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UN TRANVÍA LLAMADO PURGATORIO

¡Viven! Dinosaurios en la Comunidad de nunca jamás

CRUZ SIERRA. 29/04/2013

UN TRANVÍA LLAMADO PURGATORIO

Cruz Sierra

Periodista
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No despega en lo económico ni en lo político y social esta comunidad autónoma demasiado lastrada por las viejas formas y un saco de plomo llamado corrupción

VALENCIA. Ya solo faltaría que por una mala jugada del destino fatal que nos acosa, la alcaldesa de Valencia, Dios no lo quiera, fuera también encausada como sus colegas de Alicante y Castelló por, mismamente, el caso Nóos. O sea, el ‘hat trick' perfecto que circula no sin sorna por las redes sociales. Ciertamente sería insoportable para la Marca Valencia. La gota que desbordara el vaso. Demasido años de asociación del concepto Valencia con el concepto corrupción sin que la clase dirigente haya hecho mucho por desvincularlos de una forma radical.

Pues sí, porque el vaso está a punto del desbordamiento, tan ocupados han estado llenándolo cazo a cazo los hombres, mujeres y ‘perlas' que gobiernan esta desolada Comunidad Valenciana desde hace casi 20 años. Lo último de lo último ha sido la canción triste de Rafael Maluenda tomando pastillas y abriéndose el pecho en canal poRafel Maluendar una exposición -unas inocentes fotografías históricas de hace treinta años- que reflejaba otros tiempos de nuestra historia reciente, aquellos felices años en los que la sociedad valenciana creía en su futuro como comunidad y en su país como ilusión. Ingenuos. Una exposición, au-dessus de la mêlée, organizada por el propio Partido Popular cuyos dirigentes, a veces, cuando se descuidan, les sale la vena de normalidad que todo político humano lleva dentro.

(Pasados los primeros minutos de la transición, pronto desembarcaron recién llegados del Mississipí los tahures que todos recordamos y de los que ya nos hemos cansado de hablar y que en tres lustros convirtieron este antaño ilusionado país en una lastimosa comunidad de vecinos cuyos cajeros automáticos más próximos se hallan ahora en La Castellana y en La Diagonal, no sin la inestimable colaboración de buena parte de la burguesía local, interesada compañera de viaje hasta que también ella entró en concurso de acreedores en justiprecio de sus pecados. Pero dejemos de flagelarnos más tiempo y bajemos el telón sobre estas heridas financieras que debemos permitir cicatrizar cuanto antes).

Así que, decíamos, mientras los dinosaurios volvían a asomar su cabeza por Les Corts, otros seres de la misma época -habría que hacerles la prueba del carbono 14- intentan en silencio disputarse las migajas sobrantes de aquellos grandes banquetes que fueron las cajas de ahorro. Unas migajas valoradas en un par de decenas de millones de euros, que no son mucho pero detrás de los cuáles subyacen las formas de hacer que aquí han prevalecido durante años. Me refiero a los obstáculos provincianos que se están poniendo en el camino de constituir una gran entidad sociocultural en torno a lo que todavía es hoy la Fundación Bancaja.

Intereses provincianos, o provincianistas -caciquiles, hablemos claro- están frenando uno de los pocos proyectos de carácter público/privado con proyección de marca valenciana, a levantar sobre las cenizas de los que fuera sistema financiero valenciano. Su destino se halla en manos del conseller Castellano y en las del propio presidente de la Generalitat. Sabemos que quieren. ¿Pero podrán? ¿Seguirán primando los intereses electorales sobre los generales, como podría temerse? El modo de resolución de este asunto enviará a la sociedad un mensaje diáfano -otro- sobre cómo quieren ser y cómo son en realidad los actuales dirigentes de la Generalitat.

(Mucho más grave que todo ello, no queda por menos que recordar con indignación y rabia la impunidad y silencio en los que aun se mantienen los sucesos relacionados con el accidente de la Línea 1 del Metro de Valencia. La contemplación este domingo por la noche del programa Salvados, en la Sexta, junto con las informaciones del diario El Mundo, en los que fue posible revisionar las falsedades y mentiras de los directivos de FGV ante la comisión de investigación de Les Corts, convierte en exigible la reapertura del caso y la aclaración de muchos extremos y mentiras vertidas sobre aquel trágico suceso).

Y después está la otra melé. La del Valencia SAD. Me lo comentaba el otro día un viejo zorro de lo que queda de la city: "¿Tú te das cuenta del absurdo de esta situación en el Valencia y su entorno? Dimite el arrogante presidente del club porque le cuestionan, luego el de la Fundación, del PP, en 15 días por más o menos lo mismo; lo reemplaza uno del PSOE que ya veremos; hay todo un vicepresidente de la Generalitat encargado de (intentar) arreglar el problema; Llorente, que aun no se ha ido, sigue enredando para ver si vuelve o al menos frena la auditoría; el presidente de la Diputación, Alfonso Rus, negociando con rusos para ver qué; y luego toda una nebulosa de vividores detrás de ellos para ver qué pillan mientras unos ‘fistros' de auditores se pelean para ver quién se lleva el contrato"...

La verdad es que mi amigo pintó un excelente retrato al óleo en tonos satíricos de ese gran espectáculo en el que se ha convertido la empresa -privada, recordemos- Valencia CF SAD. Muchos ya advertimos hace años que nunca debería haber salido de la esfera privada lo que a la esfera privada pertenece. Pero claro, había que poner a Valencia en el puñetero mapa y ahí estamos, señores y señoras. Soy un pequeño envidioso y el otro día sentí envidia cuándo me contaron cómo las acciones del Borussia Dortmund habían subido un 6% en la Bolsa de Frankfurt tras la paliza al Madrid, una subida que podría trastocarse en bajada en el hipotético -e improbable- caso de que en el Bernabéu la cosa fuera en dirección contraria. Pero siempre quedaría todo en el ámbito privado cuyos resultados dependen no solo de los marcadores sino especialmente del buen hacer y honradez de sus directivos.

Por un momento soñé conun  Valencia descolgado del presupuesto público, privado y bien gestionado. Listo para salir a bolsa. Eso sí que sería un chollo... y una apuesta para cualquier equipo gerencial que quisiera ponerse al frente. Fuera como fuese, dejaríamos de jugar con el escaso dinero púbico que nos resta (a Bankia, ‘el acreedor', le acabamos de poner entre todos lo españoles un pisito de 20.000 millones por culpa de aquellos manirrotos que en los primeros 2000 juagaban a ser dioses).

Mientras ese momento del Valencia a la europea no llegue, los caciques provinciales sigan campando a sus anchas, a los gobernantes les sigan temblando las piernas a la hora de tomas decisiones firmes y los dinosaurios dominen Les Corts, la marca Comunidad Valenciana continuará enfangada y sin posibilidades. Tal vez no estaría mal -a mediob plazo, claro- resetear la imagen valenciana y recuperar su marca histórica -ya desprovista de prejuicios políticos pertenecientes al siglo pasado- de País Valenciano. Pero disculpen el atrevimiento: solo citar esa posibilidad suscita tormentas que levantan olas de varios metros.

UN TRANVÍA LLAMADO PURGATORIO

Cruz Sierra

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1 comentario

29/04/2013 20:16

Buenas noches Cruz: anoche cometí el error de ver el Canal 6 sobre el accidente de metro de Valencia.Eso deberíamos haber visto todos aquellos que de alguna manera sin ser valencianos de nacimiento pensamos que es una comunidad generosa al menos con lo que llegan.Anoche he sentido vergüenza ajena por los "depredadores" que gobiernan Valencia no menos depredadores de otros signos que gobiernan en otras Comunidades.¡Cuando los valencianos dirán basta¡Porque yo voto en Valencia,yo me he tenido que "tragar" sapos de esos señoritos "o aceptas esto o te lo quitamos" así por las bravas y corría el 2005.- Tu, que como yo eres inmigrante de "tierra adentro" conoces muy bien todos los "pajaritos" que han comido de esa Generalitat y han volado.Espero que, tu artículo sea leído y que a muchos se les revuelvan las tripas.- Un saludo Alejandro Pillado Marbella 2013

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