VALENCIA. La ciudad está de enhorabuena en su actividad cultural. El contenedor multidisciplinar del ocio y la actividad cultural Espai Rambleta ha cerrado un año de colaboración con Cervezas Ambar, cuyo acuerdo ya avanzó el pasado mes de septiembre en exclusiva ValenciaPlaza.com.
La empresa zaragozana ha encontrado de esta forma su espacio en esta ciudad, aprovechando precisamente la variedad de oferta que ofrece el Espai Rambleta y ya es patrocinador del Deleste Festival, la Terrasa Pop y próximos eventos como los Días Nórdicos. Sin embargo, es en las artes escénicas donde Ambar ha encontrado una apuesta con un interesante equilibrio entre el éxito y el riesgo para la ciudad: La Resistencia, dirigida por el valenciano Sigfrid Monleón.
Las memorias eróticas de Toni Bentley, una artista dedicada principalmente a la danza, fueron publicadas por la exquisita colección La sonrisa vertical de Tusquets Editores. Este texto, adaptado como monólogo muestra la frágil conexión entre el límite personal y el trascendental papel del sexo como estación de placer, poder, humor, dolor e ironía.
Adaptada por su propia intérprete, la actriz suiza Isabelle Stoffel, Sigfrid Monelón ha encontrado en esta pieza teatral una de las grandes alegrías de sus últimos tiempos como director (en su primera ocasión como director de teatro). Desde Buenos Aires, donde se representa durante estos días con notable aceptación -como en la totalidad de ciudades en las que se ha presentado-, responde a esta entrevista:
-Por fin llega La Rendición a Valencia. Después del éxito continuado en Madrid, de acaparar atenciones en el prestigioso Festival de Edimburgo y representarla durante los últimos meses en Buenos Aires, ¿ya tenía ganas de presentarla en casa?
-Fue la primera plaza a la que me dirigí: es mi ciudad de siempre, he rodado casi todas mis películas allí y quería estar con mi primera dirección teatral. La Rambleta, además, me parece el mejor espacio para la obra. Su programación es un chorro de aire fresco en la ciudad.
-Con o sin prejuicios, ¿espera que Valencia reciba la obra con entusiasmo?
-No es una obra más, creo. Está llamando la atención, también fuera de nuestras fronteras. Valencia es muy receptiva, así que confío mucho en la recepción de la obra. Además, a Isabele Stoffel le encanta la ciudad y seguro que el enamoramiento con el público valenciano es mutuo.
-¿Cree que el impacto será distinto en esta ciudad con respecto a otras?
-Creo que Valencia es una ciudad muy liberal en las costumbres y sintonizará bien con la obra. Como no es una ciudad pacata, la anécdota del argumento, "una bailarina atea que encuentra a Dios en la sodomía", no asustará a nadie. También es una ciudad muy espiritual, así que conectará bien con la reflexión de la obra, pues trata de los poderes trascendentales del sexo. Y sobre todo confío en el humor de los valencianos, porque la obra está trufada de humor e ironía.
-El alcance de la obra crece y crece alcanzando entidad internacional. ¿Supera sus expectativas o el proyecto ha empezado a limitarse?
-La obra ha superado todas nuestras expectativas y va creciendo con el tiempo. Empezamos en una pequeña sala de la escena off madrileña (Microteatro Por Dinero) y al año saltamos al Teatro María Guerrero de la mano del Centro Dramático Nacional; luego vino el festival Fringe de Edimburgo, ahora estamos en Buenos Aires, de vuelta a España pasamos por Logroño, Avilés, hacemos temporada en Barcelona y, una semana después de Valencia, estrenamos en el Off Broadway, al Theater Row de la 42nd Street de Nueva York. Un sueño.
-Aunque parezca frívolo, manteniendo la distancia literaria, ¿cree que el boom de 'Cincuenta sombras de Grey' puede ayudarles a atraer al público hasta el Espai Rambleta?
-La rendición es una adaptación teatral de las memorias eróticas de Toni Bentley, que en España publicó Tusquets Editores. Bentley era conocida sobre todo por sus ensayos sobre danza y por sus colaboraciones en los mejores periódicos y suplementos literarios de Estados Unidos, como el New York Times Review of Books, hasta que se descolgó con este libro insólito. Su libro es extraordinario, se ha publicado en más de 18 países. Entronca con la literatura de Anaïs Nin, Henry Miller... no tiene nada que ver con las sombras de Grey, pero si el público, atraído por este éxito editorial, quiere acercarse a ver nuestra obra, no saldrá defraudado.
-Y fue la propia Isabelle Stoffel adaptó el texto original...
-Isabelle quedó hechizada con el libro, vio que ahí había un monólogo teatral y se puso en contacto con la autora, que nos cedió los derechos para esta aventura. Isabelle Stoffel y Toni Bentley tienen mucho en común: son carismáticas, muy sinceras... se han fundido en la obra, y ahí algo he tenido yo que ver, como director de escena.
-Dada esta conexión entre las autores y el texto, ¿cómo ha sido su trabajo como director en la obra, que además es su estreno en el teatro?
-El teatro es una liberación. Es el reino de la imaginación, mucho más que el cine, cuyas imágenes siempre son demasiado concretas, más concretas que en el teatro, donde todo se puede transformar con la complicidad del espectador para convertirse en otra cosa. He querido hacer teatro, porque amo el teatro, sin ninguna cruce cinematográfico. Un texto, una actriz y el público, nada más y nada menos. Era un deseo largamente acariciado que por fin he cumplido gracias a Isabelle y Toni.
-Hay una parte de revelación y otra de placer relatado en la obra. ¿Es una obra que invita -en estos tiempos- a la evasión o cree que invita a la relfexión?
-Es una obra que reflexiona sobre el sexo y su poder desde el humor y la ironía. El sexo, como la muerte, es un tema muy serio del que no se puede hablar sin humor, si no nos aplastaría.
-¿Habéis tenido problemas con algún espectador? ¿Y confesiones de alguna espectadora?
-Alguno se ha salido, eso es verdad, pero se pueden contar con los dedos de la mano. No es una obra que busque la provocación, al contrario, pero que se ofenda quien quiera...
-¿Cómo ha ido evolucionando la relación con la obra y el grupo de trabajo desde que iniciaron el proyecto?
La obra está viva, porque el teatro es un arte vivo. Cada teatro, cada ciudad a la que vamos es una experiencia nueva que nos hace crecer. Cambiamos un poco la estructura, detalles aquí y allá en función de la respuesta que vamos encontrando en el público. Y ya hemos visto muchos públicos, porque no es lo mismo hacer la obra en inglés en Edimburgo que en castellano en Madrid o con toques porteño en Buenos Aires... Isabelle, que es suiza, tiene don de lenguas, además de comerse el escenario allá donde va.
-El papel de Isabelle es intenso, profundo, y a veces da la sensación de desfondarse -en el buen sentido- con su interpretación.
-Su personaje ha de trasmitir sinceridad, porque se trata de un testimonio íntimo, pero también humor, sensibilidad e inteligencia. Es un "tour de force" para una actriz, pero ella se siente en La rendición como pez en el agua. Es su obra.
-Como director, ¿cómo lo gestiona? ¿Qué le aporta?
-A mí me gusta decir que como director de cine me escondo detrás de una cámara y como director de teatro, detrás de una actriz. ¿Qué aporto? Espero que claridad en las zonas oscuras, y oscuridad en las que nos parecen claras.
-El monólogo tiene ese peso de formato atemporal, pero ¿habéis ido intensificando el plan de luz, el vestuario o el maquillaje para potenciar el texto?
-La luz de Pilar Velasco, el espacio escénico de Alain Bainée y Alicia Blas y el vestuario de Cristina Rodríguez son fundamentales en la obra para transmitir esa mezcla de fisicidad y misticismo que posee la obra. Son también como la piel y la entraña del personaje.
-¿Qué espera de la representación en Valencia? ¿Qué sensaciones tiene al traer su primer paso como director de teatro, y a la vez su gran éxito, ‘a casa'?
-Quiero que la gente vaya a verla y disfrute con ella. Quiero sentirme en casa.
-Se representa los días 27 y 28 de diciembre. ¿Será prorrogable?
-Eso espero.
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