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LA OPINIÓN PUBLICADA

Alberto Ruiz-Gallardón, el camaleón del PP

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA. 19/05/2013

VALENCIA. Entre los múltiples frentes que tiene abiertos el Gobierno, uno de los más sorprendentes es el que se ha abierto por su flanco izquierdo, mediante la figura de su ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Gallardón está promulgando una reforma de la ley del aborto que deje sin efecto la reciente ley de plazos socialista, pero que, además, insinúa claramente el ministro, busca ir más allá, eliminando incluso supuestos reconocidos en la histórica ley del aborto de 1985.

Una reforma, por tanto, radical en sus planteamientos, y que nos retrotraería a épocas pasadas. Tanto es así, que la propuesta de Gallardón no sólo ha generado la oposición de los demás partidos políticos y de diversos colectivos sociales, sino también notables disensiones internas en su propio partido.

Por ejemplo, el portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael Hernando, ya ha manifestado su desacuerdo con Gallardón, indicando explícitamente que no sería bueno ir más allá de la ley de 1985 en la reforma propuesta por el ministro. La oposición de otros dirigentes del PP, históricamente favorables al aborto, como Celia Villalobos, también es notoria. Al mismo tiempo, Gallardón ha recibido el apoyo de la Iglesia Católica y de diversos grupos de activistas contrarios al aborto, que incluso han sufragado una campaña publicitaria en apoyo del ministro de Justicia, con vallas en las principales ciudades españolas.

El aborto es una cuestión compleja, sin duda, en la que resulta perfectamente comprensible defender posturas contrapuestas. Pero no lo es tanto que el responsable de redactar los términos de la ley se ubique en una posición tan extrema. En particular, si tenemos en cuenta que no se conocía, hasta ahora, esta faceta de Gallardón como firme detractor del aborto. Aunque tampoco sorprende: casi todo, en lo que se refiere a Ruiz-Gallardón, tiene más que ver con sus ambiciones políticas y su sentido de la oportunidad que con sus convicciones (en el caso de que las tuviera).

Esta capacidad de mutación, de adaptación, es una de las razones, precisamente, por la que el ministro genera tanto rechazo en diversos sectores del PP, precisamente aquéllos con los que ahora busca congraciarse con esta reforma legal. Una medida más que necesaria en el camino emprendido por Gallardón, que no es otro que postularse como posible sucesor de Rajoy. Aunque sólo sea para estar ahí y que se le tenga en cuenta como recambio. Por si acaso.

De "niño mimado" de Fraga a "ojito derecho" de Prisa

La trayectoria de Ruiz-Gallardón en política es larga y, sin duda, fecunda. El ministro comenzó muy pronto su carrera política, pues fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Madrid en 1983, cuando sólo contaba con 24 años. Pocos años después, en 1986, ascendió a la Secretaría General de AP, el segundo puesto en el escalafón del partido (sólo por debajo del presidente, Manuel Fraga), en el que sustituyó a Jorge Vestrynge, nuestro escrachador favorito (otro político español cuya trayectoria ha experimentado vaivenes más que llamativos).

Tras la refundación de AP en 1990 como Partido Popular y la llegada de José María Aznar al poder en el partido, Gallardón se consolida como un importante referente del PP. Como tal, comparece ante los periodistas en 1993, tras las Elecciones Generales en las que (contra pronóstico) el PSOE de Felipe González había logrado de nuevo la victoria, para hacer una velada acusación de pucherazo electoral que, finalmente, no pasó a mayores.

Hasta entonces, Gallardón es uno más de los dirigentes de la derecha española, a lo sumo algo significado, en lo ideológico, por su conservadurismo. Pero precisamente en esos años, caracterizados por sus debates con Joaquín Leguina en la Asamblea de Madrid, y sobre todo a partir de 1995 (cuando logra la presidencia de la Comunidad de Madrid), Gallardón experimenta su primer giro sorprendente, y adquiere poco a poco un perfil mucho más moderado y liberal, en el que destaca su afán por cultivar la amistad de los medios de grupo Prisa (entonces mucho más hegemónicos que ahora en el escenario mediático español), con los que vive una auténtica luna de miel durante más de una década.

Precisamente por esta razón, Gallardón adquiere un perfil excesivamente izquierdista a ojos de una parte del PP, que lo considera una especie de "topo" del grupo Prisa y rechaza sus aspiraciones de liderar el partido. Se da la circunstancia de que, en ocasiones, Gallardón parece más popular fuera del PP que dentro. Los resultados electorales en Madrid le avalan, pero su peso específico en el partido es escasísimo.

Unos mimbres con los que resulta imposible que el dirigente del PP pueda lograr sus ambiciones en la política nacional y alcanzar algún día la presidencia del Gobierno, a pesar de su inteligencia y su capacidad discursiva, que son, sin duda, notables. Se trata, en suma, de un callejón sin salida.

Con Aznar y contra Aguirre

Es en ese momento, en 2003, cuando Aznar está acabando su segundo mandato y Gallardón lleva ya ocho años al frente de la Comunidad de Madrid, cuando el dirigente del PP se reinventa nuevamente. Y lo hace postulándose, según indicaciones del propio Aznar, como candidato a la Alcaldía de Madrid. Se trata de un momento difícil para el PP, acosado por la oposición pública a la guerra de Irak y con una situación interna un tanto convulsa, dado que Aznar ha de determinar quién será su sucesor. 

Con esta decisión, Gallardón da un vuelco a su posición en el PP: de verso suelto, pasa a convertirse en fiel bastión del aznarismo en la capital, y no sólo porque se presente a la alcaldía (y la gane) por órdenes del entonces presidente del Gobierno. La presencia en la candidatura de Gallardón, como número tres, de Ana Botella, la esposa de Aznar, pone muy nerviosos, durante un tiempo, a los candidatos mejor posicionados (Rato, Rajoy y Mayor Oreja).

Sin embargo, el paso de Gallardón a la alcaldía también supone la llegada de Esperanza Aguirre a la Comunidad de Madrid, tras el turbio episodio del Tamayazo, que -literalmente- birló la mayoría a la alianza de PSOE e IU y finalmente otorgó la victoria, meses después y mediante repetición de los comicios, a Aguirre. Y el desembarco de Aguirre, aunque inicialmente no lo pareciera, resultará, durante muchos años, muy nocivo para las aspiraciones de Gallardón, que quedará totalmente arrinconado en el PP de Madrid (con Aguirre controlando casi el 90% de los votos de la militancia).

Cuando en 2008, antes de la segunda derrota de Rajoy, Gallardón se postule para estar en las listas del PP para las Elecciones Generales y así entrar en el Congreso de los Diputados -una maniobra detrás de la cual, a nadie se le escapó, estaba su vocación de suceder a Rajoy-, Esperanza Aguirre logra desbaratar nuevamente sus planes por la vía de anunciar que, si Gallardón entra en las listas, ella también quiere estar (y por exactamente los mismos motivos que Gallardón), aunque ello resulte incompatible con la presidencia de la Comunidad de Madrid. Al final, Rajoy soluciona el problema por la vía, tan cara a él, de no hacer nada, y sencillamente no incluir a ninguno de los dos.

Con ello, Gallardón se queda confinado en la alcaldía de Madrid, cada vez más acuciado por el enorme déficit generado por su gestión, amante de lo faraónico, y que nunca logrará culminar con la concesión de los Juegos Olímpicos a Madrid (que ya va por el tercer intento). Pero poco a poco logra reorientar su situación en el PP, gracias sobre todo al fracaso de Aguirre en el congreso de Valencia de 2008, en el que ni siquiera llegó a presentarse como alternativa a Rajoy: la hostilidad de la enemiga común, Aguirre, acerca posiciones entre Rajoy y Gallardón. Y, con ello, el hoy ministro de Justicia se garantiza un puesto en las listas de 2011, y en el Gobierno.

¿Sucesor de Rajoy?

Es ahora cuando llega la enésima reivención de Gallardón. El de Justicia es un ministerio en principio agradecido, con poca conflictividad, pero Gallardón la ha generado, se ha hecho notar: primero, con su proyecto de imposición de tasas judiciales, y ahora con su proyecto de reforma de la ley del aborto. El ministro parece, de nuevo, un verso suelto, pero en esta ocasión a la derecha de su partido, y no a la izquierda.

Muchos ven en estas maniobras un nuevo afán de Gallardón por postularse como alternativa a Rajoy. De hecho, el periodista Raúl del Pozo afirmaba el pasado viernes en El Mundo que detrás de la afloración de los papeles de Bárcenas, y de las noticias que supuestamente están por llegar al respecto, puede estar el propio Gallardón, en un intento de socavar las posibilidades de sus rivales en el PP y de obligar, incluso, al propio Rajoy a dimitir (si finalmente aparecen pruebas de que cobró dinero negro). Tras lograr su objetivo, Gallardón, firmemente apoyado por el aznarismo, se postularía como hombre providencial y sucesor de Rajoy.

Una teoría un tanto alambicada, porque partiría de la base de que Rajoy, presidente del Gobierno, sería incapaz de atajar las maniobras de su subordinado. Y una cosa es no hacer nada, como es habitual en Rajoy, y otra no hacerlo ni siquiera cuando te están haciendo la cama. Aunque hay que reconocer que la teoría tiene el encanto de que, dado que detrás de Gallardón va Ana Botella... ¡También tendríamos vicepresidenta del Gobierno! ¡Dos por el precio de uno!

Sí que parece verosímil, en cambio, que este afán del ministro por adquirir un perfil propio dentro del Gobierno tenga por objeto la eterna -y evidentemente legítima- ambición de poder de Gallardón, de ser "Califa en lugar del Califa". O, al menos, cuando se vaya el actual "Califa". Aunque está por ver si logra reducir a niveles aceptables el rechazo que genera Gallardón en su propio partido y, sobre todo, en el entorno ideológico más extremista (conocidas son, por ejemplo, sus diatribas con el periodista Federico Jiménez Losantos, ventiladas incluso judicialmente).

#prayfor... Carmen Amorós, tras la senda de Andrea Fabra

El pasado miércoles, en el pleno de las Corts, se desarrollaba el convulso debate sobre la proposición del PP de rechazar la denominación "País Valenciano". Inmersos en esta vorágine del PP valenciano por encontrar algo a lo que agarrarse, dado que la economía más vale ni tocarla, la diputada del PP Carmen Amorós se destacó por una intervención en Twitter:

El problema era que los "numeritos" de los que se reía Amorós, enarbolados por los representantes de Compromís, se correspondían con la cifra de parados en la Comunidad Valenciana. Con ello, Amorós emuló a Andrea Fabra, diputada del PP en el Congreso de los Diputados, que tuvo su hasta ahora más destacada intervención pública cuando musitó un "que se jodan" que parecía dirigido a los parados españoles, aunque ella afirmó después que iba dirigido "a la bancada socialista". Aunque en este caso, al menos, Amorós reaccionó rápidamente, borrando su tuit y pidiendo disculpas por una asociación (el Gordo de Navidad y la cifra de parados) que -como parece obvio- en ningún momento buscó.
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Guillermo López García es profesor titular
de Periodismo de la Universitat de València
@GuillermoLPD

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2 comentarios

Fulano escribió
20/05/2013 12:04

Sería interesante ver qué consecuencias electorales podría tener una reforma radical de la ley del aborto. Yo creo que malas. Solo satisfaría a la parte más radicalizada de los votantes del PP. Una cosa curiosa es que a Gallardón le están apoyos inesperados de cierto sector progresista que estaría de acuerdo con suprimir el supuesto de malformación desde un punto de vista "politically correct" que defiende el paradigma de la "diversidad funcional" frente a la idea de discapacidad y está en contra de la medicina "rehabilitadora" (perdón por el abuso de las comillas, pero hacen falta todas).

jose escribió
20/05/2013 09:12

Leire Pajín, Pepe Bono, Ana Botella, ... son seres "deportables", perdón "deplorables". Pero es que lo de Gallardón es absolutamente de locos. ¿Qué lleva a una persona tan joven a ser tan, tan, hijodeput..? ¿Impotencia sexual? ¿orientación sexual no asumida? ¿es él mismo el producto de un aborto abortado? De verdad, poner tasas judiciales es como para llevarlo a un poblado gitano y decirle a todos que ha violado a una niña de ellos. Se iba a enterar de cómo funcionan las estrategias de resolución de conflictos diseñadas para no saturar la noble labor de la administración de Justicia. Saludos.

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