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¡Que alguien devalúe el euro!

MIGUEL A. RODRÍGUEZ. 22/02/2013

VALENCIA. En pocos meses las divisas que se venían fortaleciendo por el efecto de atracción que ejercían sobre los capitales, que buscaban refugio ante la incertidumbre financiera internacional, han dejado de ser tan atractivas.

La razón principal ha sido la actuación de las autoridades monetarias de los respectivos países, implementando políticas monetarias expansivas cuyo principal fin ha sido precisamente ese, es decir, debilitar sus divisas que en algunos casos se encontraban en máximos históricos.

Uno de los efectos causados por la crisis económica y financiera internacional de la que todavía no hemos salido en todas las regiones del mundo ha sido el de la creación de un inmenso flujo monetario, proveniente de la desinversión en activos de las zonas consideradas en peligro por razones puramente de crédito. O por miedo a un menor crecimiento, que durante todo este tiempo se ha movido por los circuitos financieros en busca de seguridad.

La consulta más extendida que los inversores o ahorradores de todo el mundo han realizado a los expertos financieros ha sido la de dónde poder colocar su patrimonio sin que corra riesgo de disminuir de manera significativa.

MALA ASIGNACIÓN

El miedo fue bajando escalones desde activos más sofisticados como titulizaciones o productos bancarios estructurados de alta rentabilidad, que perdieron una calificación crediticia segura y ahora sabemos que mal asignada.

Todo ello pasando por una renta variable que perdía valor por las mermadas cifras de beneficio empresarial en un contexto de depresión, hasta llegar al impago de deuda soberana dentro de un país de la eurozona.

Si bien el crecimiento económico se recupera en Estados Unidos -y China estabiliza su caída- es en Europa donde todavía ronda la incertidumbre y también donde se generó el nivel más alto de inquietud ante la posibilidad -cierta y considerada por los inversores- de que la moneda única desapareciera y que no tan solo Grecia sino que otros de mayor peso específico como España o Italia pudieran también tener problemas a la hora de hacer frente a su servicio de deuda.

PÁNICO EXTENDIDO

Es lógico, o mejor dicho coherente con los hábitos de los inversores, que en el punto más álgido de la crisis europea después del impago griego y cuando la rentabilidad de la deuda española de diez años se disparó por encima del 10%, el pánico se extendiera y desde los más grandes inversores como el fondo soberano de China hasta el más pequeño ahorrador huyera del euro hacia otras monedas consideradas más seguras y estables.

Esta fuga hacia una mejor calidad de crédito se convirtió en definitiva en una huida hacia la liquidez y las divisas refugio tradicionales como el franco suizo y el yen japonés son las que más se han revalorizado.

EXPORTACIONES DAÑADAS

Además también han sido las que más han tardado en mostrar un cambio de la tendencia de los últimos cuatro años. Un euro fuerte no es conveniente para ningún país de la eurozona y aún menos para los que como le ocurre al nuestro, la única vía de crecimiento actualmente proviene de las exportaciones.

La falta de una política de tipo de cambios de la zona euro es una más de las deficiencias que esta unidad monetaria tiene. Y la cerrazón alemana, por otra parte, que no cesa de poner obstáculos e impedimentos para que se lleve a cabo una política expansiva por parte del Banco Central Europeo, es el motivo por el que, no solo carecemos de política de estímulos en Europa sino que vamos a sufrir el efecto restrictivo de una divisa sobrevalorada sin que se tome ninguna medida para remediarlo.

El cambio de sentido tan brusco y radical en el discurso de Mario Draghi en tan solo un mes desde diciembre pasado hasta enero es una muestra fidedigna de lo que estamos viviendo.

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Miguel A. Rodríguez es analista de XTB

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