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Crisis, mentiras y cuentas anuales

MANUEL ILLUECA. 08/03/2010

La falta de transparencia del sector bancario español ha hecho correr ríos de tinta en los últimos meses. Y la verdad es que razón no falta para ello. Las cifras de morosidad que publican las cajas de ahorros resultan muy difíciles de digerir para un lector mínimamente interesado en la situación de nuestro sistema financiero

A pesar del dramático incremento del crédito registrado en los años previos a la crisis y la concentración de riesgos en la promoción inmobiliaria, el porcentaje de activos dudosos publicado por las cajas es prácticamente idéntico al de los bancos comerciales. Es más, en un contexto de destrucción de empleo, ¡la tasa de morosidad de las cajas descendió en el último mes!

La sombra de la sospecha se extiende aún más si tenemos en cuenta dos consideraciones. La primera es que las entidades financieras tienen incentivos a cocinar la tasa de morosidad porque de ella depende la estimación de las pérdidas por insolvencia que los bancos han de incluir en el resultado del ejercicio. Y la segunda es que, lamentablemente, la información contenida en las cuentas anuales de las entidades financieras no siempre permite despejar dudas sobre la evolución de las cifras de morosidad.

En muchos casos, desconocemos cuántos créditos se han reestructurado, carecemos de información acerca de los activos que se han canjeado por deuda y, sobre todo, no disponemos de información acerca de los activos dudosos que, por resultar fallidos, ya no están incluidos en la tasa de morosidad.

El resultado de la opacidad informativa de nuestros bancos y cajas de ahorros es exactamente el que cabía esperar. Prácticamente todos los meses aparece algún informe pronosticando la quiebra de buena parte de nuestro sistema bancario y reclamando una actitud más proactiva por parte del Banco de España, que parece estar ganando tiempo mientras se gestionan los procesos de fusión que nuestro sistema bancario requiere.

Precisamente en esta clave hay que entender el interminable listado de modificaciones introducidas recientemente en las normas contables de los bancos y cajas de ahorros españoles. Los continuos cambios en los criterios de cálculo de las provisiones por deterioro no parecen obedecer a criterios estrictamente contables sino puramente coyunturales. Una vez más, las normas de contabilidad han quedado supeditadas a los objetivos de la regulación prudencial, alejándose de la tradicional defensa del derecho del inversor a recibir información de calidad, fiable y relevante, para la toma de decisiones.

Se podría pensar que en nuestro país es más probable que se produzca una situación de este tipo porque, al fin y al cabo, un mismo organismo -el Banco de España- es responsable, al mismo tiempo, de velar por la estabilidad del sistema bancario y de emitir las normas de contabilidad aplicables a las entidades financieras. Pero la realidad es que en los principales países de nuestro entorno, la crisis actual también ha provocado un descenso significativo en la calidad de la información financiera emitida por los bancos.

Tras la debacle del banco norteamericano Lehman Brothers, y con el pretexto de "equiparar las reglas de juego" entre los bancos europeos y los norteamericanos, la Comisión Europea exigió al International Accounting Standards Board (IASB), organismo emisor de las normas internacionales de contabilidad, una reforma del tratamiento contable de los instrumentos financieros.

La supuesta equiparación de las reglas de juego consistió en autorizar a los bancos europeos a reclasificar retroactivamente sus activos financieros desde el 1 de julio de 2008. Al cierre del ejercicio, los bancos pudieron aplicar el valor de mercado a los activos que se habían revalorizado y reclasificar como mantenidos hasta el vencimiento a aquellos que habían registrado disminuciones en sus precios de mercado, sabiendo que en este caso el deterioro en el valor no quedaría reflejado en el beneficio del ejercicio.

Según un informe reciente del Committee of European Securities Regulators (CESR), el 48% de los bancos europeos cotizados disfrutaron en el ejercicio 2008 de este balón de oxígeno. Gracias a la generosidad de la Comisión Europea, pudieron eludir los números rojos, pasando de una rentabilidad negativa en torno a -1.4% de los recursos propios a una rentabilidad positiva de +1.3%.

En definitiva, la crisis nos ha instalado en una auténtica esquizofrenia contable. Por un lado, exigimos a la contabilidad que nos proporcione información prospectiva para calibrar debidamente el riesgo de insolvencia de las entidades de crédito. Pero, por otro lado, en cuanto afloran los problemas reales de insolvencia se produce un apagón contable, que hace del beneficio de los bancos una variable prácticamente imposible de interpretar. De este modo, se pretende gestionar pausadamente el timing de la necesaria reestructuración de la industria bancaria. Está visto que en las crisis, como en las guerras, la primera víctima es la información.

(Manuel Illueca es profesor de la Univetsidad Jaume I)

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1 comentario

Rafael Chiralt escribió
09/03/2010 09:55

La sombra de la sospecha sobre la exactitud de la valoración de los activos que bancos y CCAA han tenido que asumir ante los impagos que la crisis ha provocado, es un densa y alargada. Está en la calle y lo único que provoca la opacidad es una mayor desconfianza. Por no hablar de las actividades paralelas que han tenido que asumir, al afluir activos de forma inesperada, como agencias inmobiliarias, tiendas de vehículos de ocasión, etc, de dudosa rentabilidad económica para una entidad financiera.

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