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La decadencia del frac

MANUEL MUÑOZ. 13/04/2013 Las orquestas y los directores prescinden progresivamente de la etiqueta de principios del siglo XX como uniformidad invariable

The King's Consort, que actuó en el Palau de la Música de Valencia en marzo

VALENCIA. Se suele decir que el hábito no hace al monje, pero parece que en el ámbito de la música mal llamada clásica la costumbre es la etiqueta rigurosa, marcada indefectiblemente por una vestimenta que ya es difícil de ver en cualquier lugar que no sea una sala de conciertos: el frac, con pantalón y levita negros, camisa y pajarita blancos y chaleco del mismo color para los caballeros.

Las señoras tienen una mayor libertad, con el negro como base en trajes que van desde al largo hasta los de chaqueta y falda corta o una variedad de atuendos con pantalones. Esta especie de uniforme lo emplean invariablemente la mayoría de las orquestas del mundo, lo que sin duda no ayuda a la comunicación de este tipo de música con las generaciones más jóvenes de aficionados, que no frecuentan excesivamente las salas de conciertos.

Gustavo Dudamel

Voces muy autorizadas del mundo de esta música, como Norman Lebrecht o Alex Ross, han criticado el ceremonial excesivo de las salas de concierto y la uniformidad de unas personas que, instrumento o batuta en mano, visten casi como en el siglo XIX e interpretan obras cuya fecha de composición no suele ir mucho más allá de la primera mitad del siglo pasado.

Atuendos más cómodos y funcionales

Sin embargo cada vez más se observa un alejamiento de la uniformidad del frac en las orquestas (y también en solistas y conjuntos de cámara) en favor de atuendos más cómodos y funcionales. Un sector que desde hace ya unas décadas apostó por el abandono del frac es el de la música antigua y barroca, de manera que en grupos como The King's Consort, que tuvimos ocasión de ver y escuchar hace poco en Valencia, y en otros muchos de esa especialidad es frecuente el uso del traje negro o gris marengo con camisa negra o blanca. Y cada vez más se utiliza entre pianistas y conjuntos de cámara.

Daniel Barenboim

Por cierto que entre los solistas y grupos de cámara se puede encontrar a quien no abandona el frac estricto, como Sokolov, junto a quien sin dejar la etiqueta prefiere un atuendo más moderno como el smoking. Me refiero, por ejemplo, a Evgueni Kissin o el Cuarteto Emerson.

El blusón negro para el foso

Entre las orquestas de foso, es decir, de teatros de ópera, parece imponerse en los últimos tiempos la camisa o blusón de color negro, mucho más funcional que el frac. En la primera opción están, por ejemplo, las orquestas del Teatro Real, de la Maestranza de Sevilla o de la Ópera de Lyon, mientras que la del Palau de les Arts, continúa fiel a la tradición del frac.

Pierre Boulez

En cuanto a los directores, quizás son el ejemplo más claro de que se han roto las reglas. Por ejemplo Daniel Barenboim, que en los años setenta y ochenta era extremadamente fiel al frac estricto, ahora se inclina por unos trajes de levita larga, distintos del frac clásico, que combina con camisas invariablemente sin corbata. Pierre Boulez alterna el smoking con el traje de calle gris oscuro, y Claudio Abbado utiliza en ocasiones el smoking aunque no ha abandonado del todo el frac.

Lorin Maazel dirige últimamente con smoking y camisa de cuello alto sin pajarita. Más rompedores son directores como Andris Nelssons, Marc Minkowski o Walter Weller, que prefieren el cómodo blusón negro. Y en cuanto a las orquestas sinfónicas, algunas de miembros jóvenes, como la West-Eastern Divan o la Simón Bolívar de Venezuela visten invariablemente de calle, con traje gris oscuro y corbatas de fantasía en el caso de los caballeros.

No sé si ayudará a la difusión de la música, pero parece que el frac como uniforme de las salas de concierto está en franca decadencia.

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