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VALENCIA. Lourdes Ferrando (Valencia, 1970), profesora de Derecho Mercantil, secretaria de la Facultad de Derecho de Valencia, asesora externa de Citibank y profesora en la UOC, Universidad Abierta de Cataluña, cuenta con una amplia experiencia en el sector académico. Observa que en los últimos 20 años el mundo universitario en España se ha burocratizado hasta límites impensables. Si a ello se le suma la masificación de las aulas y la escasez de medios, el Plan Bolonia puede ver hecho añicos sus objetivos en España.

Cree que es un despilfarro invertir en la formación de los jóvenes y profesores para luego mandarlos al extranjero a buscarse la vida. Es madre de dos niños, muy activa y siempre en busca de fórmulas para conciliar y sembrarles un buen futuro. Cuando puede, disfruta leyendo filosofía, escuchando música, o caminando por la montaña. Dejar la mente en blanco, dice, es un buen antídoto frente al estrés.

-De su curriculum llama la atención la gran cantidad de becas realizadas por todo el mundo, ¿es un requisito imprescindible para trabajar en España?
-En la universidad la vía principal de entrada como docente es a través de becas de estudio y formación. Aparte de las necesarias hice otras para incrementar el prestigio internacional lo que me llevó, junto a mi marido, que es también académico, a vivir en otros países. De hecho lo seguimos haciendo, ahora con niños. Casi todos los años y durante un par de meses. Es la mejor manera de conciliar y de paso aprender.

-¿En las universidades españolas se puede aprender?
-El mundo universitario en España es bastante burocrático y estamos asumiendo una carga de gestión, impensable hace veinte años. Las horas se pasan rellenando actas y formularios para poder acceder a cualquier ayuda europea.

-¿Hay ayudas españolas?
-Ahora no muchas y menos después del decreto Wert. Y las europeas son complicadas.

-¿Por qué?
-Porque aparte de cumplir con los requisitos para acceder a las líneas de ayudas, nuestra generación tienen el hándicap del idioma porque toda la documentación está en inglés. A veces los profesores nos preguntamos por qué no empezamos a hacer las cosas en español, dado que es el segundo idioma más hablado del mundo.

-¿Qué pasa con el decreto Wert?
-Que ha incrementado la carga lectiva de los profesores. Se les ha sancionado utilizando los sexenios para recortar sueldos e incrementar la carga de trabajo. Es decir, les han obligado a pedir incentivos de investigación, y por tanto a rellenar cientos de informes burocráticos, so pena de incrementarles la carga lectiva un 30% más el curso siguiente.

-Más que decreto parece un decretazo.
-Exacto. Al final entre las tareas burocráticas, la docencia, que me encanta y es mi vocación, pero no masificada, y la escasez de medios de la universidad, resulta difícil enseñar adecuadamente.

-¿Esto significa que los futuros profesionales serán peores?
-Esto es evidente. Desde hace unos años se trabaja con el plan Bolonia, que en su proyecto inicial era una buena idea, pero necesitaba para lograr su objetivo de medios económicos, que hoy no tiene. Así que con lo que hay fomentamos la participación de los estudiantes y les estimulamos el pensamiento crítico. Me gustaría celebrar seminarios temáticos de diez o quince personas, pero con una clase de 70 personas, y a veces más, es complicado.

-¿Un incremento de tasas, como ocurre en otros países, puede ser la solución?
-No lo creo. Es cierto que la educación superior no puede llegar a niveles de gratuidad total, pero sí que es verdad que hay que incentivar al estudiante para que rinda. Hay que encontrar un equilibrio entre tasas de primeras matrículas y tasas de los que no aprovechan los recursos públicos que se ponen a su disposición. Muchos de ellos desconocen lo que cuesta su plaza pública y lo que les cuesta a los bolsillos de familiares y vecinos "pelarse" una clase.

-¿El hecho de que al acabar de estudiar no encuentren trabajo puede ser una excusa para no estudiar?
-Puede, pero no debería. Lo cierto es que muchos tendrán que marcharse y desde mi punto de vista es nefasto. Estamos invirtiendo en su formación. Que es muy buena y de altísima calidad, como he comprobado cada vez que he salido fuera. Si después se tienen que ir fuera para trabajar es un absoluto despilfarro. Creo que muchos de ellos no volverán porque echarán raíces. En lugar de construir España en los últimos años está deshaciendo lo hecho. Sin dotación de plazas muchos compañeros, preparados y con ganas de trabajar, encuentran hueco en otras universidades. Dentro de unos años no habrá profesores preparados para enseñar.

-Como asesora jurídica del sector bancario y de varias asociaciones de consumidores, ¿quién es más culpable de lo que está pasando?
-Siempre digo a unos y a otros que hay que hacer un ejercicio de responsabilidad. Es verdad que los poderes públicos podían haber establecido normas de control más garantistas de los derechos de los clientes más desprotegidos. Pero era una época de bonanza que fomentó la desregulación. En crisis se ha visto que algunas entidades financieras han gestionado mal y desarrollado actividades especulativas en exceso que han hecho peligrar su solvencia y el dinero de las personas que invirtieron en sus productos. Productos que las entidades de crédito los podían comercializar internamente hasta que el Banco de España y otras entidades les recordaron que debían acudir a un mercado secundario para comercializarlos, el cual les daría el valor real. Este baño de realidad supuso comprobar que muchos de esos productos carecían del valor por el que habían sido vendidos. Así afloró el problema.

-¿Y esto les exime de la realidad ocasionada a los clientes?
-No porque la comercialización ha sido generalizada, agresiva y a veces por imposición. Se decía: "si usted quiere esta póliza de crédito debe firmar esto otro". Les vendían depósitos que no lo eran.

-¿Y al final de quién es la culpa?
-Evidentemente de quien ha realizado una comercialización incorrecta. El problema es que la estructura de muchas entidades de crédito ha conllevado que muchos de los que vendieron estos productos, no sabían ni lo que vendían. Esto pone en evidencia que los ciudadanos se tienen que formar más tanto en economía como en cultura financiera, porque no hay que firmar nada sin leer. Y cuando te lo ponen delante, saber que tienes derecho a llevártelo y consultarlo.

-¿Por qué la banca admite ser salvada y no se permite salvar a los que ha hundido?
-La banca tiene que ser responsable. Es cierto que ante la demanda de cualquier persona llegan a acuerdos y que los rankings de sentencias judiciales contra las entidades financieras favorecen a los consumidores. El ejercicio de responsabilidad supremo sería que devolvieran los ahorros robados y que fueran conscientes que estas cosas no se pueden hacer. Conozco directores de oficinas bancarias que han dejado su trabajo por no estar dispuestos a vender a sus clientes. Tienen que responder por lo que hacen. Es la única manera de aprender. Las entidades bancarias no pueden seguir engañando a la gente porque la respuesta que encontraran es la desconfianza en ellas de las personas.

-Últimamente hay un boom de anuncios publicitarios de entidades financieras, ¿esto hará que la gente olvide?
-No lo sé. El criterio que han seguido ha sido comercial. Obtener el máximo beneficio a costa del cliente. Hoy por hoy se siguen rigiendo por el mismo criterio. ¿Cómo se puede comercializar con unas preferentes sobre el plan de pensiones de una persona que acaba de rescatarlo, si son los ahorros de toda su vida? Eso no es gestionar adecuadamente los intereses del cliente.

-¿Qué futuro próximo les espera?
-Dudo que les recorten beneficios. Están compensando las pérdidas incrementando las comisiones. Los únicos recortes les llegarán a través del regulador y los poderes públicos. Limitando la retribución de los consejeros y entrando en una etapa de mayor control y regulación sobre todo en la comercialización de productos a minoristas.

-¿La bajada de impuestos anunciados por el Gobierno en un año de elecciones puede beneficiar al consumo?
-Preferiría no pronunciarme sobre cuestiones políticas porque no tengo ninguna ideología definida, ni he pertenecido a ningún partido político y lo único que veo es que es muy difícil actualmente confiar en un partido político. Desearía que hubiera un grupo de personas con conciencia social e inteligente capaz de diseñar un plan que nos sacara rápidamente de la crisis. Me gustaría que un grupo de personas me demostraran que están al servicio de la sociedad. De todos modos, últimamente soy bastante pesimista.

-¿Con las pymes también?
-Bueno, ese es otro tema. Las pymes están asfixiadas. Sin crédito y sin liquidez será difícil que salgan. La clave está en darnos cuenta que es una estructura básica para este país. Ello implica ayudar, incentivar y ser flexible con los compromisos financieros exigidos e impuestos.