Standbikeme les llamó J&B para constituir bicicletas. "Cuando lanzaron su nueva colección de botellas de colores, la empresa de publicidad que lleva su cuenta contactó con nosotros para crear las bicis de J&B Colors". "Las grandes marcas quieren una bici en su foto", responde Antonio Orero, que es quien porta el maillot oro de un proyecto, puro paradigma de adaptación a los tiempos, creado en el garaje. "Parecíamos locos haciendo nuestras propias bicis, pero después de las nuestras vinieron las de nuestros amigos y cuando quisimos darnos cuenta ya teníamos encargos de desconocidos", afirma.
Son un arquitecto, un diseñador, una fotógrafa y un restaurador unidos para personalizar bicis olvidadas y rescatarlas a conveniencia. "La diseñamos según las necesidades y los gustos de cada persona". "Al cliente le pedimos que nos mande algo así como un tablero de Pinterest que le defina, con fotos de viajes, objetos personales, libros y lugares que para él son referencia. Con todo eso hacemos la bici a su medida". Ya puestos, desarrollan productos para el ciclista urbano, como 'Cintes', un encintado natural para el manillar, lanzado inicialmente a través de Fromlab. "En breve, cestas, parrillas portabultos, straps...".
Hicieron la mudanza del garaje a la oficina convencidos -lo repiten muchas veces- de que "la moda pasará, pero las bicis se quedarán". "Hay un cambio de dirección". Palabra de cuatro tipos que abren negocio sin freno.
La Recicleta y Girls On Wheels, bocinazos ciclistas
En una casa de labranza de 1930 en La Torre, al sur de Valencia, tiene su 'central' Bruno López. "Con 8 años me regalaron una bicicleta de carreras marca Peugeot, con la que recorría mi barrio en Lyon. Con 13 años por mi cumpleaños mi madre me regaló una bici Rabassa Derbi Panther, la envidia de Campanar. Cuando me divorcié me compré una Giant Freerider RS2". Y ahora, con 'La Recicleta', y tras aparcar su agencia de publicidad, restaura bicis clásicas que estaban olvidadas. "Convertimos bicicletas inservibles en obras de arte en movimiento". "Los clientes buscan bicis que se asemejen a su rollo". Pues eso.
Quizá el advenimiento más singular es el de Ana V. Francés, Ángela Sabio y Grace García, que, ¡toma valentía! han creado en Valencia una revista en papel (Girls On Wheels) con distribución en Sao Paolo, México DF, Bogotá, Milán, Madrid y Barcelona, y un contenido tajante: bicis y mujeres. O al revés. "Somos tres diseñadoras que nos hemos pelado el culo trabajando en agencias y estudios.
El verano pasado, tras quedarnos en el paro, surgió una vez más la vieja idea de hacer una revista". "Vimos una tendencia clara a usar más la bici en el ámbito urbano, con una gran riqueza de diseño a su alrededor". "Ahí lo teníamos... chicas sobre ruedas. Estamos hartas del rol de chica consumidora pasiva de tendencias. Retratamos a chicas de acción".
Una correría editorial en la que captan "la cultura urbana de rueda y el mundo creativo que se mueve a su alrededor". "Los contenidos son en español e inglés. Teníamos claro que nos interesaba una distribución muy selectiva a nivel internacional".
Standbikeme, La Recicleta y Girls on Wheels son asomos de una sociedad civil ciclista que entra a bocinazos en la ciudad. "Creemos que es algo imparable", anuncian las 'Girls'. Ya están aquí.
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