VALENCIA. "Pues solo es un muy gran pianista". Me lo decía un ilustre músico amigo, y tiene razón: un muy gran pianista. El "solo" se refiere a que Lang Lang, que del extraordinario solista chino se trata, viene envuelto en los últimos tiempos en una gran campaña publicitaria de lanzamiento que lo ha convertido en una especie de figura como los grandes iconos del pop. Se trata de un fenómeno cada vez más frecuente en el ámbito de la mal llamada música clásica y que parece haber dado excelentes frutos, como en el caso de la mezzo italiana Cecilia Bartoli, que comenté hace meses.
Efectivamente la Bartoli "solo" es una muy gran cantante de ópera y oratorio y hay otras al menos tan interesantes como ella que no gozan de su lanzamiento comercial (Joyce Di Donato, Anna Netrebko, etc.). O, por decirlo de otra manera, que no tienen la inventiva de marketing de que hace gala la cantante italiana o su equipo.
De ese mismo modo, Lang Lang no es más que un muy gran pianista. Excelente, extraordinario, es cierto. Pero hay otros en este momento tan buenos como él. Como Helène Grimaud, Rafał Blechacz, Alice Sara Ott o Yuja Wang, por ejemplo.
CONDICIONES SINGULARES
Ocurre, sin embargo, que Lang Lang reúne unas condiciones singulares que lo hacen objeto adecuado del lanzamiento especial que experimenta en estos momentos. Lang Lang une a una protentosa técnica y una depurada expresión musical una permanente sonrisa y una simpatía arrolladora que transmite desde el escenario. Algo parecido ocurre con Cecilia Bartoli, que suma el dominio de la coloratura a la arrolladora simpatía y la facilidad para la sonrisa.
Lang Lang, "solo" un muy gran pianista, hará el domingo 6 de octubre en el Palau de la Música un programa pianístico y sin concesiones: tres sonatas de Mozart en la primera parte y las cuatro Baladas de Chopin en la segunda. La finura del clasicismo de Mozart, con la dificultad de expresar esa delicada promesa de paraísos terrenales envuelta en aparente facilidad técnica que contienen esas partituras. Y después la complejidad, el virtuosismo y la pasión romántica de esas insuperables cuatro obras maestras del gran genio polaco del teclado y la composición. Las concesiones ya vendrán, en todo caso, en las propinas.
Un programa sólido y de altura para un enorme pianista. Si el envoltorio publicitario que lo acompaña sirve para que la sala se llene a reventar, pues hace tiempo que todas las entradas están vendidas, mejor para todos: para la música y, sobre todo, para Lang Lang. "Solo" un gran pianista a quien deseo poder seguir escuchando muchos años.
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