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‘Infantas', la mala sombra
de un libro que daña a la Monarquía
incluso haciéndole propaganda

ÁLVARO GONZÁLEZ. 14/02/2013 El autor José María Zavala recorre la accidentada biografía de las infantas borbónicas en un desafortunado intento de glosar la familia real

MADRID. Si alguien no conoce al escritor y periodista José María Zavala tal vez los títulos de sus obras puedan orientarle un poco: ‘Las mentiras de Felipe González', ‘Las mentiras de ZP', ‘Las apariciones de El Escorial' o ‘Así se vence al demonio'. También es destacable que ha escrito veinte libros en diez años, que no son los registros de César Vidal, pero que tampoco están mal. Y que ostenta un galardón único: cuando escribió ‘Alto y claro, conversaciones con Rouco Varela', el mismo arzobispo boicoteó su lanzamiento y censuró sus propias palabras pronunciadas "alto y claro", según rezaba la tapa. Un hecho insólito.

El libro fue vetado en la Cope y las librerías católicas lo devolvieron. Aunque se preste a chistes de toda clase, lo ocurrido fue más prosaico y muy propio de estos tiempos modernos de discursos volubles e interesados. Rouco no contaba con volver a ser presidente de la Conferencia Episcopal en 2008 y ya no le venía bien dar una imagen tan nacionalista como la vertida en esas entrevistas de aparición inminente. Sin más, solucionó el problema a las bravas y en la medida en que le fue posible: prohibió el libro. Como en siglos pretéritos.

En este caso, con ‘Infantas', gracias a la Fiscalía, las investigaciones de El Siglo sobre Iñaki Urdangarín y la prensa rosa, Zavala difícilmente podría haber escrito algo que importunase a la Casa Real. Una institución a la que ya no le sienta bien ni la propaganda más amable, como la reciente entrevista de Jesús Hermida al rey que compitió con La Hora Chanante y Muchachada Nui.

Este libro da una de cal y otra de arena. Hay propaganda y también chascarrillos, que flaco favor le hacen ahora a la institución. Por eso es muy recomendable. Si bien la narración ofrece unos meandros considerables y es bastante ligerita, muy lejos de una obra de referencia, tanto la acción u omisión de la típica publicidad monárquica deja momentos hilarantes, de mucha risa.

El rey y las pistolas

Por ejemplo, Zavala cuenta que Sabino Fernández Campo, fallecido jefe de la Casa Real, le relató en el exclusivo ‘Club Financiero Génova' cómo don Juan Carlos estuvo a punto de matarlo a tiros con "una pistola adquirida por catálogo fuera de España". Fue una desgraciada situación similar a la acontecida con su hermano, con la fortuna de que no abrió fuego contra él, aunque le apuntara de broma y luego disparase a una pared, que quedó "desconchada".

Del momento en el que acabó con la vida de su hermano en aquel lejano pero similar accidente, Zavala lo rememora por boca de la hermana del rey, la infanta Margarita. Según su versión, segundos después de producirse el disparo oyó que Juan Carlos le decía a su señorita de compañía mientras buscaban desesperados a Don Juan para darle la noticia: "Tengo que decírselo yo, tengo que decírselo yo".

Tampoco sale bien parado el monarca cuando se habla del Porsche 959 plateado de veinticinco millones de pesetas que le regaló el empresario y la postre presidiario Javier de la Rosa (el mismito escándalo que los trajes de Camps, el mismito). Juan Carlos, que se encontraba "como recién casado con el coche", hizo palidecer de pánico a José Antonio Alcina, preceptor del Príncipe Felipe, paseándole a velocidades insensatas.

Aniversario de la clausura del Expo

Fue el mismo Porsche con el que luego se salió de una curva en el Pirineo leridano en el 90 con su hija, la Infanta Cristina, que también iba de copiloto. La gracia llega en el momento en que les atendían en la Cruz Roja porque es ahí donde fue llegando la escolta poco a poco. La habían dejado rezagada en la carretera.

Superpoderes reales

Pero es mejor cuando llega la propaganda dura. En una ocasión, los servicios de seguridad alertaron a la reina de que ETA quería secuestrar a la infanta Cristina cuando era adolescente, en 1984. Los agentes plantearon que ellos podían velar por su seguridad en la calle y a la salida del instituto, pero no dentro del aula. Entonces doña Sofía replicó: "¿Y quién está en la clase?". "Los alumnos", le dijeron. "Pues ellos la defenderán", concluyó muy ufana la reina, según este relato. ¿Sería amiga de Batman?

De todas formas, la anécdota más heroica, propia esta vez de Superman, corresponde a la infanta Elena. Estando en también clase, narra Zavala, en el Colegio Santa María del Camino, una alumna le dio un codazo sin querer mientras hacía ganchillo. Tuvo tan mala suerte de que la aguja se le fue a clavar en el ojo, pero fue ahí donde quedaron patentes sus superpoderes cuando se dirigió hacia la profesora a pedir ayuda: "Incorporándose con pasmosa serenidad -dijo- ¿me puede quitar esto del ojo? Me he pinchado".

Franco, por supuesto, también sale a relucir. La hermana ciega del rey, la aludida Margarita, una vez le contó un chiste a Don Juan que tenía al Generalísimo como protagonista. Su padre le dio un bofetón: "Muchas veces le oí decir que Franco era el jefe del Estado y por lo tanto no teníamos derecho a hablar mal de una persona que, en definitiva, dirige nuestro país", explicó. ¿Y si hubiesen ganado los republicanos?

De su hermana Pilar el libro también incluye un informe de los Servicios de Inteligencia de Franco que comentan su aspecto en su puesta de largo en 1954: "No llevaba medias, tenía el traje manchado en la espalda y el collar era excesivo para su cuello". Con razón su padre "a los 17 o 18 años compró una barra de labios y la pintó él mismo", remata Zavala.

Corrupción y ceses temporales de la convivencia

Encima, por todo el mundo es sabido que luego Pilar se casaría con Luis Gómez Acebo, involucrado en escándalos urbanísticos. Uno en Móstoles, otro en Vallecas y al final de su vida también uno en Baleares. Están todos muy bien explicados. Pero la mejor hazaña en este sentido es de ella. Organizó un festival benéfico en Portugal en diciembre de 1967 para reunir fondos tras las inundaciones de Lisboa. Cuando fue a entregarle al dictador Oliveira Salazar el sobre con el dinero, resulta que los billetes eran papeles de periódico. Se le habían olvidado en casa, la excusa el biógrafo, pero el epígrafe se titula "Tocomocho".

Otros datos que le hacen a uno arquear la ceja es que la Familia Real protagonizó, antes de que empresarios corruptos les regalaran Porsches y todo eso, un anuncio de leche condensada ‘Carnation' que fue a parar nada más y nada menos que a todas la vallas publicitarias de ese buen país que es Irak. Un dato que sale a relucir para cuestionar las críticas de Jaime Peñafiel cuando se metió con Urdangarin por anunciar Cola Cao. Del célebre yPilar de Borbón y Luis Gómez-Aceboerno y sus problemas con ‘Nóos' (intelecto) y ‘Aizóon' (siempre vivo) sí atribuye al socialista Antoni Josep Diéguez haber destapado los pagos de Matas a su fundación, aunque no le ha dado por investigar por qué el diputado balear dejó de hacer preguntas incómodas para la Corona.

La parte más divertida, en cualquier caso, pertenece a las infantas más antiguas. Como María Josefa, que se rompió las dos rótulas. Primero una y luego otra, cuando ya estaba curada la anterior. Y un fenómeno monárquico hispano muy interesante y actual. El tabú del divorcio, ese gracioso eufemismo "cese temporal de la convivencia". Antes tampoco lo reconocían abiertamente. Dice Zavala que Isabel II logró separarse de Francisco de Asís, supuestamente homosexual, gracias a la Gloriosa, la revolución de 1968, después de conseguirle una generosa pensión.

Algo parecido ocurrió con Alfonso XIII, que aprovechó para separarse la llegada de la República en 1931. Resulta curioso imaginarle gritando "eureka, eureka" mientras partía destronado al exilio porque así al menos había logrado librarse de su mujer. Pero aún más sinuoso es pensar si el actual jefe del Estado no habrá tramado exactamente el mismo plan.

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1 comentario

delvaux escribió
20/02/2013 16:47

La Gloriosa es de 1868. Se le ha ido una cifra.

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