X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA

Dos formas de morir

JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO. 09/02/2013 "La fotógrafa china Li Yang captó el instante en que una mujer ataviada con un traje de novia acababa de saltar al vacío..."

Las teorías del caos

José Martínez Rubio

Becario de investigación en la Universitat de València
Artículos anteriores

Comparte esta noticia

VALENCIA. La fotógrafa china Li Yang captó el instante en que una mujer ataviada con un traje de novia acababa de saltar al vacío desde lo alto de un edificio. El cuerpo alado de la mujer, con su rostro cubierto por el cabello y cegado por la desesperación, abría su vuelo de falda blanca como un ángel a punto de volar hacia la muerte. Sin embargo, una maraña de brazos la sostenían en cruz desde las ventanas superiores, y un hombre sujetaba sus pies desde el piso inferior, para completar la imagen de una pasión frustrada.

Miriam me contó la historia. Días antes de casarse, el novio había puesto fin a la relación, por lo que la novia decidió acabar con su vida vestida con el traje de boda. "Una venganza" le dije. "Una forma elegante de morir", me contestó Miriam, que siempre ha tenido más imaginación que yo.

La lectura de la fotografía de Shaofeng Xu era mucho más clara. En ella, un hombre se abrazaba a una torre de alta tensión con un escaparate de rascacielos al fondo. Suspendido en lo alto de los cables, el suicida dedicaba los últimos segundos de su vida a desafiar al gris uniforme de los edificios. La modernidad es contradictoria, según Berman, omnipotente y devastadora al mismo tiempo.

Habíamos paseado durante toda la tarde hasta acabar en aquel rincón escondido de Ciutat Vella. Entramos de casualidad por aquellas calles, y de casualidad vimos el cartel que anunciaba la exposición de la World Press Photo en la Fundación Chirivella Soriano. A Valencia no le puedes pedir nada; tienes que dejar que te ofrezca. Es así de estúpida y de sorprendente. Frívola por lo que enseña y fascinante por lo que oculta. Un callejón que serpentea entre un par de descampados que separan Velluters del Carmen, y las mejores imágenes del fotoperiodismo internacional del último año.

Entre las tres plantas que seccionan el Palau de Valeriola, se distribuyen las mejores fotografías periodísticas de 2012, las que retratarán nuestra época cuando la historia nos haya digerido. La violencia del narco en México. La doctrina paranoica de Corea del Norte. La radioactividad de Fukushima. Las manifestaciones en la Plaza Tahir. La pasión recreada por Samuel Aranda en una madre con burka que sostiene a su hijo desnudo, herido en una revuelta en Yemen.

Paseamos por los dos pisos repletos de tragedia hasta llegar ante las fotos de Li Yang y de Shaofeng Xu. "¿Tú te suicidarías por amor o te suicidarías por presión en el trabajo, o no sé... por problemas económicos?", me preguntó Miriam de golpe. Y yo, ante ese escaparate de posibilidades chinas, le contesté que probablemente por lo segundo y por lo tercero, aunque siempre preferiría lo primero. Me miró extrañada. "Lo sabía", respondió, "tus temores te impiden jugar a fondo, querido. Cualquier día te van a hacer saltar por los aires", dijo mirando al frente.

Y yo, que estaba repentinamente de acuerdo con ella, en ese momento me giré con sorna y le hice un gesto para que aprendiera. Di un paso al frente y casi le susurré al oído a la chica que tenía delante: "Arantxa". Y Arantxa se giró suavemente al tiempo que Miriam abría la boca.

Arantxa y Alberto (su chico) vivieron dos años en Iowa, dando clases de español en una universidad del Midwest, hasta que se trasladaron con una beca a Dalián, al norte de China. Coincidimos en la facultad siendo estudiantes, e incluso habíamos cenado alguna vez juntos con amigos comunes. Sabía que llevaban años itinerantes por Estados Unidos y por China, pero no los había vuelto a ver hasta aquella tarde.

Alberto se acercó al verme con Arantxa. Nos abrazamos los tres y comenzamos a resumir lo que habíamos hecho esos años. Estaban contentos en China. Decían que la calidad de vida era mucho mejor, que estaban encantados con su trabajo, que tenían mucho tiempo libre, que viajaban bastante y que obviamente no se planteaban volver a España. Y era entonces cuando las fotografías de Li Yang y de Shaofeng Xu nos miraban a nosotros.

Les presenté a Miriam. Debimos de coincidir los cuatro en la universidad. Miriam acabó la carrera y se fue a trabajar a Campinas durante tres años. Se hartó de dar clases en la PUC, una de las universidades más prestigiosas de Brasil, por lo que volvió en Navidad a instalarse en España. En cambio, a la semana de llegar, aceptó una oferta de trabajo para incorporarse a mediados de febrero en un centro de estudios de español en Sarajevo. Ya tenía comprados los billetes para Bosnia, ella y su chico.

No nos demoramos mucho tiempo. Intercambiamos algún consejo y alguna recomendación sobre Hong Kong y nos despedimos efusivamente. "Es la Historia", pensé, y se lo dije a Miriam volviendo la mirada hacia las fotos. "¿Un suicidio por amor o un suicidio por dinero? No es exactamente eso, Miriam. Es la Historia. Es nuestro tiempo el que nos atraviesa hasta llegar a destruirnos", le dije.

Sobre las paredes, la mujer pendía desplegada de cara a la muerte, y el hombre se encogía sobre el poste de metal calibrando los últimos pensamientos que caerían al vacío. También a nosotros nos empuja la Historia a ser lo que no quisiéramos. "No sé si me voy porque quiero o porque me obligan", me había dicho alguna vez Miriam. "No sé distinguirlo".

Al salir de la exposición, un grupo de alumnos de secundaria comenzaba el recorrido con una especialista que les iba explicando cada fotografía. Miriam y yo nos abrimos paso hasta alcanzar la puerta. Mientras tanto ellos observaban en absoluto silencio la imagen de dos afganos junto a dos niñas con las que acaban de casarse. Sobrecogidos. Horrorizados. Como buscando respuestas. Como pidiendo perdón.

Las teorías del caos

José Martínez Rubio

Becario de investigación en la Universitat de València
Artículos anteriores

Comparte esta noticia

2 comentarios

José escribió
09/02/2013 10:44

Muy amable. Ya quisiéramos que nos diera lo que le pedimos. Un saludo

09/02/2013 08:30

Buenos días : de todo su comentario de hoy me ha quedado una frase que realmente y sin lugar a duda describe una realidad de Valencia.Ha tenido Ud la "sensibilidad" como para escribir la misma que, de alguna forma deja de lado toda la podredumbre y escándalos políticos que nos rodea en general y particular.- Tomaré su frase como referente (siempre se finaliza aprendiendo algo nuevo)Y con su frase y el sol saliendo ya aquí le dejo un saludo Alejandro Pillado Rio Verde-Marbella 2013 "A VALENCIA NO SE LE PUEDE PEDIR NADA.FRIVOLA,POR LO QUE ENSEÑA Y FACINANTE POR LO QUE OCULTA"

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad