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Rebeldes (con causa) del piano clásico

MANUEL MUÑOZ. 09/03/2013 Algunos músicos, como los geniales pianistas Sokolov o Van Cliburn, viven o han vivido fuera del sistema al margen de criterios comerciales

VALENCIA. En el mundo de la mal llamada música clásica hay comportamientos extremadamente variados entre los grandes artistas. El pianista ruso Grigori Sokolov, que toca este sábado en el Palau de la Música de Valencia es, además de uno de los primeros del mundo, un artista algo singular y rebelde. Vive al margen del star system, graba y toca únicamente aquello que le interesa, lo hace solo donde quiere y suspende conciertos con frecuencia. Su carácter tímido, a decir de quienes lo conocen, no le impide, sin embargo, encadenar los bises o propinas cuando se encuentra a gusto con un auditorio.

Otros pianistas o directores se pliegan más a las exigencias de las casas discográficas, multiplican sus actuaciones por todo el mundo y graban series integrales de obras, que tienen mejor venta comercial y son más solicitadas que las composiciones aisladas. Me refiero a las sonatas completas de Beethoven o de Mozart, los Nocturos de Chopin, los conciertos para piano y orquesta de Beethoven o los de Brahms. Y me refiero también a pianistas geniales como Alfred Brendel o Wilhelm Kempff.

Grigori Sokolov

Sokolov, en cambio es de los artistas rebeldes que prefiere vivir al margen de este tipo de obligaciones. Tiene grabadas algunas sonatas aisladas de Beethoven, obras de Bach, de Chopin, de Rajmáninov, de Schubert, de Brahms en el sello Naïve y vive al margen de los grandes lanzamientos de pianistas como, por ejemplo, el chino Lang Lang, que ha hecho en los últimos tiempos un espectacular baile de casas discográficas entre las primeras del mundo.

Sus grabaciones se encuentran en Sony y Deutsche Grammophon. Y no se entiendan estas palabras en absoluto como una crítica a Lang Lang, que me parece un pianista excepcional.

El recuerdo de Richter

Quiero decir que la manera de hacer música, grabar y programar conciertos de Sokolov recuerda más a otro grandísimo genio ruso del teclado, Sviatoslav Richter, que, por ejemplo, tiene grabadas numerosas sonatas de Beethoven en lugares diversos pero nunca hizo una integral.

Este artista, al menos en sus últimos años, se hacía instalar una lámpara de pie junto al piano y tocaba en una sala casi a oscuras siempre con la partitura delante.

Cuando vino al Palau de la Música de Valencia en 1990 se sentó ante el piano y estuvo tanto tiempo sin comenzar a tocar que sembró una cierta inquietud entre el público. Luego supe que una de sus peculiaridades consistía en contar hasta cien antes de atacar la primera nota.

Sviatoslav Richter

Entre los pianistas de primerísima fila integrados en el sistema está el genial Daniel Barenboim, que, por ejemplo, ha grabado la integral de las 32 sonatas de Beethoven, uno de sus caballos de batalla, no menos de cuatro veces (Emi, Deutsche Grammophon, Decca).

Y también responde al esquema exhaustivo de grandes series integrales en su faceta de director de orquesta, como en el caso de las sinfonías de Bruckner, Beethoven, Brahms, Schumann en diversos sellos discográficos (Deutsche Grammophon, Teldec, Erato).

Van Cliburn, un americano en Moscú

Y todo esto recuerda el caso singular del estadounidense Van Cliburn, fallecido el pasado 27 de febrero a los 78 años de edad. Después de llegar a vender tres millones de discos de su grabación del Concierto para Piano número 1 de Chaikovski, con el que ganó el premio que lleva el nombre del compositor en su primera edición de 1958, se retiró a partir de 1978 y solo hacía muy contadas apariciones en público.

El Premio Chaikovski había sido instituido en la URSS en plena guerra fría para proyectar internacionalmente la gran escuela rusa de piano, que siempre ha contado con nombres muy destacados. Sin embargo fue precisamente Van Cliburn quien mejor tocó en su primera edición. Los miembros del jurado estaban tan preocupados que fueron a hablar con el presidente Nikita Jrushov, porque no sabían si darle el primer premio. Jrushov les dijo: "¿Es el mejor? Pues dénselo".

Su versión del concierto de Chaikovski es sencillamente apabullante. Con la Orquesta Sinfónica de Moscú y dirección de Kirill Kondriashin, incluye también el número 3 de Rajmáninov y el Rondó en la menor de Kabalevski. Su referencia es SBT1440 y está en Testament.

Recibimiento triunfal de Van Cliburn a Estados Unidos tras ganar el premio Chaikovski en la URSS

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