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Innovación y política; Gates y Rajoy

JOSÉ MARÍA GUIJARRO. 23/07/2013 "Innovación", esa palabra que se usa de forma recurrente en todo tipo de contexto, especialmente en el político cuando uno se cree que está muy' in'...

VALENCIA. Innovación", palabra tan mal utilizada como el sexo, de las que tantos hablan y tan pocos practican.... Parafraseando a José Bernabéu en la primera jornada de la 34ª reunión bienal de la Real Sociedad Española de Física, que este lunes se inauguró en Valencia, "una sociedad que alega que en tiempos de crisis no se ha de invertir en ciencia e innovación -especialmente en personal científico altamente cualificado-, está ciega, enferma y suicida, porque no tiene futuro".

Si hacemos un poco de historia a nivel de políticas de innovación, se puso en marcha en la anterior legislatura un gran dispositivo de iniciativas a través de las que, tanto las comunidades autónomas como los estados miembros en su totalidad, llevarían a cabo una línea común para cumplir los objetivos marcados en el Consejo Europeo de Lisboa de 2000: "Crear y Estructurar el ERA" (Espacio Europeo de Investigación) con el fin de convertir a Europa en una potencia mundial en esta materia para el año 2010.

En esta línea, el Consejo Europeo de Barcelona de 2002 marcó el objetivo concreto de incrementar hasta el 3% del PIB dedicado a la investigación, proviniendo dos terceras partes de iniciativas privadas y el tercio restante de la iniciativa pública. Estos objetivos fueron los que marcarían las tendencias actuales en materia de investigación y de esta forma el Gobierno Central presentó un paquete de medidas que bajo el nombre de "Compromiso Ingenio 2010" movilizaría más de 2.800 millones de euros para el fomento de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (I+D+I) en los siguientes cuatro años.

El "compromiso" tenía la intención de albergar tres macro-políticas enfocadas hacia la participación de las pequeñas y medianas empresas, verdadero talón de Aquiles del Sistema de Innovación Español. Para ello, el primer programa, denominado Cenit, incluyó proyectos cofinanciados al 50% por el sector privado y público, y su dotación presupuestaria fue de 1.000 millones de euros. La segunda iniciativa se llamó "Consolider", se dedicaron 1.500 millones de euros y giró alrededor de proyectos líderes y singulares. El último, denominado Avanz@, pretendía elevar el porcentaje de empresas que usan el comercio electrónico del 8 al 55%.

Llegado a este punto, más de uno me acusará de dar un determinado sesgo político a este análisis, nada más lejos de la realidad. Hace poco, el investigador Fernando de Castro hacía un recopilatorio de las bondades del PP -cabe recordar determinadas medidas que ordenó el Partido Popular en su primer periodo de gobierno (1996-2004)- que fueron realmente positivas para el sistema español de ciencia y tecnología, lo que demuestra que la ciencia (la I+D, como se suele denominar bastardamente) no sólo puede, sino que debe ser potenciada también por un partido de centro-derecha español en el gobierno.

Quiero recordar algunas de estas actuaciones:

1. Creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el primero en la historia de España cuya misión fundamental debería haber sido la ciencia (aunque la "tecnología" acabase llevando la iniciativa, básicamente por alguna multinacional española).

2. Incremento de golpe de un 30% del importe de las becas de los programas de Formación de Personal Investigador-FPI, Formación de Personal Universitario-FPU y similares del Ministerio de turno (MEC, MCyT).

3. Creación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas-CNIO, con fundación propia y gran libertad de movimientos. El CNIO se convirtió, sin duda, en uno de los mejores centros de investigación de España y uno de los mejores en su especialidad en el mundo entero.

4. Creación de otros centros de investigación como el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares-CNIC o la potenciación de los ya existentes, como el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC).

5. Lanzamiento de los programas de instalación de investigadores independientes primero del FIS -actualmente, contratos del Programa Miguel Servet y posteriormente del Programa Ramón y Cajal, en ambos casos con el máximo beneplácito gubernamental y en números muy importantes.

6. La pugna, hasta el último momento, por traer el ITER a suelo español (concretamente a Tarragona), con lo que suponía de inversión extranjera y creación de puestos de trabajo de alta calidad directos e indirectos.

7. Expansión de los programas del Plan Nacional de I+D, que se habían estancado (o retrocedido) después de 1992, en una situación similar a la que nos encontramos actualmente.

Basten estos ejemplos para recordar al partido actualmente en el Gobierno que la inversión del sistema científico (o de I+D) español no es algo que le haya sido ajeno. Todo lo contrario, hace años lo potenció y sembró como pudo, muchas veces en contra de la corriente que generaba. En el programa electoral con el que Mariano Rajoy Brey se presentó a las elecciones en 2004, la Ciencia (la I+D) ocupaba más de ocho páginas enteras, con propuestas concretas y definidas, que doblaban las que había en el programa electoral del PSOE y que apenas ocupaba una página del programa de IU.

Al margen de que algún día se pueda llegar a firmar un 'Pacto por la Ciencia' que evite el colapso que el sistema científico español está sufriendo, todos los partidos con capacidad de gobernar -ya sean solos o en compañía- deberían contemplar en su programa la Ciencia, la I+D, la innovación, o como se la quiera llamar sin transfigurarla.

Sin ciencia no sólo no hay futuro, sino que el presente se diluye aún más. Esto lo supo en su día la UCD, el PSOE y el PP. Todos hicieron, en mayor o menor medida, lo que pudieron por construir la Ciencia, apoyarla y desarrollarla. Pero con la crisis financiera las promesas se quedaron en sólo palabras.

Recientemente, le preguntaron a Bill Gates cómo calificaría la sociedad en la que vivimos y contestó que "estamos en la era de la velocidad". Es necesario aprender velozmente, al igual que hay que saber desaprender con la misma velocidad. Son demasiadas empresas las que están ancladas en viejos paradigmas y que no crean valor.

Si queremos cambiar a través de la innovación deberemos darnos prisa y hacerlo antes que nuestra competencia. Por eso, hay que creer en la Ciencia y apoyarla presupuestariamente, como lo están haciendo todos los países europeos, menos España. Es necesario desacelerar el ritmo hacia el abismo al que nos dirigimos en materia de I+D+I.

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