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Madrid es puro teatro

ALEJANDRO RODRÍGUEZ / MADRID PLAZA. 16/03/2013 ¿La fresquera de una mantequería? Un teatro. ¿La casa de la portera? Otro. ¿Una cueva? Otro más. En Madrid nos sobra el teatro

El teatro se ha convertido en una clínica de personas sanas en una sociedad que padece. Una estresada compañera de profesión comentaba hace unos días lo mucho que le reconforta ir cada semana. Allí uno se olvida de la realidad, de la crisis... Una crisis que en buena medida ha transformado al teatro para adaptarse a las nuevas necesidades del público.

Rafael Clemente es el responsable de una de estas transformaciones. Rafael, de 31 años, fue el encargado de convertir una tienda de ultramarinos arrasada por el fuego hace más de 50 años en un nuevo espacio cultural bautizado en 1914 como 'La Victoria'. No lo hizo solo: le acompañaba Joel, de 32 años, y juntos decidieron conservar el nombre inicial del sitio al descubrirlo escrito sobre una de sus vigas de madera originales.

La parte superior de La Victoria

La Victoria (C/ Santa Isabel, 40) se compone de dos partes: la superior, una cafetería que funciona como sala de exposiciones y escenario de jazz (gratuito) los domingos, y la inferior. Rafael cuenta que "todo Madrid estaba conectado mediante túneles" hasta que, por orden gubernamental, la fresquera abovedada de la mantequería que ocupaba el subsuelo tuvo que llenarse de arena y taparse con hormigón. Hasta que él y Joel volvieron a recuperarla para crear la 'Sala Samotracia'.

Sala SamotraciaAsí, y desde hace tan solo cuatro meses, mientras que en la zona de arriba se sirven cócteles y tostas entre cuadros, fotografías y juegos de mesa, en la de abajo es posible ver obras de teatro, conciertos e incluso talleres de escritura (se prepara uno con la escritora Lucía Etxebarria) en un sótano con un aforo de unas 45 personas. Y todo a buen precio porque "hay que mover el dinero". "Hay que abrir espacios para que la gente pueda romper su rutina sin la 'planificación económica' que requiere ir a grandes teatros", explica Clemente.

Lo mismo debieron de pensar los impulsores de La casa de la portera, que este mes celebra su primer aniversario. No hay que ser un lince para adivinar el origen de su nombre. La casa de la portera se encuentra en el bajo derecha del número 24 de la calle Abades, en el madrileño barrio de La Latina. Y, efectivamente, se trata de la vivienda en la que vivió la portera del edificio hasta que José Martret y Alberto Puraenvidia decidieron darle un sorprendente enfoque para crear un espacio escénico diferente y alternativo.

La casa de la portera es un gran escenario en el que para el público no existe "cuarta pared". La acción se desarrolla en el interior de cada una de las salas de esta maravillosa vivienda-teatro donde el espectador se sitúa entre el decorado y es testigo cercano y directo de todo lo que sucede. Así ocurre con Iván-Off, la obra con la que inauguraron esta iniciativa un 8 de marzo y que aún hoy puede verse de viernes a domingo entre el resto de la oferta disponible: 'El amante', 'Las huérfanas', 'Ahora empiezan las vacaciones'...

Los 'padres' de La casa de la portera

Iván-Off es una versión "actualizada", dicen, de Ivanov, pieza de Antón Chéjov que, aunque no lo parezca, tiene mucho que ver con esta nueva ola de teatro madrileño. Chéjov fue un complejo dramaturgo y médico, experto en hacer un lúcido análisis de la realidad. Su obra es arte que retrata la Rusia de su tiempo. Y ahora, en pleno siglo XXI, también sirve para dar nombre a una curiosa obra de teatro: "Chéjov nos salvará".

Chéjov nos salvará | La XirguCon este título sacado de una pancarta que pudo verse en la última huelga general, Antonio Morales, autor de este proyecto de la compañía 'La Xirgu', pretende dejar bien claras sus intenciones: ante el desastre, siempre quedará la cultura. Lo cuenta Mélanie, de la Sala Triángulo (C/ Zurita, 20), en la que están programados este y otros espectáculos dentro del festival 'La Alternativa', que alcanza ya su 25ª edición.

La sala Triángulo no es nueva. En agosto cumplirá 25 años dedicados al arte dramático, pero gracias a propuestas como la de este festival, que conserva el espíritu de sus inicios, el de mostrar un teatro joven, contemporáneo y centrado en la realidad social, mantiene la frescura de sus primeros días. La sala, además, también tiene 'café-teatro', ciclos de danza, comedia, obras para bebés y... ¡Ah! No se olviden de llevar cualquier cosa que encuentren por ahí a la obra de Morales: "El público a veces trae cosas de la calle y se usa en el espectáculo", detalla Mélanie.

La escalera de Jacob

Este tipo de espectáculo atrevido, diferente y arriesgado llevado a su máximo exponente se encuentra también en La escalera de Jacob. Desde el año 2004 lleva haciéndose hueco en Lavapiés y desde hace algo menos, en La Latina, cuyo local está temporalmente de reformas (se prevé reapertura el mes próximo).

Estos dos locales gemelos con dos salas (cada uno) en su interior destacan por su aspecto de cueva. Son una cueva, vaya. Por esto su aforo no pasa de las 93 butacas. Jorge de las Heras, gerente y programador de estas dos 'escaleras' es quien habla de este decorado casi "de cine", capaz de albergar tanto monólogos de Ignatius, uno de los cómicos más bestias del país, como una programación infantil en la que participan hasta 16 compañías distintas.

La escalera de JacobObras como 'Las aventuras de un oso ritmoso' llevan seis años en cartel. Ignatius alcanza ya los cuatro. Y esta parrilla en la que se mezclan fijos, un festival de jazz-flamenco único en el mundo, ciclos anuales de cine y obras por un tiempo más limitado, ha conseguido llamar la atención de vecinos y de algunas personalidades. Como Mayor Oreja, que un día formó parte del público. O el príncipe Felipe y la princesa Letizia, que se pasaron una vez a ver 'El principito' "rodeados de vecinos de Lavapiés", cuenta Jorge.

Hablando de personalidades, el diputado de UPyD y también actor (y pedagogo, y tuitero) Toni Cantó fue uno de los encargados de estrenar el Teatro del arte, con la obra 'Razas'. Sucedió el 12 del 12 de 2012, fecha en la que la nueva dirección de este espacio se propuso abrir a toda costa.

Teatro del arteEl Teatro del arte llega pisando fuerte, con una programación de calidad y una atmósfera más próxima a la de un teatro "comercial" que a la de una sala alternativa, a pesar de sus dimensiones. Imanol Arias, por ejemplo, es el encargado de la producción que llevan los viernes y sábados por la noche. Una vez al mes es el turno de una asociación de actores con síndrome de Down, para quienes fue la recaudación íntegra de las 98 entradas que vendieron en su última función. Y así se va llenando el calendario de este espacio con sofás (no butacas) que ya tiene la vista puesta en septiembre. Les gusta tenerlo todo planificado.

De momento parece que la suerte les sonríe y ya han colgado varias veces el cartel de 'aforo completo', a diferencia de su predecesor, que no estaba en su mejor momento. Se trataba del Teatro de Cámara Chéjov (otra vez él), con unos 20 años de trayectoria. Pero no ha desaparecido, sino que se ha trasladado. Su concepto ocupa ahora un lugar mejor, más amplio, en la calle Mártires de la Ventilla. Lo hace de la mano de la Universidad Internacional de La Rioja, que mostró un gran interés por el proyecto a pesar de su propia crisis.

Otros que también han cambiado provisionalmente de espacio son los chicos de Kubik Fabrik, que este mes ocupan una de las naves de Matadero. En abril volverán a su ubicación habitual, en el barrio de Usera, donde seguirán con su iniciativa de carácter local y experimental, como Croquis, una oportunidad para el espectador de ver cómo se desarrolla y evoluciona una nueva creación con la posibilidad de hacer críticas y comentarios.

Las crisis, al final, no es más que un cambio. A mejor, a peor, para probar cosas nuevas... La semana pasada podía verse en los Teatros del Canal la obra 'Max Black', un espectáculo pensado para la gente que quiere alejarse de lo tradicional para prestar más atención a los sentidos. El Teatro Bellas Artes, por su parte, ofrece ahora 'La terapia definitiva', con Fernando Cayo, una función apropiada para el tiempo que vivimos en la que el actor hace de psicólogo con el público y analiza diferentes aspectos de la religión, de la vida humana, la represión, los impulsos, la culpa...

Un busto de Berlanga en el interior del Teatro ArlequínEl Teatro Arlequín se ha decantado por convertir su local de la calle San Bernardo en una especie de museo con pinturas y carteles de Carlos Berlanga y otros elementos que introducen al espectador de su musical, 'A quién le importa', en el ambiente de la época: la movida. Incluso se han montado un bar con "precios ochenteros" indicados en pesetas. Por no hablar del mini salón de belleza que ha plantado L'Oréal en la planta inferior para peinar y maquillar a quien lo desee los fines de semana.

Y en medio de todo esto, mirando al horizonte, la tradicional Noche de los Teatros, anunciada para el próximo 27 de marzo.Teatralia, el Festival Internacional de Artes Escénicas para Niños y Jóvenes, en IFEMA hasta el 24 de marzo. Ya ven: en Madrid no falta teatro.

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1 comentario

Pipo escribió
04/04/2013 02:13

El 21% no acabrá con el arte. Por más que lo intenten.

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