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El nuevo dueño de Banco de Valencia estudia fórmulas para cumplir con Competencia sin dejar de influir en ninguna de las dos concesionarias 

VALENCIA. La lógica de CaixaBank es aplastante: lo que ocurre en Aguas de Barcelona (Agbar) lo sabe y lo sabrá gracias a la buena relación que mantiene con Suez, el accionista mayoritario de la concesionaria hiráulica en la que controla el 24%. Lo que ocurre en Aguas de Valencia (AVSA) no tanto, y menos si deja de estar en el consejo de administración. La solución, por tanto, para estar al tanto de lo que ocurre en sus participadas sin incumplir con el dictamen de Competencia es dejar sus puestos de consejeros en su histórica filial catalana para sentarse en el de la valenciana. 

Este razonamiento, que desde el banco de La Caixa no se comenta en ningún sentido, lo realizan fuentes conocedoras de la compleja historia que arrastra AVSA desde hace más de dos décadas y que entra ahora en una nueva etapa: la llegada de los nuevos socios a la concesionaria que preside Eugenio Calabuig. "Aunque parezca extraño que vayan a dejar el consejo de Agbar por su peso histórico en la empresa, lo cierto es que precisamente por esa ascendencia sobre el actual socio mayoritario [Suez] le permite dejar esos puestos para concentrarse en AVSA", explican las mismas fuentes. 

La compra de Banco de Valencia por CaixaBank supone que la entidad catalana pasa a ser la propietaria del 30% del capital de Aguas de Valencia, aunque lo hace de forma indirecta. Esto es así porque la participación de Banco de Valencia y de Eugenio Calabuig están sindicadas en una sociedad creada a tal efecto: Inversiones Financieras Agval. En esta empresa, el empresario castellonense tiene el control tras un polémico acuerdo entre los dos socios que hoy está judicializado a instancias del FROB, que intentó romperlo sin éxito.

A las malas relaciones entre los socios de Agval hay que unir el choque frontal que vive la sociedad con el tercero en discordia, la francesa Suez, propietaria del 33% restante. Este socio, que llegó con la salida de Saur del capital de AVSA, se convirtió desde el principio en el convidado incómodo dada su doble condición de socio en la valenciana y en Agbar. Calabuig vetó desde el principio su presencia en el consejo de la sociedad al entender que jugaba a dos barajas: Agbar y AVSA.

LA ESTRATEGIA DE DESBLOQUEO DE LA CAIXA 

La más que probable entrada de La Caixa en el consejo de Aguas de Valencia persigue, según las fuentes consultadas, desbloquear este conflicto. La intención de la entidad que preside Isidre Fainé es conseguir, a medio plazo, encontrar una solución tanto para su propia participación en Inversiones Financieras Agval, para cuya venta es necesario pasar por un tanteo en el que Calabuig tiene derecho preferente, como para la de Suez, atrapada en una empresa en la que no tiene capacidad de gestión y por cuya parte pagó un precio fuera de mercado. 

"La solución pasa por, con el tiempo, alcanzar un acuerdo con Calabuig para desbloquear esta situación", aseguran las fuentes consultadas por ValenciaPlaza.com. Para ello, hay dos opciones. La preferida por el empresario castellonense sería que saliesen del accionariado, vendiéndole su participación.

Sin embargo, por el movimiento apuntado por La Caixa al optar por sentarse en el consejo, la intención de al entidad catalana iría más por encontrar un acuerdo que permita a su socio en Agbar, Suez, tomar el control de AVSA. Aunque Competencia entiende que en el caso de CaixaBank existe un conflicto por su presencia en las dos empresas de agua, lo cierto es que Suez ya pasó ese filtro cuando compró la participación en la concesionaria valenciana, por lo que de alcanzar un acuerdo con Calabuig se abriría la puerta a una concentración.