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VALENCIA. La Asociación Técnico Empresarial de la Construcción de Elche (Ateco), una patronal sectorial mediana miembro de la provincial alicantina Coepa, se ha declarado en concurso de acreedores. Aunque la práctica totalidad ha ejecutado repetidos expedientes de regulación de empleo y ha cerrado oficinas, en este caso se ha dado el paso de reconocer la incapacidad para cumplir con sus acreedores.

Mientras renegocia con las entidades financieras y sus proveedores, la organización que preside José Quiles se ha comprometido a seguir sirviendo a sus socios en los aspectos en los que tenga capacidad de ayudarles. Su situación es similar al del muchas otras. Fundada en 1995 al calor del auge del sector, los empresarios del sector de la zona decidieron poner en marcha su propia herramienta de representación.

Mientras el negocio se multiplicaba, los ingresos de la organización gracias a las nuevas altas. Con más de 200 miembros, empezó a plantearse proyectos ambiciosos y decidió compara una nueva sede de 500 metros cuadrados en al Avenida de Alicante. El sector privado tiraba y la carga de trabajo procedente de la construcción de nuevos inmuebles, especialmente los turísticos, parecía asegurar que los buenos tiempos durarían de forma indefinido. Pero no fue así.

DEUDA, BAJAS Y SEDE NUEVA POR PAGAR

A día de hoy, José Quiles preside desde mayo de 2011 una entidad con apenas medio centenar de asociados que están sufriendo en primera línea el derrumbe del negocio del ladrillo y ha de saldar unas deudas de 170.000 euros con los activos disponibles. Su intención es que la organización sobreviva, aunque sea con una infraestructura mínima.

El proceso sufrido por esta patronal es un caso extremo, pero no único. Muchas pequeñas y mediana organizaciones han prescindido de la totalidad del personal y limitan su sede social al despacho del abogado que le lleva los asuntos a modo de buzón.

En algunos casos, el fin de las subvenciones públicas en pos de las que nacieron han dejado sin justificación a la entidad frente a buena parte de los asociados; en otros, sus socios se han quedado reducidos a la mínima expresión ante la dificultado de pagar la cuota cuando a duras penas se llega a cubrir lo fundamental para "subir la persiana", según apunta gráficamente un empresario.

RACIONALIDAD A LA FUERZA

Mientras que las provinciales y algunas de las sectoriales clásicas defienden su existencia, a pesar de las estrecheces generadas por los impagos públicos, por la utilidad social y la conservación de una masa crítica mínima; muchas de las que nacieron entre mediados de los años 90 y en la primera década del siglo se han quedado en muchos casos "sin tierra bajo sus pies".

Las que tiene más riesgo de verse abocadas a la irrelevancia, cuando no a la desaparición, son muchas de las sectoriales comarcales y locales de sectores como el de al construcción, la promoción o la industria que no cuente con una relevante presencia internacional que permite afrontar al atonía del consumo.

De las grandes, la alicantina Coepa es la que está pasando por sus peores momento, con la sede a la venta, una plantilla estable reducida a poco más de una docena de personas y con la carta de presentar el concurso de acreedores dispuesta a ponerse sobre la mesa en cada reunión de la junta directiva.

La racionalidad se está imponiendo a la fuerza, como reconocen distintos patronos que recuerdan esta proliferación de asociaciones y agrupaciones de antaño como reflejo de los tiempos que se han vivido en la Comunitat. Al final, otra burbuja.