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VALENCIA. Esta comunidad-país-región-unión temporal de empresas no tiene remedio. Es lo que pasa cuando los discursos de cohesión autonómica no son más que eso, discursos vacíos de intenciones reales. Y, así, vamos fingiendo que estamos vertebrando cuando en realidad no tenemos ni vértebras... Un drama.

Los empresarios de Alicante se soltaron este jueves la melena y desde su quebrada patronal provincial Coepa lanzaron duras acusaciones a la que, en teoría, debería ser la organización que les representase en el ámbito autonómico, Cierval. "Confiamos a empresarios del ámbito autonómico la defensa de los intereses de Alicante, y no lo han hecho", dijo el presidente de Coepa Moisés Jiménez. 

Todo vino a cuento del malestar del empresariado alicantino por el retraso que acumula la llegada del AVE a la ciudad. En el fondo, lo que se desprendía de sus palabras es que los empresarios de Valencia, que controlan Cierval, se han preocupado porque el tren de alta velocidad con Madrid llegara al cap i casal y, una vez conseguido, lo que ocurra por las comarcas del sur queda muy lejos.

Quizá no le falte razón al patrón alicantino. Esa histórica falta de entendimiento entre Valencia y Alicante no es responsabilidad solo de una de las partes. 

Y ese es el gran drama de esta comunidad, donde reclamar una visión de conjunto del territorio ha quedado relegado como si no fuera algo importante. Los próceres de nuestra sociedad siempre han pensado que eso es cosa de cuatro 'rojos'  o de profesores universitarios ajenos a la realidad.

La vertebración de la Comunitat Valenciana, sin embargo, es un elemento esencial para poder avanzar social y económicamente. De haber trabajado en ello, quizá ahora no estaríamos discutiendo de si Alicante no tiene AVE con Madrid y Valencia sí, obviando un elemento fundamental: que nuestras dos grandes ciudades están separadas por una autopista de pago y por un tren regional desesperante.

¿Y cuál es la solución para esto? Pues hacer cada uno la guerra por su parte, como dijeron ayer tanto Jiménez como el presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, José Enrique Garrigós. A partir de ahora ya no confían en Cierval y pelearán por lo suyo ellos. 

En ese discurso (o en el inverso) hay un error de base. Porque los intereses de Alicante deben ser los intereses de todos los valencianos. Como los de Morella, Orihuela o Requena. Porque si ya nos estamos difuminando suficientemente como pueblo solo falta que empecemos una guerra de guerrillas.

Hace unos días, el presidente de CEV, Salvador Navarro, propuso la fusión de las tres patronales provinciales en una sola autonómica. El problema es que no se hace por convencimiento, sino por las dificultades económicas para mantener tres estructuras. Como ha ocurrido con las voces que ahora proponen fusionar las dos fundaciones de las extintas CAM y Bancaja, un fracaso histórico cuando eran entidades financieras y fue posible y razonable hacerlo (y de esto hace décadas).

Y ese es el quid de la cuestión. Plantear la relación entre las tres provincias en términos de cuotas de poder y sin una concepción territorial común nos lleva a estas cosas. Un país imposible... 

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