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OPINIÓN

Las reglas de José Ignacio Goirigolzarri

CARLOS DÍAZ GÜELL. 23/07/2013 El presidente de Bankia demuestra en ese banco lo que hubiera querido demostrar en el BBVA

MADRID. ¿Qué motiva a un individuo que ha alcanzado casi el máximo reconocimiento profesional en el sector en el que ha desempeñado su actividad, que tenía cubiertas sus necesidades aunque viviera mil años y que se divertía escribiendo post en su blog, a aceptar liderar un proyecto no exento de riesgos, aunque todo estuviera razonablemente atado y bien atado?

La respuesta la conoce él, José Ignacio Goirigolzarri y posiblemente su señora, aunque quienes le conocen dicen que se mueve por un sentido que supera la cotidianeidad y con un nivel de responsabilidad que para sí quisieran muchos políticos que rigen los destinos del país, aunque es de suponer que sacar a Bankia del hoyo en que se encontraba le va permitir un reconocimiento que creía que nunca iba ya a tener en su vida profesional. Puede, como dicen quienes le conocen, que no se mueva exclusivamente por el éxito personal, pero como se supone que es humano, no le dejará frío la ovación que recibirá cuando termine su tarea, aunque por el momento no se conoce la fecha de caducidad de su actuación.

El 15 de julio terminaba el plazo para pedir el arbitraje por parte de los preferentistas de Bankia, después de que la entidad decidiera ampliar la fecha tope ante el importante ritmo de llegada de solicitudes registrado apenas unos días antes del vencimiento, inicialmente previsto para el 30 de junio.

Se cerraba así, de momento, uno de los asuntos pendientes contemplado en el Plan Estratégico y el Plan de Reestructuración que tan aplicadamente había elaborado el equipo de Goiri en un tiempo récord de quince días.

El papelón que le esperaba a Goirigolzarri era, ni más ni menos, gestionar un banco producto de la fusión de siete cajas de ahorro que estaba literalmente en quiebra, si es que la expresión puede usarse sin rasgueo de vestiduras en el sector financiero. Para ello contaba con unas armas de las que ya había hecho gala en el BBVA: realismo, profesionalidad, equipo y transparencia.

La capacidad profesional la tenía sobradamente demostrada y no porque lo dijera Rato, su predecesor, cuando se apuntó el tanto de su nombramiento. Lo respaldan treinta y dos años en el BBVA, en donde se jubiló como CEO, cuando llegó a la conclusión de que FG, su presidente, había decidido eternizarse en su despacho de la torre diseñada por Sáenz de Oiza, sin solución de continuidad.

De allí salieron dos miembros del reducido equipo que desembarcaba con él en Bankia -José Sevilla, director general de Presidencia, y Antonio Ortega, director general de Personas, Medios y Tecnología- grupo que incluía a Amalia Blanco como directora General Adjunta de Comunicación y Relaciones Externas.

Entrar en Bankia, en las circunstancias en que entraba Goirigolzarri, exigía un casco de obras y la convicción de que se podían hacer las cosas mejor de lo que se habían hecho y que más de siete millones de clientes, con un alto grado de fidelidad y una infraestructura tecnológica capaz de hacer muchas cosas, eran activos más que suficientes para empezar a funcionar.

Goirigolzarri solo puso dos condiciones para aceptar el cargo: reglas del juego claras y libertad para despolitizar la entidad.

La primera exigencia se ha ido cumpliendo a trompicones en la medida en que Bruselas y el FROB han tenido un mayor protagonismo del deseado en el devenir del banco y así, asuntos como el de los preferentistas, la Sareb, el MoU o el Plan de Reestructuración han contado con invitados institucionales que han tenido mucho que exigir y que, en demasiadas ocasiones, han impuesto sus criterios a los gestores del banco nacionalizado.

La segunda, Gorigolzarri la ha desarrollado con rapidez y con un recuerdo a Pedro de Toledo cuando éste decía aquello de que no hay que dejar que el barro se seque y hay que moldear cuanto antes. El resultado de esa exigencia se resume en que no queda ninguno de los 24 consejeros que Bankia tenía cuando se inauguró la nueva etapa y que el número de consejeros que la franquicia tenía en los Consejos de Administración de las empresas participadas, han pasado de 1.000 a poco más de 200 y sin que estos perciban dinero adicional por ocupar el puesto; así, a modo de ejemplo, las dietas que Mapfre le paga a Goiri, se le descuentan de su sueldo en el banco.

En poco más de un año, aunque Bankia haya podido perder depósitos y depositantes, está convencido de mejorar los beneficios del grupo y conseguir los 800 millones anuales que se ha puesto como objetivo, aunque para ello deba seguir al pie de la letra el Plan de Reestructuración que debería finalizar en 2017 y que contempla hacer funcionar la red al ciento por ciento, reducir costes, cerrar un millar de oficinas, reducir plantilla en un 25% o liquidar su presencia en participadas en donde tiene claro que no pinta nada una banca de retail.

En definitiva, es cuestión de hacer las cosas mejor de lo que se hacían, aunque eso no es complicado si se tiene en cuenta que en la etapa anterior el negocio no era la prioridad y a la red no se le daba la importancia que en una entidad financiera debe tener, aunque los profesionales, los buenos profesionales, abundan. Solo es cuestión de marcar objetivos y motivar al colectivo, y para eso Goirigolzarri se ha puesto el mono de trabajo y se impuso como tarea visitar oficinas.

Como dicen en los centros de decisión de aquí y de allá, las líneas maestras de funcionamiento se han asentado y la gestión del nuevo equipo merece la confianza de casi todos, aunque el futuro no está todavía escrito, en la medida en que el futuro de la economía española tiene algo que decir en una entidad que tiene colocados todos sus huevos en la cesta del mercado doméstico.

En un horizonte sin cuantificar, llegará el día en que el Estado saldrá de Bankia y en ese momento todo podrá ocurrir. Será entonces cuando Goirigolzarri tendrá la constancia de que sí le mereció la pena abandonar su retiro dorado y volver a incorporar el riesgo a su plácida existencia.

Hoy, los inversionistas internacionales y los bancos de negocio más importantes del mundo toman el pulso de forma periódica a la gestión del nuevo equipo y pocos dudan, que llegado el momento, se lanzarán sobre Bankia. En ese instante, todo puede ocurrir.

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1 comentario

despedido escribió
24/07/2013 17:45

vaya .... vaya..... publicidad no merecida.... donde esta el sobre esfuerzo de todos los trabajadores que han ido a la calle....... en la basura?

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