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LIBROS

'La quinta Alemania':
el modelo hacia el fracaso de Europa

ÁLVARO GONZÁLEZ. 18/07/2013

 Manifestaciones en Alemania contra los recortes de Merkel

El corresponsal de La Vanguardia en Alemania traza un retrato crítico y pesimista sobre la deriva neoliberal e imperialista de ‘la locomotora de Europa'

MADRID. El paraíso del proletariado. Eso es España en estos momentos con sus índices de paro, su Gobierno de la reforma laboral, los recortes en Sanidad y Educación y todo lo que Usted quiera. Esa es la conclusión a la que llega uno tras leer el último trabajo de Rafael Poch, Ángel Ferrero y Carmela Negrete. Los ajustes del gobierno de Schröder, la Agenda 2010 y los famosos minijobs han configurado en Alemania un escenario de infierno neoliberal que ay de nosotros cuando lo implantemos definitivamente, como a todas luces sucederá.

El último capítulo de este libro, ‘La quinta Alemania', igual debería ser el primero. Para entrar en materia, básicamente. Se trata de una descripción de las condiciones del trabajo en Alemania. Lo que se presenta no es un estudio, es un reportaje que Rafael Pochquiere mostrar tan solo "realidades muy frecuentes" en el mercado laboral alemán, pero que resulta estremecedor. Tanto para los españoles o resto de extranjeros que van a buscar trabajo a este país como para los propios alemanes.

El fraude de ley está a la orden del día y la ley no es que sea para tirar cohetes. Los trabajos sin contrato, como becarios o trabajos temporales son, tal y como pinta, las opciones más habituales. Lo cierto es que quien más quien menos conoce a alguien que no le va del todo mal en Alemania, pero el panorama que describe Carmela Negrete, autora de esta tercera parte ‘Pobres con trabajo, experiencias en la precariedad', como decimos, es desolador.

‘La locomotora de Europa' lo es también en prácticas no remuneradas, el viejo truco de los falsos autónomos y las plantillas formadas casi íntegramente por becarios. La locomotora es en realidad toda una maquinaria de desigualdad.

Desigualdad que empieza a notarse, además, en que los negocios más rentables del país son las cadenas de supermercados de ofertas, como Lidl, y las empresas de trabajo temporal. La situación es tan grave, sostienen los autores, que la propia Angela Merkel se ha visto forzada a introducir medidas propias de un gobierno socialdemócrata, eliminación de copagos y diversas ayudas, no sólo para ganar elecciones sino para evitar tragedias dignas de los huerfanitos de Dickens.

Pero empecemos por el primer capítulo. El encargado de relatar cómo se ha llegado a esta situación que, a largo plazo, sólo tiene visos de perpetuarse si nada lo impide, es Rafael Poch. El corresponsal internacional de La Vanguardia dio en este país, en los años de la República Democrática Alemana, sus primeros pasos en el periodismo.

Después marchó a Moscú, donde fue testigo de la Perestroika, el hundimiento del socialismo real, la catástrofe de Yeltsin y la regeneración de Putin -sobre toda esta época en la URSS y Rusia escribió el imprescindible ‘La gran transición'-. Y más adelante fue a Pekín, desde donde publicó ‘La actualidad de China', un trabajo cuyo mayor interés residía, entre otros encantos, en la ausencia de tópicos a los que estamos acostumbrados cuando se habla de dictaduras.

Ahora Poch está de vuelta en Alemania y, desde la perspectiva que le da haber vivido en carnes las convulsiones políticas de la RFA y la RDA, ha escrito un ensayo demoledor que pinta un futuro negro de Europa, las relaciones internacionales en general y, por supuesto, Alemania. Un país que, según el autor, a excepción del medio siglo de posguerra tras la contienda mundial, ha sido siempre la punta de lanza de la reacción. Y desde la unificación, está volviendo a protagonizar este papel de forma progresiva y natural.

Todo el tocomocho, según las versiones más críticas, que pudo suponer para España la integración en el euro, perder la política monetaria en un país parcialmente desindustrializado en la década de los 80, ya se lo aplicaron los alemanes a sí mismos con la reunificación. Cuenta Poch que unificando el marco alemán, Kohl logró ganar las elecciones que le permitió imponer un programa de privatizaciones en la RDA que supuso, con las nuevas condiciones monetarias, que la región perdiera además la industria que no pudo competir.

De esta manera, literalmente, el territorio que comprendía la RDA fue devorado y devastado por el Oeste. La salida que le quedó a los alemanes orientales fue la emigración o el paro de larga duración. Pero todo de forma soberana. Las alternativas que planteaban los disidentes del régimen comunista, los que se partían la cara con la Stasi, fueron barridas con la promesa de "paisajes floridos". Salvando las distancias, no se puede decir que la historia no se parezca, a gran escala, a lo que sufre el sur de Europa actualmente con su Maastricht y su euro.

La broma de mal gusto es que, pocos años después, llegaron los ajustes también para el resto de los alemanes. Los llevaron a cabo Schröeder, actual presidente de una compañía eléctrica, y su ministro de Economía y Trabajo, Wolfrang Clement, actualmente presidente del think tank de Adecco, la mayor empresa de trabajo temporal del mundo. Dos socialdemócratas pata negra.Gerhard Schroeder vendió la socialdemocracia al liberalismo

Sus reformas estructurales se pudieron realizar agitando el monigote del desempleo. El propio canciller presumió en el foro de Davos de su ajuste: "Hemos liberalizado nuestro mercado de trabajo y puesto en marcha uno de los mejores sectores de salarios bajos que hay en Europa".

El quid de la cuestión es un dato que aporta Poch, el más relevante de toda la obra: después de este ejercicio de dumping salarial, en Alemania no se ha creado realmente empleo, se sigue trabajando, de forma global, las mismas horas. Eso sí, no en las mismas condiciones.

Por otro lado, siguiendo la lógica del capitalismo desaforado, años después, el estado alemán también se hizo cargo de las pérdidas de sus propios bancos. Además, lo hizo, en los ejemplos que cita Poch, de una forma opaca hasta límites escandalosos. La misma socialización de pérdidas que se nos ha impuesto a nosotros, la sufrieron ellos.

"Cuando se pidió la lista de los sectores atrapados en el pufo del HRF, el Ministerio de Economía y el sector bancario respondieron diciendo: eso es secreto corporativo. Ni siquiera los diputados tuvieron acceso a aquel secreto (...) se ha conocido parte del secreto: 40.000 millones del rescate de 100.000 millones del HRE fueron para inversores extranjeros. Diversos bancos alemanes como Deutsche Bank, Bayerische Ladesbank, Unicredit y otros recibieron 2.000 millones cada uno. La explicación era: el rescate es un asunto de fuerza mayor, y por eso mismo sus detalles son secretos. Los alemanes se comieron ese sapo, que los disciplinados medios de comunicación no cuestionaron".

Por otra parte, sobre la RFA, Poch cuenta pormenorizadamente cómo fue ‘desnazificada' de forma muy relativa. Sus servicios secretos obraron con la misma agresividad que los de la Stasi, pero con guante blanco, es decir, con mejor tecnología. Y su ejército fue resucitado con oficiales de la Wehrmacht que habían participado en las campañas más criminales de la II Guerra Mundial en puestos de responsabilidad. De hecho, poco faltó para que volviera a llamarse Wehrmacht, como le hubiera gustado a los alemanes occidentales según una encuesta de la época que se trae a colación. Finalmente, se quedó con Bunsdewehr y fue fundado, en palabras de Poch, por -ni más ni menos- criminales de guerra.

"Su propio organizador, Graf von Schwerin, fue general de las tropas acorazadas de la Wehrmacht, bajo cuyo mando las tropas alemanas asesinaron en la campaña del Somme a cien soldados africanos de la compañía Tiralleurs Sénégalais del ejército francés después de que estos se rindieran y entregaran sus armas (...) participó en la campaña de exterminio de la Wehrmacht en el frente oriental, en el cerco de Leningrado y la batallGraf von Schwerina de Stalingrado.

(...) Heinz Trettner, desde 1956 general del Bundeswehr fue comandante de un escuadrón de la Legión Cóndor, conocida por sus infames crímenes de guerra en la guerra civil española. En 1940 planificó el ataque militar a Holanda y ordenó el bombardeo de Rotterdam. En Italia ganó la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro por participar, entre otras cosas, en el asesinato de civiles como represalia contra los partisanos.

(...) Hans Speidel recibió las cuatro estrellas de general en el Bunderswehr. Como comandante en la Francia ocupada fue responsable de la deportación de miles de judíos a los campos de exterminio.

(...) los 14.900 oficiales que pertenecían en 1959 al Bundeswehr, 12.360 ya tenían el mismo rango en tiempos del nazismo"

El resultado es que el Ejército alemán ya está de vuelta en diversas misiones por el mundo todas ellas en el marco de la lucha por los recursos naturales disfrazadas de guerras humanitarias. Lo que llaman imperalismo, a grandes rasgos. Así, se ha sumado a campañas de dudosa eficacia y finalidad, como Afganistán, y en los Balcanes han mantenido la línea de política exterior de las anteriores alemanias, colaborando en la desintegración de Yugoslavia y la reducción de Serbia a la mínima expresión con pretextos, como el desencadenante de la Guerra de Kosovo, muy dudosos (la supuesta matanza de civiles en Rakac).

No en vano, las condiciones de Rambouillet que se querían imponer a Milosevic, según Poch, eran exactas a las que se pretendieron imLos verdes alemanes ya no son lo que eranponer a su vez a Serbia antes del inicio de la I Guerra Mundial (que la policía austrohúngara, luego fue la OTAN, pudiera patrullar y actuar sin control en su territorio).

Los cómplices necesarios de todo este proceso son los protagonistas de la segunda parte del libro. Redactada por Ángel Ferrero, cuenta lo que no es ningún secreto, el travestismo de la socialdemocracia y su retroceso en casi todos los países europeos. Sin embargo, quienes peor parados salen son Los Verdes. Este partido, otrora prácticamente antisistema, ha terminado convertido en una organización elitista, acomodada en el capitalismo según sus últimos fundamentos, que promueve reformas que sólo atañen al interés y forma de vida de una minoría bien situada.

En definitiva, se podrá estar de acuerdo o no con la crítica democrática y de izquierda que da Rafael Poch de la política y la sociedad alemana, pero a nadie le va a hacer daño la lectura de este trabajo, ni ninguno de los anteriores del autor, cuyas tesis se sostienen con hechos documentados. Como tiene que ser el periodismo.


FICHA

Título: 'La quinta Alemania'

Precio: 17.50 euros

Autor: Rafael Poch, Ángel Ferrero y Carmela Negrete

Editorial: Icaria

Fecha de lanzamiento: 24/05/2013

 

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16 comentarios

galaico67 escribió
20/07/2013 22:00

¿ La policia secreta alemana? En dos palabras : Baader-Meinhof

parvulesco escribió
20/07/2013 21:05

Pablo Ortega, los servicios secretos de la RDA se dedicaban directamente a operaciones terroristas con muchos muertos, en el marco del Stay Behind de la OTAN. Por ejemplo.

parvulesco escribió
20/07/2013 18:38

Juan, que ésta sea tu experiencia no implica que sea lo que digan las estadísticas, y es que con la Agenda 2010 Schröder se petó los costes laborales antaño llamados dignidad del trabajador.

Pablo Ortega escribió
20/07/2013 17:59

¿Pero en que se basa Poch para decir algo así? Al menos pongan extractos del libro a ver que bases tiene él para decir que la policía secreta de la RFA era igual a la Stasi (lo que nos llevaría a la pregunta de cómo los alemanes occidentales toleran vivir así), porque para decir eso hay que tenerlos cuadrados.

Conde escribió
20/07/2013 17:00

Señor autor, el elogio final de los escritos de este periodista sentando cátedra de cómo ha de ser su oficio ("hechos documentados") choca un poco con el disclaimer del principio anunciando que el libro no es un estudio (que sí son sobre hechos documentados y cifras) sino un ensayo (que no dejan de ser una opinión desarrollada).

galaico67 escribió
20/07/2013 10:36

Aitor, si le echas una mirada a los militares que destacaron en la Wehrmatch durante la II GM, la mayoria acabaron con mando en el Bundeswehr. Incluso uno, que se pasó la guerra en campaña contra los partisanos, acabó de Secretario General de la ONU.

Pacou escribió
20/07/2013 07:16

Pablo Ortega: las pruebas, en el libro, que esto sólo es una reseña Aitor: el sr. Poch es corresponsal de La Vanguardia, un diario que no se caracteriza precisamente por su anticapitalismo...

Aitor escribió
19/07/2013 14:38

Tremendamente preocupante que haya escritores o pseudoescritores que quieran seguir llamando nazi a todo alemán que ven. Ahora resulta que la policía de la RFA era prima hermana de la Stasi, que el ejército estaba copado por nazis, que ahora ni hay trabajo, ni medidas sociales, ni nada bueno. Claro, si todo lo que se parezca a capitalismo es malo y denunciable. Me preocupan mucho estas demostraciones de comunismo trasnochado batido con un buen par de vasos de xenofobia.

Baturrico escribió
19/07/2013 08:11

Muy interesante el artículo y también el libro, que ya estoy pidiendo. En Alemania no atan a los perros con longanizas, sobre todo en asuntos como la exclusión sanitaria de varios colectivos (autónomos que han fracasado, extranjeros sin papeles, etc.), o en el 'dumping' salarial que por ejemplo está hundiendo la agricultura o la industria cárnica en los países vecinos -el jornal en los mataderos o de recogida de espárragos o fresas alemán es de 3-4€ hora y en Francia o Bélgica de 8-9€,-. También hay aspectos positivos, como el apoyo a la investigación y la cultura, pero el balance de la 'Agenda 2010' de Schröder es muy lesivo para los intereses de los trabajadores por cuenta ajena. No hay más que ver la evolución de las rentas de trabajo y de capital. Peor es la pérdida del 'alma social' de la derecha democristiana alemana. Acabo de desayunarme con la entrevista a un eurodiputado de la CSU que hablaba de Grecia en el mismo tono que los 'Chicago boys' sobre las reformas en Chile en tiempos de Pinochet (o de los Sres. de Guindos o Montoro sobre su propio país, pongamos por caso, si dijeran lo que piensan también en casa).

Pablo Ortega escribió
19/07/2013 01:45

Yo no afirmaría a la ligera eso de que la policía secreta de Alemania Occidental era tan despiadada como la Stasi, al menos no sin pruebas. ¿Dónde están las pruebas?

jose escribió
18/07/2013 23:29

la ley protege al tercer adquiriente de buena fe. Es lo que pretende Alvaro González diciendonos lo que dice Rafael Poch, corresponsal nostalgico de la difunta (acordemonos de la gente tirándose del muro) RDA y que pretende vender comunismo alcanforado en tiempos de tribulación. Sr. González si quiere decir chorradas, o lo que sea, digalas directamente.

Juan escribió
18/07/2013 20:06

Menuda versión más trasnochada de la realidad. Yo no seré periodista, pero he trabajado y he vivido alli los últimos 4 años y tengo muchos amigos alemanes, y vamos...las condiciones laborales no son comparable a España en cantidad y calidad. Luego si, pagan muchos impuestos, pero comparativamente menos que en España. Innovan más, dedican más dinero a la industria, pactan más y se preocupan de lo que a ellos les interesa como pueblo y nación. Sin hablar de que tienen la cuarta parte de funcionarios y estructura administrativa. Luego, si, el tiempo es una M...y se vienen de vacaciones a España, pero vamos...con capacidad adquisitiva. Al pan pan y al vino vino, y si pica...es por algo. Aqui se han hecho las cosas mal y punto, pero tenemos todo el potencial del mundo.

Juan Carlos I escribió
18/07/2013 19:53

Cualquier cosa que escriba un tio sensato me parece bien, y Rafael Poch lo es. Ahora bien, me estoy viendo venir un nuevo y refrescante desvio de atención hacia los problemas internos de Alemania, para evadirnos de los nuestros. En ese sentido, su libro, llega en un momento inteligente por la germanofobia (aka culpadeotronodemi.filia) rampante. Vamos, que si alli estan asi de jodidos, sin una burbuja inmobiliaria, un paro, una deuda publico privada, una corrupción, una inexistente industria media - grande, etc...como las nuestras, ¿Lo nuestro que es?¿ el 8º circulo del infierno que Dante no llegó a dibujar? ¿De cuantas cosas de las anteriores es responsable "la Merkel"?

Caliban escribió
18/07/2013 17:57

A menudo olvidamos que las oligarquías, de cualquier país y de cualquier tipo (políticas, económicas, militares) suelen funcionar con cálculos temporales a futuro bastante amplios. Ya desde antes de la caída de la URSS, las élites alemanas tenían muy clara su destino: por un lado recuperar el estatus perdido de regente preclaro y único de esa cosa llamada Europa y por otro generar una situación interna desde la que ser capaces de desprenderse primero, y poder defenderse después de las maniobras del poder geopolítico hegemónico del planeta, ergo los EE.UU. (al que después se le añadiría la sombra del "gigante" chino). Y ya se sabe que, si no puedes con ellos, únete. O en todo caso, utiliza sus mismas armas. Así que nada mejor que abrazar ese (neo)liberalismo económico del que se sirven yanquis y chinos para, al menos, garantizarse librar la batalla en su nivel. Que pueda o no aguantar los arreones desestabilizadores que le vengan (desde dentro y desde fuera) es otra cuestión. Y que los que saldrán más perjudicados, como siempre, seremos los de abajo, también está más que claro.

Mouguias escribió
18/07/2013 12:05

Interesante articulo y tiene pinta de ser un libro interesante pero oiga, hay un pequeño salto entre el conde Schwerin y la guerra de Afganistan, digo yo. Vamos, que el imperialismo y el saqueo de recursos en este caso es cosa de los americanos, y los alemanes solo hacen de putillas sumisas...Como los ultimos sesenta años. Los alemanes me caian bien y solian darme pena, me parecia que tiene que ser un palo hacer siempre de malo en las pelis. Ya no.

Ahric escribió
18/07/2013 10:52

Jijiji los alemanes nos miran mal porque su país es serio y nosotros nos buscamos nuestra propia ruina mientras su modelo capcuadrat no cesa de dar frutos cual cornucopia. Allí es que son serios y trabajadores, tienen otra mentalidad, hacen cosas.

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