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El modelo económico alemán y los periféricos

MIGUEL PALLARDÓ. 13/06/2013 La economía alemana es un ejemplo de libre mercado y por ello del respeto a la libertad individua

VALENCIA. La economía alemana es un ejemplo de libre mercado y por ello del respeto a la libertad individual. Su política económica tiene un respaldo mayoritario de la población, indistintamente de su signo político, al igual que los americanos lo tienen del sentido de la patria, también independientemente de que sean demócratas o conservadores. Es una cuestión de cultura. Una cultura que se puede aquirir.

¿De dónde vienen los males de las economías periféricas? Del intervencionismo, en el que "papá-Estado" pretende suplir la libertad individual y -según el criterio político de quien en esos momentos este llevando la gobernanza del país-, implantar un pensamiento dirigido y suplantar al individuo en su libre albedrio.

La trampa es siempre la misma, la que les gusta empleara  los "socialistas de todos los partidos", como decía Hayek, apostillando a todas sus actuaciones la palabra mágica: "social".

¿Se distribuye la riqueza, se protege mas al débil, dándole un pez en vez de enseñarlo a pescar, fijando unos salarios tan altos (en su conjunto) que impiden la contratación sin ligarlos a la productividad, una política fiscal incautatoria que tanto perjudica al pobre como al rico, unas barreras a la contratación con una Seguridad Social altísima, una intervención en los mercados, que hasta el más mínimo movimiento está regulado impidiendo la libertad de contrato voluntario, de tal forma que los tan satanizados "mercados" sean una mera pantomima?

Y hablando de mercados, el financiero, tan necesario para las empresas, fija sus interés en satisfacer al Estado, que aplica las leyes a su conveniencia, comprándole toda la deuda que precisa y produciéndose un efecto crowding out (expulsión) para las familias y empresas, ya que el acaparamiento del crédito por parte del Estado no deja lugar a que este sea prestado a los que verdaderamente crean riqueza y empleo.

Podíamos continuar enumerando ejemplos, pero llegaríamos a la conclusión que todas las intervenciones públicas en pos de la redistribución de la riqueza y el bien común acaban en un mayor gasto público, que se financia a base de deuda, generando burbuja tras burbuja, alterando artificialmente los ciclos económicos. Porque nadie se para a pensar que esa deuda hay que devolverla, y hasta que la prima de riesgo no sobrepasa cifras escandalosas nadie cae en la cuenta de que, además de devolverla, los intereses de la misma nos hacen un buen roto en los Presupuestos de la Nación.

¿Es, pues, Alemania, con su libertad de mercado, con sus facilidades a la contratación, con su política de favorecer a la población apostando por la exportación e inversión (y no por el gasto público), con una deuda pública reducida, con su política de formación al trabajador, más proporcionadora de bien común, que las políticas de los países periféricos con sus intervencionismos y sus políticas acabadas con la palabra "social" que solo crean miseria?

A la vista está que es la teoría económica neoliberal (incluso, la austriaca) mucho más cercana al bien común (no la de Felber), pues forma al trabajador, fomenta la productividad y el esfuerzo e incluso los sindicatos y asociaciones empresariales, financiados con sus cuotas y no con dinero público, están más cerca de la encíclica Rerum Novaron de Leon XIII, que todos los políticos, empresarios y sindicalistas que van pregonando lecciones de ética, moral y excelencias de gestión para contravenir los más elementales principios a las primeras de cambio.

Además Alemania invierte una buena parte de su ahorro en los países de su entorno, favoreciendo la expansión de estos y fomentando el empleo (con su propia austeridad). De esta forma además de garantizar su Estado de Bienestar (no una Fábrica de Sueños: yo sueño y el estado me proporciona), lo hacen la de los estados periféricos.

Por esta razón, es Alemania la más interesada en que esos países no quiebren, pues es ahí donde tiene buena parte de sus ahorros y puesto que la creación de riqueza en ellos le supone una demanda de los productos que fabrican.

Lo que pasa es que la austeridad que Alemania exige a esos países, que no es más que la que ella predicó, ajustándose el cinturón, cuando los demás estábamos en plena orgía de endeudamiento, no se está aplicando donde verdaderamente está el quid de la cuestión. Se aplica sobre los débiles, fomenta el clientelismo político, no forma a sus trabajadores ni a sus ciudadanos, les elimina la libertad, subyugándoles bajo impuestos incautatorios, se rebajan las pensiones, se eliminan pagas, no se paga a los proveedores, haciendo que estos no puedan pagar a sus trabajadores y suministradores, con el consiguiente cierre de empresas, paro y desahucios. (una de cada cuatro empresas cierra por impago de las AAPP).

Y es sobre la propia clase política, sus privilegios, la megaestructura estatal, la enorme cantidad de empresas públicas y organismos sin contenido, que sirven de cobijo y pesebre para sus afiliados políticos, donde debiera de practicarse la mayor austeridad. Además, no cortan de raíz ni la corrupción ni el despilfarro. Prefieren perder un país y que su población sufra miseria, antes que perder sus privilegios y canonjías.

El estado español, en todos sus niveles administrativos, tiene un gasto anual de 490.000 millones de euros, que supone un 46% sobre el PIB nacional (1,063 billones de euros), pero como no reduce esta astronómica cifra, porque no quieren reducir su estructura de poder, ya que es la que les da la gobernanza y la posibilidad de permanecer a todos los políticos sin oficio, ni mérito ni experiencia en la economía real, y los impuestos son insuficientes, nos vemos abocados a pedir prestado (deuda pública) y como nuestros balance no es bueno, los prestatarios nos exigen una prima de riesgo (tipo de interés) arreglo a nuestra situación (a más riesgo de impago, mayor interés). Y lo malo de esto, es que la deuda hay que devolverla, antes o después, pero devolverla.

Los países periféricos deben acabar de enterrar a Keynes, quitar las manos sobre la economía y ésta, por si misma, saldrá a flote. La riqueza la crean las personas, el empleo las empresas. Rara vez el intento de un estado de suplir a la iniciativa de la persona, ha resultado exitosa.
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Miguel Pallardó Lafuente es empresario-ADE Universidad Católica de Valencia

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4 comentarios

juan de miguel diaz escribió
08/11/2013 11:02

Vamos hacia el desastre.Luego que no digan que no lo sabían,caso Canal 9

galaico67 escribió
15/06/2013 14:27

No hay comentarios porque no se pueden mandar las naves a luchar contra los creyentes...ha sido llegar a este parrafo y perder el interés: "Se distribuye la riqueza, se protege mas al débil, dándole un pez en vez de enseñarlo a pescar, fijando unos salarios tan altos (en su conjunto) que impiden la contratación sin ligarlos a la productividad, una política fiscal incautatoria que tanto perjudica al pobre como al rico, unas barreras a la contratación con una Seguridad Social altísima, una intervención en los mercados, que hasta el más mínimo movimiento está regulado impidiendo la libertad de contrato voluntario, de tal forma que los tan satanizados "mercados" sean una mera pantomima? Y hablando de mercados, el financiero, tan necesario para las empresas, fija sus interés en satisfacer al Estado, que aplica las leyes a su conveniencia, comprándole toda la deuda que precisa y produciéndose un efecto crowding out (expulsión) para las familias y empresas, ya que el acaparamiento del crédito por parte del Estado no deja lugar a que este sea prestado a los que verdaderamente crean riqueza y empleo. " Bueno, si ya tenemos a un señor catedrático de la cosa que pasa de que nuestro sistema fiscal recauda una chufa - a pesar de esos tipos fiscales incautatorios- y pasa del hecho de que estamos donde estamos porque la banca alemana quiere cobrar los prestamos hechos a la banca española ( deuda privada entre entes privados) sí o sí, con lo que nos han obligado a todos a convertir esa deuda en pública, pues "pa que leer". Si quiero doctrina sin sentido común, recibo a los testigos de Jehova. Tambien hay que tenerlos como el caballo de Espartero para despotricar contra la intervención pública siendo parte de la Católica de Valencia.

miguel pallardo escribió
13/06/2013 13:22

Para ver un ejemplo claro y bien definido de como pueden ahorrarse 135.000 millones de €/año, puede consultar el libro del Profesor Juan Ramón Rallo: Una alternativa liberal a la salida de la crisis. No es tan difícil...lo que pasa es que los políticos pierden privilegios y votos y claro al no tener donde ir, la mayoría de ellos, la no permanencia no es una alternativa

jose Miguel Jimenez Piqueras escribió
13/06/2013 10:27

Leo que no hay comentarios a esta noticia, y seguramente no las habrá. Es demasiado obvia para discutirla. Y lo mas sangrante es que la solucion nos la dicen diariamente empresarios como los Roig: elimina lo superfluo y con ese remanente asegura la paz social. ¿Se puede eliminar algo del 46% del PIB?

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