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Reúne espacios de formación y coworking que promueven la creación de empresas y proyectos. ¿Dónde? Aquí, en Madrid

MADRID. Siempre se cuenta que proyectos como Google o Apple echaron a andar en el interior de un garaje. Esto sucede en Estados Unidos. En España, algo así sería impensable. En primer lugar, porque la planificación urbana no tiene nada que ver con la estadounidense —allí hay más cocheras— y, claro, eso dificulta las cosas. En segundo lugar, porque, como respondía un emprendedor a Jordi Évole en uno de sus últimos 'Salvados', "aquí [en España] como intentes montar algo en un garaje, te crujen".

El (ex) 'Follonero' recogía aquellas declaraciones en el interior de un vivero de empresas del Ayuntamiento de Madrid que cuenta con ayuda y financiación por parte de la institución pública. Es esta, también, la encargada de prestar apoyo a los "garajes" de los que hablamos hoy: los espacios de desarrollo y creación tecnológica (y, en definitiva, I+D+i) que se encuentran bajo el paraguas de La catedral de la innovación.

¿En qué consiste este proyecto? La idea no tiene más de tres años, pero no ha sido hasta hace unos meses cuando ha empezado a funcionar a pleno rendimiento. De hecho, su principal edificio, y el que da nombre a la misma, está todavía en fase de remodelación, comenzando a amueblarse para ponerse en marcha a finales de este año, si se cumplen los plazos.

Mientras tanto, son ya cuatro sedes (más una, Hogar Digital), las que tiran del carro. Estas son MoR, Ciball, Vaguada y Alvarado. Simplificada al máximo, su función sería la siguiente: ofrecer un espacio gratuito a emprendedores para que estos intercambien conocimientos e ideas, dándoles la posibilidad de comenzar, allí mismo, su propia empresa. Pero esto es simplificando mucho.

Javier Catalá es el responsable de varios de los proyectos que han salido de estos centros. Desde el que da cobijo a los suyos, MoR (Madrid on Rails), en Vicálvaro, explica las claves de La catedral de la innovación y sus distintas 'naves'. Para empezar, son tres los pilares sobre los que se asienta el modelo: formación, mentoría y herramientas.

La formación se da mediante píldoras informativas gratuitas, abiertas a todos los ciudadanos, ofrecidas por empresas o particulares de manera desinteresada o promocional. Un carácter promocional que no quiere decir que allí cada uno vaya a vender su moto (que también, por qué no), sino que es una parte fundamental del sistema.

Los profesores de cada charla/taller no cobran por ello, lo cual hace que cada evento funcione a modo de encuentro en el que se ponen en contacto tanto personas interesadas en dar a conocer sus productos, modelos de negocio y sus propios conocimientos, como emprendedores con ganas de descubrir algún detalle acerca de estos o profundizar sobre algún tema en concreto. No obstante, el lema que aparece en los folletos de Ciball es: "¿Eres una empresa, una universidad o un ciudadano y tienes una idea, un espacio o una iniciativa innovadora? ¿Quieres que todo el mundo pueda escucharla?".

De esta manera, se usa un espacio público para ofrecer pequeñas dosis de "alto valor añadido" a los ciudadanos mediante la colaboración de instructores que vienen del sector privado con el objetivo de sumar o generar nuevas iniciativas privadas. Y vuelta a empezar. Porque así, la colaboración entre el sector público y el privado se mantiene en equilibrio, sin que uno llegue a pisar al otro. "Lo que hay que hacer", dice Catalá.

Podría pasar que alguna de estas reuniones sirviese para conectar a dos o más personas interesadas en desarrollar un proyecto compartido. Y aquí es donde entran en juego la mentoría y las herramientas que se ofrecen a los interesados desde las distintas sedes de la catedral.

Mediante la mentoría, una persona especializada en un tema o sector ayuda a validar modelos de negocio a otra menos experimentada para que, de algún modo, todos salgan ganando. Las herramientas, por otra parte, están bien a la vista: conceder allí mismo un espacio de trabajo gratuito, reduciendo costes fijos de manera notable, haciendo que tanto los costes de oportunidad como los de transacción tiendan a cero.

"A cambio ofreces formación", matiza Javier. "Coges del procomún y ofreces al procomún". "Se incrementa la capilaridad", continúa. Tiene sentido. La posibilidad de llevar cosas al mercado crece exponencialmente en un espacio de coworking, donde la persona que se tiene al lado puede ser útil para el proyecto del otro y viceversa, pudiendo sumar los contactos del primero con los del segundo a la hora de promocionar el producto.

El coworking es la clave. Es un "banco de peces", en el que se llega a más clientes a través de más clientes. Es, en esencia, una cooperativa con la diferencia de que en estas "todos hacían lo mismo" mientras que en un ecosistema de coworking las funciones son más diversas.

Este modelo de trabajo nacido en San Francisco se daba ya en 2012 en más de 40 espacios "sólo en el anillo de la M-40", explica Javier. Y gracias a una controvertida reforma laboral y a una vergonzosa cifra de más de un 50% de paro juvenil, se está empezando a instaurar en España como única salida (por sus bajos costes) y, por suerte, como vía de éxito (aunque, quizá, para vender más fuera que dentro de nuestras fronteras).

La catedral no es solo coworking, pero son muchos los ejemplos del buen funcionamiento de este método y de las posibilidades que se ofrecen a través de sus sedes. Oiga.me, proyecto de ALabs (transparente y realizado con hardware y software libres con el apoyo de la gente de CodeCantor), quedó cuarto en el certamen de los Premios Bobs de este año, unos galardones que reconocen los méritos de plataformas y páginas web que fomentan el debate público y la libertad de expresión.

También relacionado con esta santa sede de I+D+i se encuentra Prabee, un proyecto que inició "un chaval de 21 años", cuenta Estela, encargada de MoR, que pretende contribuir a poner freno al fracaso escolar mediante herramientas de mejora de la relación profesor-alumno. El día 17 se explicarán estas y otras propuestas educativas en una jornada especial con motivo del Día de Internet.

Está —y ya salió antes— el caso de CodeCantor, un estudio de diseño y desarrollo web; el colectivo Blubber, creadores de productos audiovisuales "desde su fase inicial hasta su fase final"; Ratoncity, una comunidad online pensada para pymes, emprendedores y autónomos; De pyme a pyme con su "marketing para pymes"... Todos ellos ligados a la catedral (aunque no tengan ninguna vinculación con el proyecto en sí del Ayuntamiento de Madrid).

Puede verse un listado de espacios transformadores como los que han visto nacer estas ideas en la web de CoworkingSpain, en la que se van registrando las distintas oficinas de coworking que van surgiendo en España. La página cuenta, además, con una bolsa de empleo, y anuncia un macroevento en Barcelona para los días 24 y 25 de mayo en el que se explicarán las bondades de su 'filosofía'.

Ahora sí, volviendo a la catedral, Estela resume los últimos detalles de este ambicioso proyecto del Ayuntamiento de Madrid. Entre ellos, "impulsar la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), basándose especialmente en la cesión de espacios de encuentro gratuito para generar sinergias y networking dentro del sector. Sean pues, desarrolladores, emprendedores, universidad...". Y que así nazcan proyectos con la ayuda de la catedral, pero sin ser "parte de ella".

Mientras tanto, la actividad sigue en sus distintas sedes de la capital, con un calendario de actividades que puede consultarse aquí. ¿Cómo disminuir las posibilidades de fracasar con un negocio? ¿Qué es el CoffeeScript? ¿Qué es un Hackathon y por qué es casi obligatorio asistir al que organizan en MoR? Todas las respuestas, cómo no, en la catedral.