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El Cabecicubo

1.000 maneras de morir, o la quintaesencia de la vergüenza ajena

ÁLVARO GONZÁLEZ. 26/01/2013

MADRID. Hace unos días estuve tomando algo con un chaval que llevaba varios años desconectado de España. Había vivido en los Balcanes una temporada muy larga y ahora residía en Bruselas. Cuando regresaba a Madrid, decía, no tenía nada que hacer y entonces terminaba volviendo a vicios adolescentes como ver la televisión. Así fue, tumbado en el sillón ante la caja tonta, como cayó en el canal Xplora zapeando y, a la hora de comer, se encontró con ‘1.000 maneras de morir'.

"Estaban hablando de un tío que había decidido hacerse una liposucción él mismo. En el garaje de su casa, con la ayuda de un amigo, se hizo una incisión en la barriga con una cuchilla e introdujo por ella el tubo del aspirador. Todo fue bien, empezó absorber toda la grasa, hasta que se le enganchó el intestino y el aparato lo chupó también", relataba mi amigo con la mirada perdida, como los que han estado en Vietnam. Tras ver varias veces el programa durante las vacaciones, me confesó que un deseo se había apoderado de él: "Volver al trabajo cuanto antes".

Pero ‘1.000 maneras de morir' es uno de los programas de los que más se habla en cualquier encuentro con un par de cervezas de por medio y sin ellas. Lo tiene todo. Habla de muertes, como le gusta abrir a los informativos y a los magazines, y encima se lo toma a chufla, que es lo más importante. Porque que te detallen un accidente grotesco da para conversar, pero que le añadan moralina americana y un sarcasmo sin piedad, ya da para risas. Hemos hablado y hablaremos en este espacio de la ‘vergüenza ajena' como motor de la televisión moderna. Pues aquí está la quintaesencia de ese sentimiento que atrae tanto como repele.

Además, tiene también un ingrediente inherente a la información de sucesos, el mensaje: las desgracias más espantosas te acechan, te pueden tocar en cualquier momento, nadie está a salvo. Si los telediarios se han hinchado a transmitir la sensación de que, con la crisis, con las bandas de inmigrantes peligrosísimas campando por sus respetos y los pederastas, a uno, en la calle, le espera la muerte, ‘1.000 maneras de morir' traslada el peligro también a tu casa, a cualquier percance doméstico. Si es que lo raro es no morir media docena de veces al día.

Los antecedentes del invento hay que buscarlos en series como ‘Tales from the cripta' (Historias de la cripta) aderezados con el espíritu del libro ‘Los premios Darwin' de Wendy Northcutt. Con los cuales, según reza la sinopsis de esta obra, se "recompensa a aquellos que mejoran nuestro patrimonio genético eliminándose a sí mismos, demostrando así lo poco común que puede llegar a ser el sentido común".

El sistema de valores que se traduce del guión es inequívocamente estadounidense. De la moralidad de las regiones más profundas y rancias de este país. Si no, juzguen este ejemplo: En un programa se detalla la singular muerte de un individuo porque se golpea contra un grifo de agua a presión, que se le introduce en el cráneo y hace que le explote la cabeza. Tal vez para que el espectador no pueda empatizar con su suerte y sufra en el sillón, lo que le haría cambiar de canal, se le tacha de criminal. Se supone que el protagonista ha "robado la compra a una mujer ciega y embarazada".

Encuentra su fatal destino en la huida, pero mientras el desenlace se acerca, se le dedican calificativos propios de la política española: "Perdedor", "ser repulsivo", "¿Os gustaría pensar que a un asqueroso como éste le llega su merecido, sentaros y esperad?", "le estalló la cabeza como una botella de champagne", "es agradable ver cómo los malos reciben lo que se merecen".

Hombre, pues mira. Robar la cesta de la compra a una mujer ciega y embarazada es deplorable, pero de ahí a que tu justo castigo sea que te reviente la cabeza hay un trecho. No queremos ni imaginar qué muerte le esperaría a Luis Roldán por su malentendido con la Asociación Pro Huérfanos de la Guardia Civil.

El rosario de fallecimientos como es de suponer, resulta inacabable. Algunos muy singulares, tan originales como inverosímiles, que parecen sacados de los guiones de los hermanos Coen. Hay un joven amish, por ejemplo, que se va de borrachera y prostitutas por primera vez en su vida sin saber que su organismo no puede procesar el alcohol y muere. Vaya, cuando mejor se lo estaba pasando. Ría aquí.

Y otros menos graciosos, como accidentes laborales porque un obrero va borracho y vuelca la carga de un camión sobre un compañero que estaba cavando una zanja. Cuando la burbuja inmobiliaria española estaba a tope, a los guionistas les hubiera encantado escuchar nuestros noticiarios radiofónicos locales, que iban a muerto en accidente laboral diario o más.

Pero no traicionan a nadie. En un capítulo ya advierten en la introducción de que si disfrutas viendo sufrir a los demás, te traen unos contenidos que no olvidarás. Y tras enumerarlos, concluyen con un deseo para el fan del programa que resulta muy descriptivo: "Metéroslo todo en el agujero negro de vuestras almas".

Porque de lo que no se le puede acusar a la productora del programa, ‘Spike TV', es de falta de principios. Los tiene y sólidos como el granito. Son los mismos que caracterizan la línea editorial de los guiones. El año pasado, cuando ‘1.000 maneras de morir' había alcanzado ya un éxito considerable, los trabajadores decidieron votar para sindicarse y reclamar seguros de salud y pensiones.

Qué se merecían estos perdedores, pensaron los directivos como en un episodio más, pues el despido fulminante. Así se fueron 30 tíos a la calle, los 30 que habían firmado la carta con las demandas laborales, e inmediatamente fueron reemplazados por otros. Estos trabajadores cobraban 900 dólares semanales por jornadas de entre 80 y 90 horas. No obstante, no se pudo terminar la cuarta temporada con los sustitutos y la serie dejó de grabarse. El último episodio se titula "Muerte, la última frontera". Pero no, en realidad era "huelga".

Lo único exportable de esta experiencia es que, con el éxito logrado desde el inicio, a la hora de poner en marcha la maquinaria de souvenirs absurdos, la productora tuvo la bonita idea de editar una novela gráfica. Son 200 páginas llevadas a cabo por Zenescope, una editorial amiga con el lema ‘ni una portada sin generosas mamas', que es como han funcionado los tebeos en los kioscos de toda la vida de dios. Y que al menos sitúa la filosofía del programa en las latitudes correctas: comics para freaks.

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4 comentarios

Lluís escribió
02/02/2013 17:58

Yo diría que alguno de esos casos es más que sospechoso. Por ejemplo, una especie de castigo divino. Una azafata, en su último día de trabajo, estaba realmente borde con el pasaje (y no era un vuelo de Ryanair). Pues bien, durante el vuelo, una fisura en el techo del avión provoca que se abra un agujero exactamente encima de donde ella estaba y salga proyectada al exterior. Curiosamente, estaba enmedio de un pasillo y ningún otro pasajero sufrió percance ni dijeron como se las arregló el avión para aterrizar, con la cabina presumiblemente despresurizada. Pero el más sospechoso de los que he visto fue el de un dictador islámico de alguna república perdida por el Cáucaso o el Asia central, que aparte de exterminar opositores, se dedicaba a pronunciar cada día soporíferos discursoe con el lema "muerte a América". Pues bien, el tío, realmente, era un admirador de USA, y en una sala de palacio se entretenía puliendo una maqueta de la zona del Capitolio. Su merecido le llegó cuando, por un percande que ahora no recuerdo bien, acabó encima de la maqueta, con tan mala suerte que el obelisco le atravesó el corazón. No sé si al Departamento de Estado les dio por enviar unas copias de la escena con sus mejores deseos a Castro, Chávez, Ahmadinejad o Kim-Jong-Un.

Asín...nos va escribió
29/01/2013 21:10

Yo descubrí el programa por casualidad, creo que en Nitro. Después estaba pendiente de cada emisión. Yo lo considero un programa instructivo, con sus recreaciones y sus gráficos 3D, se aprende mucho en él. Para los que somos de pueblo, además, te sugiere descartar algún tipo de ocurrencia. Yo echo de menos un "Mil maneras de morir a la española", sería un bombazo, recogiendo anécdotas por el rural español, que las hay. Por ejemplo, conozco a uno que fue a mear al cerdo en la cara y perdió sus partes en certero bocado. El resto se arregla con montaje y grafismo.

sangonereta escribió
29/01/2013 14:37

Hombre, sé de buena tinta que este programa hace las delicias de las nuevas generaciones de fumetas, pero los que ya tenemos los huevos pelaos siempre recordamos con nostalgia las veladas con Impacto Total. Hubo incluso un Impacto Total especial toros, seguramente dirigido a este colectivo de gente risueña.

Bigote Prusiano escribió
26/01/2013 12:05

Una de mis muertes preferidas fue la de una chica dada a la emetofilia, o sea, a que le vomiten durante la coyunda o ayuntamiento. La ven como un bicho raro y tiene problemas para ligar, así que va a un concurso de comer salchichas y embosca al ganador, al que espera en ropa interior. Se le abalanza y como está buena el glotón no se resiste. Hasta que empieza a meterle los dedos hasta la campanilla para hacerle vomitar. El chaval vomita y ella abre la boca para hacer la degustación. No cuenta con que, debido a las características del concurso, hay muchos tropeozones y poco digeridos, por lo que muere atragantada. JAJAJAJAJAJJAJAAJ.

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