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VALENCIA. El pleno de Consell ha aprobado avalar el crédito de 200 millones de euros para salvar de la quiebra a la Sociedad de Garantía Recíproca (SGR) de la Comunitat Valenciana, consciente de que la Comisión Europea puede anular la decisión por considerarla ilegal.
La Generalitat ha preferido arriesgarse a un varapalo de Bruselas a dejar a la entidad a su suerte. Pese a que oficialmente se confía en que el visto bueno del Ministerio de Hacienda y del Banco de España sea suficiente para que la Comisión Europea dé su brazo a torcer y permitirá la operación, la aprobación ahora del aval permite un plan B si las cosas vienen mal dadas.
En el caso de que la Comisaría de la Competencia considera que esta ayuda a una entidad privada vulnera las normas europeas, se pondría en marcha el procedimiento sancionador para terminar obligando a la retirada de la medida. En total, se puede estar hablando de años, por lo que se confía en dispone de un tiempo precios para intentar poner la entidad en orden y que pueda volver a emprender el vuelo.
OPERACIÓN RESCATE
En todo caso, el vicepresidente del Consell, José Ciscar, ha asegurado que, de no conseguirse finalmente el apoyo de Bruselas, la SGR no estaría necesariamente condenada a la quiebra, aunque sí "se complicaría muchísimo su funcionamiento". El aval de la Generalitat llega después de más de un año de tira y aflojas con las 23 entidades financieras implicadas en el crédito y seis meses de idas y venidas del asunto entre Madrid y Bruselas pidiendo un visto bueno comunitario que todavía no ha llegado.
De no haberse tomado esta medida por parte del Gobierno valenciano, el juez habría tenido que aceptar definitivamente la solicitud de concurso de acreedores presentada por el consejo de administración de la SGR en mayo y que tendría que ir seguida del inicio del proceso de liquidación.
En todo caso, la decisión de la Generalitat no deja las manos libres a los actuales gestores para definir en solitario el presente y el futuro de la entidad. Para asegurar el cumplimiento del plan de viabilidad, se han establecido por parte de la Generalitat mecanismos de control de la actividad de la SGR en dos niveles.
SE BUSCA INTERVENTOR
Por un lado, el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) ejercerá las funciones de supervisión y control permanente sobre la entidad. Adicionalmente, se nombrará un supervisor externo que, "desde la independencia de un tercero", según Ciscar, supervisará el cumplimiento del plan de viabilidad de la entidad.
El supervisor externo tendrá que ser un profesional independiente, con los conocimientos y la experiencia adecuados en el sector financiero, la designación del cual tendrá que someterse a la aprobación de la IVF. Por otro lado, se establece una limitación en cuanto a los riesgos cubiertos por garantías públicas de la Generalitat dentro del total de los riesgos avalados por la SGR.
De esta manera, en ningún momento de la operación, el total de los riesgos garantizados por la Generalitat podrán superar el 50% de los riesgos totales avalados por la SGR. Actualmente, la entidad permite mantener la actividad de más de 9.000 emprendidas socias, mayoritariamente pymes, las cuales han aportado 78,6 millones de euros al capital.
DEL MAL, EL MENOS
La consecución de esta reestructuración financiera permitirá evitar una importante pérdida para la Generalitat, atendiendo los riesgos reavalados que mantiene actualmente en la SGR, y a los cuales tendría que hacer frente en un escenario de liquidación de la sociedad.
La intención de la Generalitat es que la nueva situación de la sociedad permita retomar su actividad avaladora de manera gradual y prudente, con objeto de consolidar un nuevo modelo de gestión, y recuperar de esta manera un instrumento de financiación específica para pymes, que puede ser de gran utilidad en un entorno de recuperación del crédito y de la actividad productiva de la Comunidad Valenciana.
¡¡¡Otro dinero perdido!!!. ¿Pero es que nuestros gobernantes no se dan cuenta que la SGR murio, la llevaron al tanatorio, la incineraron y las cenizas las esparcieron? Ni un duro mas. Dediquense a actividades viables
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