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LA OPINIÓN PUBLICADA

Rajoy, año uno

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA*. 30/12/2012 "El balance no es postivo, pero se perciben ciertos indicios de mejora (...) El recuerdo de las abudantes metidas de pata y desastres iniciales ha hecho buena, comparativamente, la ejecutoria de Mariano Rajoy desde el inicio del nuevo curso político en septiembre"

VALENCIA.  Esta semana, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó su comparecencia ante los periodistas para hacer balance de su primer año de gestión. Rajoy se ahorró triunfalismos y venta de crecepelos mágicos -lo que es de agradecer- y vino a decir que la cosa está muy mal, pero podría ser aún peor. Las medidas de austeridad y los recortes, indicó, permitirán que el déficit no se desboque aún más. Todo ello a costa de fiar casi cualquier acción de gobierno a ese objetivo, recortando casi absolutamente todo.

No es lo que se dice un balance positivo. La percepción sobre el primer año de gobierno del PP, con Rajoy al frente, es la de una situación que continúa empantanada. Sin embargo, se perciben ciertos signos de mejora (más aparentes que reales), que vienen derivados, paradójicamente, de la lastimosa gestión de Rajoy a lo largo de los primeros meses de Gobierno. El recuerdo de las abudantes metidas de pata y desastres iniciales ha hecho buena, comparativamente, su ejecutoria desde el inicio del nuevo curso político en septiembre.

Peor… ¿imposible?

Incumpliendo todas las promesas habidas y por haber: Rajoy inició su mandato subiendo el IRPF. Comenzó, a partir de ahí, un verdadero tour de force consistente en enmendar, una y otra vez, sus promesas electorales. Aquí no es que la cosa haya mejorado mucho a lo largo del año, pero la acumulación de promesas incumplidas es tal que, realmente, ya no queda mucho por incumplir.

Fundamentalmente, que llueva sobre mojado en materia de incumplimientos, es decir: hacer una promesa, incumplirla, asegurar que no se volverá a incumplir… E incumplirla otra vez. Por ejemplo: Rajoy anunció un debate sobre las pensiones en enero, en el que quiere incluir a los socialistas. Y ya podemos hacernos una idea de lo que un “debate” significa en este contexto.

¿Amaina la sangría electoral?: el Gobierno se llevó un buen varapalo a finales de marzo, tras su sorprendente derrota (a la luz de las encuestas) en Andalucía. Al mismo tiempo, los socialistas lograban recuperar Asturias. La debacle en los sondeos, que han llegado ya al umbral del 30% de intención de voto para el PP (quince puntos menos que en las elecciones de 2011), parecía mostrar un hundimiento acelerado del PP.

Sin embargo, el éxito en Galicia y, sobre todo, la constatación del desplome sin fin del PSOE, ha atemperado la tensión interna en el PP. Probablemente, las noticias no eran tan insólitas antes (era normal un desgaste tras semejante aluvión de incumplimientos y recortes), pero tampoco es tan firme la posición electoral del PP como pudiera parecer. En cualquier caso, la ausencia de elecciones para 2013 le permite cierta tranquilidad a Rajoy en este aspecto.

De Guindos, en apuros

Desastre económico insondable… Pero podría ser peor: tras el rescate bancario de junio y una prima de riesgo totalmente desbocada, en los últimos meses, y sobre todo desde el anuncio de Draghi de que tomaría medidas en caso de que fuera necesario, la situación ha vuelto, más o menos, a como estaba hace un año: la prima de riesgo estaba en 395 puntos básicos entonces y se mantiene en 395 puntos básicos ahora. La principal diferencia, en todo caso, es el sorpasso que nos ha hecho Italia (en peor situación que España en 2011, y ahora con un diferencial significativamente menor). Tal y como llegaron a verse las cosas en junio-julio, Rajoy puede estar satisfecho de haber sobrevivido a 2012 sin solicitar un rescate.

Sin embargo, el argumento de que sin las medidas la cosa sería aún peor, incluso aunque sea cierto, no resulta en modo alguno satisfactorio. Las demás magnitudes económicas se han degradado bastante más. Con casi seis millones de parados, una deuda pública que ya asciende al 77% del PIB (ocho puntos más que en 2011), un déficit estimado del 7% (que está por ver si se cumple) y, en fin, el país inmerso en una durísima recesión, la verdad es que ha pasado un año más de crisis, no sólo para Rajoy sino para todos los ciudadanos, y la situación dista mucho de enderezarse.

Degradación de los servicios públicos y la convivencia social: el balance más negro de este primer año probablemente sea la aplicación de soslayo de la agenda liberal-conservadora, como añadido subrepticio a muchos de los recortes aplicados por el gobierno. Viendo algunas medidas, o la actitud de algunos ministros, da la sensación de que estamos asistiendo, sencillamente, a un ataque sistemático a lo público, más o menos enmascarado en la necesidad de recortar. Porque una cosa es recortar y otra socavar sistemáticamente lo público en beneficio de lo privado, como a menudo se está haciendo, en particular en las materias más sensibles (sanidad y educación).

En paralelo, el quinto año de crisis económica continúa propiciando el imparable aumento de las desigualdades y el deterioro palpable del bienestar, que afecta sobre todo a las clases más desfavorecidas (que, a su vez, se ensanchan cada vez más). Una situación que aboca a más y más gente a situaciones de exclusión social, potencialmente explosivas. Sólo factores como el tejido social-familiar español, tradicionalmente tupido, y el grado de civilización alcanzado por los españoles (a pesar de todos los chascarrillos y tópicos que se quieran hacer al respecto), explican que, a pesar de la gravedad de la situación, no se haya generado una mayor conflictividad social, que pudiera derivar incluso en estallidos violentos.

Los catalanes “hacen cosas”… Preocupantes para Rajoy: el aumento del independentismo en Cataluña, indiscutible y acelerado en apenas un par de años, por factores tanto económicos como políticos (en particular, desde que el Tribunal Constitucional dio al traste con las disposiciones de corte más soberanista del Estatut de Cataluña), pareció moderarse tras la relativa debacle de Mas y CiU en las elecciones autonómicas catalanas. Esto ha podido llevar al espejismo, por parte de las clases gobernantes españolas, de que “todo está arreglado”. Pero la situación dista mucho de estarlo. 2013 será, muy probablemente, un año pródigo en tensiones y desencuentros entre el Gobierno español y el catalán, quién sabe si propiciados, o directamente provocados, por parte de ambos.

El independentismo nos ha deparado también un infame efecto colateral surgido de las cloacas del Estado: la aparición de supuestos borradores policiales, de muy dudosa veracidad, que buscan socavar la posición de los dirigentes de CiU a toda costa. La que podríamos llamar “política de borradores” es, además de juego sucio impresentable, reveladora de la ineptitud y falta de eficacia de los que quieren jugar sucio. Por fortuna. Si lo mejor (es decir, lo peor) que pueden hacer es semejante chapuza, probablemente nos ahorremos más experimentos en el futuro, visto cómo salió el primero de los borradores. O, al menos, nos ahorraremos el entusiasta apoyo de algunos significados miembros del gobierno, que se apresuraron a conferirle credibilidad.

#prayfor… del Bubble Shooter al Apalabrados

Dos diputados del PP de la Asamblea de la comunidad de Madrid, Isabel Redondo y Bartolomé González, fueron “cazados” por las cámaras jugando al juego “Apalabrados” mientras su partido aprobaba una Ley de Medidas Fiscales para 2013, en la cual se adoptan las primeras medidas conducentes a la privatización de la sanidad pública madrileña. Es preciso alabar que los diputados, al menos, dediquen su tiempo a juegos formativos en los que desplegarán, cabe suponer, todo su potencial para el eufemismo.

FOTO: El País

Así, nunca incorporarán palabras como “recorte” o “privatización”, sino otras mucho más adecuadas para el Apalabrados, tales como “flexibilización” (que además dará un montón de puntos), “dinamización” o “eficiencia”. Los diputados rápidamente se han disculpado y han asegurado que no volverá a ocurrir. Es decir: han invocado la cláusula “Juan Carlos de Borbón”. Si te pillan haciendo algo inexcusable, te disculpas y todo arreglado.

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(*) Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD 

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1 comentario

Solidamente escribió
30/12/2012 19:30

Creo acertado todo, tanto que les ha salido bien comportarse como verdaderos sinvergüenzas al principio de la legislatura, como la última reflexión. Sólo añadiría que lo más cínico es no decir de qué se disculpa uno... ¿Se disculpa por jugar al Apalabrados? ¿Se disculpa por dar dinero público a manos privadas amigas?...

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