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OPINIÓN

Complacencia con el boom, ceguera ante la crisis

FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA *. 23/06/2013 "Algunos advirtieron de lo que podía venir pero parecían los agoreros habituales que siempre ven la tormenta..."

MADRID. El profesor Manuel Illueca llamaba la atención en un artículo publicado el pasado día 9 sobre los medios de comunicación que no se enteraron de la crisis y critican la recesión y las malas prácticas financieras, sobre las que no advirtieron a tiempo a los ciudadanos. Los argumentos de Illueca tienen mucho fundamento y su propuesta de analizar el papel que han jugado los medios de comunicación en la crisis financiera es muy oportuna.

Y un lector atento (John Constantine) alude a comentarios míos publicados en un blog de "20minutos" (2005-08) con los que no estaba de acuerdo por ser poco conscientes de la que se nos venía encima. No le falta razón por lo que luego comentaré. Se refiere también a otros comentaristas, economistas y periodistas, con los que polemizó a través de la red.

En la sociedad y en los medios británicos hubo hace unos años cierto debate sobre el papel de los medios antes de la crisis para prevenirla, e incluso apuntaron algunas iniciativas legislativas para establecer exigencias y requisitos al periodismo que no llegaron a nada. Luego el caso del espionaje sistemático practicado por medios del grupo Murdoch provocó un debate político que ha ido por otros derroteros y que tendrá consecuencias a medio plazo.

Cierto es que ni los economistas, ni los políticos ni los periodistas vieron llegar esta Gran Recesión en la vieja Europa. Algunos advirtieron de lo que podía venir pero parecían los agoreros habituales que siempre ven la tormenta y la amenaza de los lobos. Ahora todas aquellas advertencias (incluidos los artículos del Boletín del Banco de España que alertaban de la sobrevaloración inmobiliaria) se ponen en valor, pero la conciencia dominante aquellos años 2006, 2007, 2008... era que la crisis sería manejable, un bache en el camino de crecimiento sostenido desde 1995.

Frente al enorme desequilibrio de la balanza de pagos española la respuesta era que el euro protegía de los riesgos y garantizaba la estabilidad. Craso error a la vista de lo ocurrido más tarde. Y a los que advertían del colosal endeudamiento privado (en buena parte con el exterior) les decíamos que los acreedores prestaban porque nos consideraban solventes, triple A, lo nunca visto.

Máximo, siempre perspicaz, dibujó una viñeta allá por el 2008 en la que uno de los personajes le decía al otro: "Así que usted es economista... ¿no le da vergüenza?" He utilizado esa viñeta en conferencias y clases tanto de economía como de periodismo (en este caso he modificado la palabra economista por periodista) y he reflexionado sobre nuestra torpeza para apreciar los hechos y sus consecuencias.

Hace tres años invité a dos colegas relevantes, responsables de las páginas económicas de El País y La Vanguardia, a participar en un congreso para un debate con el título: "¿Cómo hemos explicado la crisis?" No salió demasiada luz de aquello. Ambos explicaron que sus diarios habían hecho un buen trabajo, el posible con la información disponible. Luego apuntaban en privado que quizá habían sido demasiado optimistas.

Aquel mismo año (2010), una encuesta sobre "La sociedad española ante la crisis" promovida por Funcas y dirigida por el profesor Víctor Pérez Díaz concluía que más de dos tercios de los preguntados consideraban que la información económica proporcionada por los medios era "poco objetiva, confusa y desordenada". Tanto o más que la facilitada por los gobiernos.

Illueca se refería en su artículo a la incidencia de la información en los medios sobre las cotizaciones. Sin información, el volumen de negocio desciende, la volatilidad también. Se refería también al efecto de una información que anticipa o advierte de una crisis financiera que provoca salidas de depósitos y bloqueos de financiación que acentúan el problema. Pero no se puede limitar u olvidar el papel de "guardián o vigilante" de los medios para evitar abusos y engaños.

Desde luego que en España nadie advirtió de los riesgos de activos financieros que con el nombre de "preferentes" o semejantes han provocado un desastre mayúsculo que ha arruinado a decenas de miles de ahorradores, mucho de ellos sorprendidos por una confianza excesiva hacia el apoderado de su sucursal de su caja de ahorros. Los extensos folletos advertían de algunos de los riesgos, pero los inversores (que se creían depositantes) no leyeron esos documentos. Tampoco los periodistas que debían haberlo hecho y advertido de los riesgos.

Illueca apunta la dependencia de los periodistas respecto a las fuentes de información económica y financiera y a la capacidad de gobiernos y compañías financiera para manipular, filtrar, prevalecer a unos frente a otros. En resumen, para la opacidad y la confusión cuando hay más deberes y mandatos de trasparencia. Este es un problema complejo; desde hace tiempo defiendo ante mis colegas "el alejamiento de las fuentes" como estrategia para obtener información poco averiada; la cercanía a la fuente muchas veces no propicia la potabilidad de la información, más bien produce el efecto del rayo de sol que de cerca abrasa.

El caso de las cajas de ahorro, desparecidas entre elogios generalizados en los medios, bien merece un trabajo académico riguroso para detectar los errores y posibles vacunas para que no se repita algo semejante. Está claro que hubo un fallo en el pronóstico y la prevención de la crisis y sospecho que cuando llegue la recuperación no es probable que se detecte con puntualidad.

En economía, la prospectiva es complicada, hay muchos factores que alteran las tendencias. Y en periodismo también; más aún, aconsejo evitar la tentación. Periodismo es contar lo que ocurre, contarlo bien, verificar, que sea cierto, pero sin aventurarse con lo que puede ocurrir porque además de ser improbable, puede convertirse en amenaza u obstáculo para contar la verdad.
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*Fernando González es periodista especializado en información económica y estuvo en el equipo fundacional de la sección de economía de El País. Ha trabajado para el Fondo de Garantía de Depósitos y el Banco Hispano Americano; ha sido director de Cambio 16 y de Cinco Días, presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) y en la actulidad es director de la revista Consejeros.

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