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Carlos y Alberto Hurtado Rivas en las instalaciones de la empresa

VALENCIA. "La vaca ya no daba más leche". La conclusión, tan dura como realista, la comparte Carlos Hurtado, gerente y refundador junto a su hermano Alberto, de Hurtado Rivas. Vinculada tradicionalmente al sector del mueble, esta empresa familiar de Picassent se replanteó su negocio después de tocar fondo en 2009 y hoy casi ha triplicado su facturación, vendiendo en medio mundo.

Cuarta generación de la familia al frente del negocio, cuando su padre, Julio, decidió jubilarse los hijos plantearon dar un vuelco a la actividad, centrada en la comercialización de maquinaria para la madera, y así poder crecer y convertir la empresa en un nuevo proyecto. Su idea era hacerlo a largo plazo, pero el estallido de la crisis les obligó a hacer tabla rasa.

Si en 2007 tenían una plantilla de 30 trabajadores, la caída de la demanda les obligó a ejecutar un expediente de regulación de empleo que redujo el personal a menos de la mitad. "Decidimos que no podíamos dejarnos llevar por la inercia negativa y empezamos a trabajar hasta crear una nueva empresa desde cero", señala Carlos Hurtado.

UN NUEVO COMIENZO

Si en 2010 contaban con una facturación reducida a dos millones de euros y 12 empleados, este año prevén superar los cinco millones de euros y ya dan empleo a 35 personas. Sin embargo, el camino no ha sido fácil y pasó por empezar a desarrollar producto propio y buscar nuevos mercados.

"Decidimos no hacer experimentos e incorporamos a la empresa a gente que aportara valor, como ingenieros y agentes comerciales expertos en otros sectores", explica Carlos Hurtado. Tras analizar el mercado, vieron que la industria de la alimentación tenía capacidad para resistir la situación y necesitaba automatizar procesos para reducir costes.

Sin dejar la madera, el vidrio, el plástico y el metal, emprendieron proyectos para distintas interproveedoras de Mercadona y con institutos de investigación, creando un departamento de ingeniería en el que trabajan siete ingenieros y para 2014 prevén la incorporación de otros tres.

Por el camino, pararon la empresa durante dos años y empezaron a desarrollar tecnología propia, orientada a la robótica. "En ese periodo de transformación no vendimos una sola máquina, pero lo tomamos como una inversión", advierte.

TRANSFORMACIÓN HACIA FUERA Y HACIA DENTRO

Además del mercado español, hicieron las maletas, literalmente, y se implicaron en los viajes del Instituto Valenciano de la Exportación (IVEX) y del Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Para 2014 esperan emprender negocios en Brasil, pero hoy ya están presentes en Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Turquía, Argentina, Chile, Perú, Colombia, México, Uruguay, Guatemala y otros países del Caribe.

A su vez, establecieron un protocolo familiar para dar a la empresa una entidad independiente a la de la familia, fijando un reparto de tareas entre los dos hermanos, permitiendo que otros miembros se desvincularas del negocio. Igualmente, fijaron que sus parejas no pudieran ser empleados y que sus hijos sólo se integraran en la estructura si tenían formación y si existiera un puesto disponible de su perfil en la compañía.

A sus 36 años, Carlos Hurtado reconoce que, visto en perspectiva y teniendo en cuenta el resultado, todo parece haber seguido una evolución natural, pero el proceso fue de todo menos fácil. Para los más íntimos dejan el recuerdo de las noches sin dormir, los largos viajes y los sinsabores gracias a los cuales son presentados hoy como un caso de éxito, aunque cada mañana hay que volver a empezar y seguir impulsado la empresa.