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EL LENGUAJE DEL CINE

Lincoln, de Spielberg,
La esclavitud de Obama

MANUEL DE LA FUENTE. 12/01/2013 "Apenas caben dudas sobre el sentido del Lincoln de Spielberg y un Barack Obama recién reelegido  y decidido también a acelerar sus reformas"

VALENCIA. Durante muchos años, el género del 'biopic' (las biografías cinematográficas de personajes relevantes) ha tenido muy mala fama en los círculos cinéfílicos culturetas. Son esas ideas preconcebidas que, sin conocerse muy bien el porqué, acaban teniendo calado: que si estas películas siguen una fórmula fija, que si son de peor calidad, que si son de bajo presupuesto, que si van dirigidas al consumo televisivo, etc. El caso es que hay algunos géneros que, en muchas ocasiones, son calificados como "menores", de manera que el biopic, el melodrama o ciertos tipos de comedia serían inferiores a las películas dramáticas, históricas o de aventuras.

Sin embargo, el interés que está mostrando Hollywood en los últimos años por las biografías de elevado presupuesto está demostrando que los prejuicios pues eso, prejuicios son. Por ello, el problema no está en el género narrativo elegido sino en el efecto político que la película genera. Es decir, que para hacer una reflexión sobre el contexto social (principal cometido del cine y de cualquier expresión cultural), los mecanismos narrativos son un medio, no un fin, por lo que denostar los biopics per se es una tontería que sólo demuestra la ceguera contumaz de nuestra crítica cinematográfica patria.

Esto es lo que viene a rubricar Steven Spielberg con Lincoln, su retrato de la figura del presidente que abolió la esclavitud en Estados Unidos en el siglo XIX. Se trata de un personaje que sido biografiado desde diversos puntos de vista y a través de algunos de los realizadores más importantes del cine norteamericano, como D.W. Griffith o John Ford. Y Spielberg actúa como Robert Redford quien, en La conspiración, estrenada el año pasado, partía del asesinato de Lincoln para llamar la atención sobre los peligros de la desaparición, en un sistema democrático, de asuntos como la presunción de inocencia o las garantías procesales.

Al igual que Redford, Spielberg huye de una biografía extensa y se centra en un hecho muy concreto: en este caso, en las negociaciones que llevó a cabo Abraham Lincoln con congresistas republicanos y demócratas para abolir la esclavitud, condición sine qua non para poner fin a la Guerra de Secesión. Durante las dos horas y media de metraje, Spielberg se centra de manera exclusiva en el mes de enero de 1865, cuando Lincoln se propone aprovechar el tirón de su reelección en el cargo para acabar de una vez por todas con una injusticia que hoy nos parece clamorosa.

Sin embargo, la cinta pone el acento en algo muy vigente: que la conquista de derechos sociales no es algo que nos haya llovido del cielo, sino que ha costado muchísimos esfuerzos. Y que lo que hoy nos parece obvio (que la esclavitud es una barbaridad) no siempre fue tan evidente ya que, hasta hace bien poco, formaba parte de la cultura social occidental: Aristóteles la justificaba en su Política y era una de las bases económicas en Norteamérica hace menos de 150 años.

Pero la lectura actual de la película no acaba aquí. Una y otra vez, se insiste en el coraje político como valor intrínseco para conseguir la evolución de la sociedad. Abraham Lincoln se muestra convencido de que, tras hacerse con un segundo mandato en la Casa Blanca, tiene una ocasión de oro para dejarse de medias tintas y conseguir, en cuestión de semanas, la aprobación de una enmienda constitucional que derogue la esclavitud. Así, apremia a toda la clase política a pronunciarse, a votar, lo que produce un debate ciudadano de primer orden ya que constituye una decisión política que definirá el futuro del país.

A estas alturas, apenas caben dudas sobre el sentido del Lincoln de Spielberg y sus similitudes con el momento presente, con Barack Obama recién reelegido y decidido también a acelerar sus reformas, según las declaraciones del propio presidente. Y las broncas que mantienen republicanos y demócratas en la película, con sus juegos de intereses, nos trasladan también a una situación como la actual en la que se combina una crisis económica con la eliminación de los derechos sociales.

Spielberg y Daniel Day Lewis proyectarán Lincoln en la Casa Blanca para Obama

La perspectiva de Spielberg es la siguiente: no se pueden separar ambas categorías. Abraham Lincoln tenía muy claro que la Guerra de Secesión no se podía finiquitar sin la prohibición de la esclavitud porque son temas que van relacionados ya que, en una guerra, se dirimen muchas más cosas que la proclamación de un bando vencedor. Si la guerra hubiese acabado acatando, por parte del Norte, la esclavitud (una solución intermedia que le imploran al presidente sus asesores), el problema no habría quedado resuelto sino cerrado en falso. Un asunto así no merecía medias tintas porque, como se dice en la película, se trataba de un tema que comportaba el resto de derechos civiles, como el sufragio universal o los derechos de las mujeres.

La advertencia a Obama está ahí cuando en este 2013 Estados Unidos se dispone a conmemorar el 150 aniversario de la proclamación de la derogación de la esclavitud. Lincoln no es una película contemplativa que se dedique a aplaudir esta efeméride sino que muestra la cocina de la política estadounidense, el coste personal que tuvo en el presidente una apuesta política que le supuso enfrentarse a gran parte de la opinión pública. Además, Spielberg huye de la anécdota, con lo que algunos de los puntos más espectaculares de la historia (como la proclamación del resultado de la votación de la enmienda o el asesinato de Lincoln) están narrados en fuera de campo.

Estados Unidos asiste en la actualidad a un momento similar al que muestra la cinta, con una guerra abierta contra los mercados y los poderes fácticos de diversos sectores (empresariales, financieros, políticos e incluso religiosos) mientras algunas reformas también clamorosas (la sanitaria y la educativa, principalmente) corren el riesgo de irse por el sumidero de la mano de muchos de los derechos sociales que se conmemoran este año. Que la conmemoración no sea un funeral es una de las preocupaciones más pertinentes que debe mostrar el cine, también en forma de biopic.


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Ficha técnica

Lincoln.  E.UU., 2012, 149'

Director: Steven Spielberg

Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones

Sinopsis: Durante el mes de enero de 1865, el presidente norteamericano Abraham Lincoln aprovecha su reciente reelección para promulgar la votación que derogue de manera definitiva la esclavitud y poner así fin a la Guerra de Secesión.

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3 comentarios

small escribió
17/01/2013 10:20

http://blogs.publico.es/dominiopublico/6405/lo-que-la-pelicula-lincoln-no-dice-sobre-lincoln/

Manuel de la Fuente escribió
12/01/2013 22:05

Sobre toda la crítica, no. Sobre la imperante, sí, por supuesto. Saludos.

Josep escribió
12/01/2013 11:36

"Es una tontería que sólo demuestra la ceguera contumaz de nuestra crítica cinematográfica patria". Així, en negreta. O el que és el mateix. Menysprear tot un gènere cinematogràfic, malament. Escopir sobre tota la crítica cinematogràfica d'un país, de categoria.

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