X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA
CRÍTICA DE LIBROS

Lo que la vida le ha enseñado a la Duquesa de Alba ya lo difunde La Marca España

ÁLVARO GONZÁLEZ. 21/08/2013 Con sus memorias recién sacadas y su boda amortizada en las revistas del corazón, la Duquesa S.A. vuelve a hacer caja con un libro de vagas reflexiones y recuerdos

MADRID. Cuando la Duquesa de Alba apareció en la portada del ABC apoyando la barbilla sobre dos dedos como Jacques Lacan diciendo que la independencia de Cataluña le parecía muy poco patriota, muchos pensaron que aquello no era real, que el diario monárquico estaba de cachondeo. En otro momento quizá hubiera pasado inadvertido como un acto de patrioterismo periodístico más, pero en las retinas de todos los españoles y buena parte del extranjero estaban grabadas las imágenes de la boda de Cayetana de Alba con Alfonso Diéz -sí, con la tilde en la e-. Aquel bodorrio podía ser interpretado como algo hermoso, un canto a la vida, o como el guión de una película de terror de serie B, según se mire, partiendo de la base de que el consorte era, de vocación, anticuario.

Fuera una opción u otra, el caso es que la boda, toda la polémica que arrastró con los hijos -por si Usted viene del planeta Vulcano, sepa que obligaron a Alfonso Diez a renunciar a la herencia para casarse con su madre- la luna de miel y demás, subieron audiencias, aumentaron tiradas y sirvieron para que la Duquesa, entre otras cosas, aprovechase para sacar unas memorias. En ellas contaba recuerdos infantiles y anécdotas con grandes personajes del siglo XX, como Winston Churchill, ese conocido autor de aforismos que hay quien sospecha que podría haberse dedicado también a la política, incluso en puestos de responsabilidad. 

Con estas memorias, un buen ladrillo, con una portada colorida bien situada en los estantes del VIPS y otras ágoras culturales de nuestro tiempo, parecía que el círculo ya estaba cerrado. Una operación, la boda, muy bien amortizada y sin víctimas -Eugenia, la hija, fue hospitalizada antes del enlace y la propia Duquesa durante la luna de miel-, pero no. Hay más. Ahora Cayetana vuelve a mirarnos fijamente como el Gran hermano desde elevados mosaicos formados con ejemplares de su nueva obra, ‘Lo que la vida me ha enseñado'. Una especie de reflexión-ensayito para ponerle un marco.

El invento estar, no está muy bien. Carece del más mínimo interés. Sospechamos que incluso hasta para las lectoras más irredentas del Pronto, la revista más leída de España. Pero eso no quita que sea curioso. Por ejemplo, siguiendo la línea de Pronto, Semana o Lecturas, el libro trae, cuando acaba cada bloque, unas recetas de cocina. En este caso, relacionadas con lo que está contando. Gazpachos cuando deja el tema de la boda, faisán para otros menesteres, etcétera. De modo que uno ya puede poner la excusa de rigor. Lo mismo que la abuela dice que se compra el Pronto para ver que echan en la tele, Usted se puede comprar el último libro de la Duquesa y escudarse en que lo hace por las recetas porque quiere ir a Masterchef

Por lo demás, el libro lo que hace es repasar lo que le ha ocurrido desde que se casó y trufarlo de reflexiones sobre el tema de moda, la crisis, si bien Cayetana ha tenido el buen gusto de dejarse las diatribas sobre los catalanes para la mencionada entrevista en el ABC.

Sobre sus intimidades, la más jugosa es la que viene con el epígrafe ‘Luces y sombras de la noche de bodas'. La vista del lector corre rauda al párrafo y ¿qué hay? Nada. Bueno, más bien tristeza. Dice "siempre he podido constatar que la noche de bodas es decepcionante para casi todas las mujeres (...) luego el amor lo arregla". 

Más adelante, sirve cuarto y mitad de Churchill, al que dice que llamaba "primo Winston" por la cercanía que tenía con su padre, embajador en Londres durante la Guerra Civil y la II Guerra Mundial. "Me asustaba su vozarrón y su presencia", comenta. Y adiós tema.

También es una constante durante esta magna obra las referencias a la afición por el cine de Alfonso Diez. Más que una constante, es una matraca. Porque en las últimas informaciones que han salido en la prensa rosa la Duquesa ha presumido de que su marido va al cine con sus hijos. También, después de la noche de bodas, cuando todos los invitados abandonaron palacio, revela que pudieron ver cine a gusto. Hasta el punto de marcarse alguna reseñita. Entre otras, de ‘Amor', la última de Haneke, dice: "a Alfonso le entusiasmó y a mí, sin embargo, me llegó tan hondo que en un momento dado desconecté y aunque seguí en la sala, fue como si me hubiese marchado de allí". 

Quizá hacer tanto hincapié en la pasión por el cine de su marido sirva para conseguirle más columnas como la que le dieron en ABC sobre el séptimo arte y que Federico Jiménez Losantos calificó en su programa con su amabilidad y simpatía habitual: "no quepo en mí de pánico, de perplejidad o estupor viendo la aportación de este Díez, que se hace llamar Diez y que para mí no llega al 0'1 (...) no sirve para columnista en ABC (...) puede ser un adorno, una lámpara, un divieso, un forúnculo, una peca, una mancha, algo benigno o maligno, pero ¿un columnista es alguien que desconoce cómo hacer una simple frase? (...) de Aguirre [anterior marido de la Duquesa] se decía, y era verdad, que era un gran escritor de prólogos. Pero ¡al menos escribía prólogos!".

También revela Cayetana que estuvo hace poco con Alain Delon y el actor le dijo que se alegraba de la victoria de Rajoy en las elecciones y a continuación, preso de la alegría, se puso un sombrero cordobés. Eso sí, nunca ha sido su tipo, advierte. No vaya a ser que el pasaje de un francés septuagenario ataviado de andaluz dándole vivas a Rajoy haya excitado a las lectoras. 

A continuación, como si se tratara de una agente especial de la inquietante organización ‘La Marca España', suelta nada inocentes opiniones como que "la gestión depende más de las personas que de las ideas". Y, como si la Duquesa se creyera que es Loquillo, de paso analiza el problema económico de nuestro país. Pero comenta que no quiere hablar de política, que lo que le preocupa es la situación de la calle, como si no tuvieran nada que ver. Y una vez colocado el lubricante, viene lo duro: "lo único que defiendo es la Monarquía (...) aunque los reyes metan la pata, se debe mirar su balance general (...) prefiero una Monarquía a una República mil veces porque de niña viví las dos cosas (...) Urdangarín no es culpa del Rey, que no lo eligió él, y ya no son tiempos de imponer a un hijo con quien debe casarse (...) sería una pena que todo lo que está sucediendo contaminara a Letizia".

Todo atado y bien atado. La crisis, además, les está afectando a ellos, que se lamentan de no poder dar trabajo a todos los que van a pedírselo. Por cierto, que en un happening de estos, se encontró con Felipe González y su nueva consorte, también más joven que él. Todas, incluida la Duquesa, llevaron joyas diseñadas por el expresidente, al que le tiene "enorme cariño". Seguramente también le dijo que se alegraba de la victoria de Rahoy y luego se puso un sombrero cordobés. 

Con respecto al arte, cita varias de sus últimas adquisiciones y revela un dato interesante. Su primer marido no dejó que Picasso la retratara desnuda en plan Maja de Goya. Eran otros tiempos. Y de Warhol da una descripción más desapasionada que la de la Wikipedia: "estoy muy cerca de la cultura pop, conocí a Andy Warhol, un tipo muy agradable y algo extravagante".

Por último, sólo queda destacar la confesión de que su hijo, Cayetano, no acepta el título de Conde Duque de Olivares que le correspondería. Una pena, porque fue concedido por Juan II de Castilla y le pega, a tenor de lo que expresó en ‘Salvados' de que a él lo que le gustaría sería ir por la vida con la armadura y el caballo dirimiendo pleitos como en los minutos finales de la película Excalibur de John Boorman. 

Y todo esto por 20 euretes. Lo que demuestra que los tiempos de Juan II o el Conde Duque de  Olivares han pasado, pero la aristocracia sigue teniendo que esforzarse muy poco para sacarle la pasta al pueblo llano. Aunque el gazpacho extremeño que propone queda bastante bien.

LO QUE LA VIDA ME HA ENSEÑADO

Cayetana Stuart y Silva

ESPASA HOY

19.90 euros

304 páginas

Comparte esta noticia

4 comentarios

Conde escribió
21/08/2013 16:20

Podemos ridiculizarla todo lo que queramos y más (aunque ya ella de por sí lo pone a huevo) pero pocos de nosotros no cambiarían su vida por la de ella. Porque, independientemente de que le haya venido gratis o lo que sea: ¿tener visitas de Churchill a casa? ¿haber estado en un par de cenas con Andy Warhol? ¿Que Picasso te venga a hacer un cuadro y le digan que no? Lo de Alain Delon se lo puede quedar, eso sí.

JoJo escribió
21/08/2013 15:05

Digo yo que para obtener una buena receta de gazpacho extremo no hace falta comprarse el libro, ni leerlo.

jose escribió
21/08/2013 10:58

No sabía que los zombies habían evolucionado tanto como para escribir libros. Pensaba que su intelecto solo les daba para hacer castellers...

Ahric escribió
21/08/2013 10:51

"Urdangarín no es culpa del Rey, que no lo eligió él" -Me alegra concluir que el Rey tampoco es culpa nuestra. Por otro lado Cayetano tiene razón, le pegaría más ser el Conde Dooku de Olivares.

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad
publicidad