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Mi sobrino Jorge ha tenido una suerte enorme esta semana. Es un treintañero que estudió artes gráficas en Tajamar, el centro concertado del Opus Dei en el populoso barrio de Vallecas. Jorge no es nada religioso; ni siquiera va a misa. De hecho, pasó por las aulas sin ser invitado a esos retiros donde se adoctrina a los potenciales miembros de la Obra. Deduzco que le dejaron por imposible. Desde la adolescencia ha llevado el pelo largo, viste con desaliño y en sus ratos libres toca la guitarra ensayando con un grupo de amiguetes. Podría decirse que es rendido admirador de Eric Clapton e ignora, a pesar de sus antecedentes en la formación profesional, la figura de San Josemaría Escrivá de Balaguer, quien ejerciera el apostolado en el Vallecas pre-Tajamar según sus biógrafos.

Pero no va esta crónica de desmitificaciones opusdeísticas, sino de la reforma laboral que en estos días, y en los próximos meses, es y será objeto del debate tripartito entre Gobierno, Patronal y Sindicatos, bajo la atenta mirada de centenares de economistas que, desde la distancia, proponen recetas más o menos afortunadas para paliar el creciente desempleo. Cualquier concepto de reforma parece positivo en un principio. Reformamos nuestros malos hábitos para ganar en salud. Reformamos la casa (y ahora nos lo van a subvencionar para estimular a las constructoras) con la intención de hacerla más habitable y moderna. Otras reformas se aplazan sine die, aunque suenen bien al oído. Por ejemplo, la de la Constitución o la tan recurrente de la Función Pública.

La reforma históricamente más sonada fue la que aplicó Lutero con la fundación del protestantismo. Significó, exactamente, una protesta, un desacuerdo con una Iglesia Católica que buena parte del clero europeo consideraba desnaturalizada y rígida. Toda acción suscita una reacción y contra la Reforma nació la Contrarreforma. Durante dieciocho años, se reunieron los máximos mandatarios católicos en la localidad alpina de Trento, presididos por cada Papa vigente, y reafirmaron en el largo concilio los dogmas de toda la vida, con algunos retoques a la corrupción eclesiástica.

LA PATRONAL, EN REBAJAS PERMANENTES

Tampoco va esta crónica de debates teológicos, sino más bien ideológicos. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que preside el debilitado patrón Gerardo Díaz Ferrán, monta de cuando en cuando su Contrarreforma al hilo de la discusión sobre la Reforma del Mercado Laboral. En general con propuestas de rebajas en todos los órdenes. Mengua en los salarios. Disminución de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, flexibilidad y abaratamiento en los despidos, exenciones y desgravaciones fiscales que beneficien a la Oferta (empresarios) y menos a la Demanda (consumidores). Frente a tales insinuaciones, los sindicatos exigen que no se toquen esas conquistas que tanto esfuerzo y sacrificio han supuesto para la clase trabajadora. ¿Y el Gobierno? Pues una de cal y otra de cal, para no indisponerse con las otras dos partes, aunque a la hora de dar caña apunte más bien a la patronal.

¿Con estos antecedentes cabe esperar posteriores divagaciones sobre la situación de los manufactureros orientales, y su ración diaria de arroz como principal fuente de energía alimentaria? ¿O acerca de las condiciones de los niños mineros en la Inglaterra victoriana? Por bagaje internacional, que no quede.

DOS PATINAZOS DE DÍAZ FERRÁN

Lógico, por otra parte que el presidente de la CEOE incurra en alguna que otra contradicción. No es sencillo aplicar, en una de sus propias compañías como Air Comet, el capitalismo más puro y duro. No ya rebajando los salarios (debería de hacerse al menos en el 1 por ciento, por convenio, declaró hace unos meses refiriéndose a España), sino dejándolos de pagar por las buenas. No se sabe si esta situación le quita el sueño, ya que los empresarios, "como una piña", le confirman una vez tras otra en el cargo, pero es fácil que maldiga, recién levantado, aquel desliz a micrófono abierto, cuando calificó como "cojonuda" a Esperanza Aguirre, sin la menor insinuación de travestismo.

Qué menos merece su protectora, quien le ha confiado importantes encargos desde la Comunidad de Madrid para que le cuadren las cuentas. Viajes Marsans organiza los viajes del particular Inserso montado por "la presidenta". O recordemos la explotación del los recorridos en autobús turístico, "Madrid Visión". De bien nacidos es ser agradecidos. En este sentido, Díaz Ferrán hizo algún donativo sustancial a Fundescam, la fundación del PP que corrió con los gastos electorales previos al tamayazo, campaña que entronizaría a Aguirre como baronesa comunitaria.

Pero el auténtico patinazo de aquel día aciago fue comentar al mundo mundial, sin percatarse de que se le entendía todo, lo siguiente: "El problema de la actual situación económica en España no es la grave crisis internacional, sino los años de Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero". Eso se llama pinchar en hueso. Pues se rumorea de Zapatero que ni perdona ni olvida a pesar de su perenne sonrisa.

Perdón. Con tanta referencia a las alturas, olvidaba comentar la enorme suerte de mi sobrino Jorge a la cual me refería al principio. De su penúltimo trabajo le reestructuraron al igual que a buena parte de la plantilla. Se ha tirado unos cuantos meses cobrando el subsidio de paro y, cuando los plazos de la prestación se agotaban, decidió lanzarse al mercado laboral. Ha enviado decenas de currículos sin resultado, hasta que a finales de febrero se le han presentado dos oportunidades por parte de sendas imprentas. Acuciado por la inminente falta de liquidez, aceptó la primera.

El empresario le hizo una prueba y luego le ha mantenido una semana a pleno esfuerzo, pero avisándole que no iba a cobrar un euro durante los primeros tiempos. Con semejante perspectiva, que mejora a la baja el contrato-tipo-director-de-relaciones-laborales-de-la-CEOE, se lanzó a la búsqueda activa en portales de Internet.

El resultado ha sido esperanzador. Desde el lunes 1 de febrero trabaja en una empresa de artes gráfica, localizada cerca de Madrid. Dieciocho mil euros anuales, transporte por cuenta de los empleadores y excelente clima de compañerismo. Jornada de 8 de la mañana a 5 de la tarde, con sábado y domingo libres. Tal como van las cosas, o como algunos pretenden que deban ir, ser mileurista en esas condiciones es un privilegio.

A veces la realidad corrige a la pesimista ficción patronal.