Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• El Tribunal de las Aguas se suma al 125 aniversario de Aguas de Valencia
• Grezzi quiere Metro nocturno y más bus para desterrar el coche privado del ocio
• La reparación de la climatización recupera la mayoría de cuadros del San Pío V afectados

VALENCIA. Dijo Friedrich Nietzsche que la vida sin música sería un error. Claudio Abbado, que acaba de cumplir 80 años en plena actividad, ha confesado en varias ocasiones que ve en la música la droga para vivir. Abbado fue operado de un cáncer de estómago que le fue detectado en 2000 y su vida cambió porque se vio obligado a comer de otra forma y adelgazó visiblemente.

Pero su entrega a la música se hizo más acusada. Yo escribía aquí no hace mucho de la relación entre música y longevidad. En el caso de Claudio Abbado habría que hablar más bien de la más bien de la música como terapia o bálsamo curativo.

"Rossini estaba, tras el estreno de una ópera, con varias personas italianas que lo felicitaban. Llegó un español y Rossini, feliz, lo saludó efusivamente y lo abrazó. ¿Por qué?, le preguntaron. Porque la situación en su país, dijo Rossini, es peor que en el nuestro". He recordado muchas veces la anécdota pero ha sido ahora, al revisar la entrevista que hice para El País a Claudio Abbado en 1987, en un Palau de la Música recién estrenado, cuando he recordado también quién me la contó.

Claudio Abbado, del esplendor a los recortes

El director milanés, que acababa de ser nombrado director de la Ópera de Viena criticaba la situación musical en su país en comparación con Austria en general y Viena en particular. Añadió la anécdota de Rossini como para dejar claro que a todo hay quien gane. Puede que entonces estuviera vigente. En los años posteriores en España se han construido auditorios y teatros de ópera, se han creado orquestas...

Fue otro director italiano, Carlo Maria Giulini quien me alaba ya en 1990, con el Plan de Auditorios del Gobierno socialista dando sus frutos, la proliferación de modernas salas de conciertos, frente a Italia, que tenía muchos teatros antiguos. "È una vergogna", se lamentaba Giulini.

Ahora, 13 años después de la visita del fallecido Giulini, 26 de la primera de Abbado, el esplendor musical de las décadas pasadas en España parece declinar víctima de la crisis y de políticas equivocadas que apostaron por el derroche ciego para acabar en el recorte igual de ciego.

Filarmónica de Berlín y gerifaltes de antaño

Pero todo esto era una digresión, a propósito de Claudio Abbado. Desde aquella visita a Valencia, en la que hizo una grabación para Deutsche Grammophon, su sello discográfico, se sucedieron dos más: una en 1994 con la Joven Orquesta Gustav Mahler, que él impulsó, y otra en 1997, al frente de la Filarmónica de Berlín, de la que entonces era titular, en un concierto que atrajo al Palau de la Música al entonces presidente Eduardo Zaplana y una lista de gerifaltes políticos poco habituales del auditorio.

No ha vuelto por aquí después de su operación. Abbado mantiene una gran actividad artística y a través de canales de televisión como Mezzo es posible conocer su brillante ejecutoria al frente de la Orquesta del festival de Lucerna. Además Deutsche Grammophon acaba de lanzar en su honor un magno álbum de sinfonías con 41 discos a precio reducido.

En 2005, muy recuperado de la enfermedad, decía en una entrevista en El País: "Mi droga es la música". Y añadía: "Los músicos somos afortunados. Tenemos la capacidad de amar la música y de hacerla sentir a otros, con lo que la situamos como una parte esencial de la música de mucha gente". Y se preguntaba: "¿Cómo es posible que haya quienes puedan vivir sin música?"