VALENCIA. Lo bueno de la ópera es que puede pasar de todo. Como espectáculo total que es, la confluencia de músicos y cantantes, escenografía e iluminación, empresarios, aficionados y fanáticos permite que el riesgo sea siempre un convidado a cada función.
Así se explica el episodio vivido este sábado en la representación de La Traviata de Verdi en el Palau de les Arts, bajo la batuta de Zubin Mehta. La que iba a ser una inauguración de temporada discreta a causa de la extremadamente delicada situación económica del coliseo valenciano va a pasar a la historia por haber registrado la primera gran indisposición de un intérprete sobre el escenario local.
Esto es lo que le ha pasado a tenor Ivan Magrì, que interpretaba el papel de enamorado Alfredo cuando sufrió una indisposición a mitad del segundo acto por unos fuertes dolores cervicales y tuvo que dejar la escena. Tras unos minutos de confusión, para sorpresa de los nuevos aficionados y curiosidad de los melómanos, la representación se ha podido retomar con la sustitución del interprete por partida doble.
DOBLE SUSTITUCIÓN
Por un lado, en el escenario ha ocupado su lugar el asistente a la dirección escénica Christian David Krumm y, desde la cortina, con la partitura sobre un atril, le ha puesto la voz el tenor Nikolai Shukoff, que ha representado en repetidas ocasiones el papel, aunque ahora ensaya Die Walküre de Wagner, programada para noviembre en el Palau de les Arts. De este modo se ha podido evitar la suspensión, que no habría significado la devolución de las entradas al haberse iniciado ya la obra.
Este tipo de imprevistos no son habituales en la ópera, pero tampoco son extraños. Una de las sustituciones más célebres, y que ha alcanzado condición de leyenda, fue la que se produjo el 15 de abril de 1965, cuando la soprano Marilyn Horne no pudo cantar su papel protagonista en la versión para concierto de Lucrecia Borgia de Gaetano Donizetti que tenía programada el Carnegie Hall de Nueva York.
Demostrando que no hay mal que por bien no venga, una joven cantante catalana salió al escenario para sustituirla, causando una auténtica sensación. Se trataba de Monserrat Caballé que, además de la aclamación del público, logró en un diario neoyorquino la mejor crítica de su vida, resumida en una ecuación: "Callas + Tebaldi = Caballé".
CANTAR HASTA SALIR EN AMBULANCIA
Curioso es también el episodio protagonizado por la mezzosoprano Joyce DiDonato que se hizo un esguince cantando una Rosina del Il Barbiere di Siviglia de Rossini en la Royal Opera House del Covent Garden con Antonio Pappano como director en julio de 2009.
Lejos de ceder su puesto a otra, la DiDonato siguió cantando y actuando durante más de hora y medio antes de salir en ambulancia del teatro y afrontar el resto de representaciones programadas desde una silla de ruedas, lo que le dio una inesperada fuerza narrativa a su papel.
En el Palau de les Arts, el caso más parecido se produjo la pasada temporada, pero no en la sala grande, sino en el contiguo Teatro Martín i Soler, donde Marina Pinchuk, que interpretaba el papel de Dorabella en el Così fan tutte de Mozart ejecutado por los alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, bajo la batuta de Marco Guidarini.
En esta ocasión, Pinchuk perdió la voz, pero siguió en escena, mientras otra mezzosoprano la doblaba desde la cortina. Con un poco más de antelación se pudo sustituir al barítono Sebastian Catana en su papel de Conde de Luna para la primera representación de Il Trovatore de Verdi en el Festival del Mediterrani de 2012, también con Zubin Mehta en el podio.
CAMBIAR PARA MEJOR
En esta ocasión, los asistentes al Palau de les Arts conocieron el cambio minutos antes del inicio de la representación por medio de la megafonía de la sala. Aquella vez, el cambio dio un resultado excelente, ya que el barítono Juan Jesús Rodríguez, sorprendió a los asistentes bordando el papel tanto por sus cualidades vocales como dramáticas. Fue lo mejor de aquel cuestionado montaje.
Por no remontarse más en el tiempo, también en Valencia se puede añadir el caso de la indisposición en enero de 2011 de la soprano Irina Mataeva en el complicado papel de Tatiana del Yevgueni Oneguin de Chaikovski, bajo la dirección musical de Omer Meir Wellber. En este caso, una magnífica Kristine Opolais ejecutó el papel con un oficio que en nada desmereció al de la titular.
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