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La temporada citrícola permite a la Comunitat Valenciana retocar sus datos de desempleo en el último trimestre del año pese a la crisis del sector agrario

VALENCIA. La agricultura valenciana vive desde hace ya demasiadas décadas su particular esquizofrenia. Aunque su peso en el PIB de la autonómico no supera el 2%, es el segundo sector exportador, solo por detrás de los automóviles, y, en determinadas épocas del año, las ventas al extranjero de frutas y verduras supera a las de los coches que se fabrican en la planta de Ford de Almussafes.  

Y pese a que los márgenes de beneficio se han reducido hasta convertir a la agricultura en un negocio ruinoso en casi todas las campañas, con precios cada vez más difíciles de manetener, el campo valenciano sigue sin recibir las multimillonarias ayudas de la Unión Europea que sí perciben otro tipo de cultivos.

La Unió de Llauradors i Ramaders hizo público este miércoles un dato demoledor sobre la situación de los agricultores de la Comunitat Valenciana: desde 1998, el poder adquisitivo de los profesionales del sector ha caído un 159%. El cálculo se extrae de enfrentar el incremento de la renta agraria durante ese periodo, el 16%, con la subida del IPC, el 42%. 

La agricultura es un mal negocio. Sus beneficios hoy no darían para lo que en su día dieron: de las rentas de las naranjas se contruyeron fábricas. Y de aquellas fábricas, los empresarios aún con mentalidad rural compraron más campos. Un negocio que a pocos inversores atraería la coyuntura actual, por no hablar de la más reciente, cuando una hectérea rústica solo tenia valor por las expectativas de su recalificación.

El peso de la agricultura en la economía de la Comunitat Valenciana lleva descendiendo desde hace décadas. Y la población activa dedicada al sector, fácilmente mesurable por estar acogidos régimen agrario de la Seguridad social, también. En los últimos 15 años ha disminuido un 2%, mientras la población activa total aumentaba un 44%. Del 5,21% ha pasado al 3,56%.

Pero a pesar de las dificultades de un sector en el que los precios de las importaciones de países terceros hacen muy complicada su rentabilidad, la agricultura valenciana sigue generando niveles destacados de empleo durante determinadas épocas del año. Esa es otra de las paradojas del campo valenciano, que tiene su plasmación conctreta en el último trimestre del año.

Según los datos de la Unió de Llauradors, confirmados de fuentes de las cooperativas agrarias, durante la campaña citrícola, el campo valenciano ocupa a unas 70.000 personas de forma temporal. Los almacenes de manipulado, fundamentalmente las cooperativas agrícolas pero también el comercio privado, y las cuadrillas de recolectores -collidors, en valenciano- alivian las listas del paro de forma temporal.

En noviembre, el paro en la Comunitat Valenciana bajó. Fue la única autonomía española donde se notó un descenso. La agricultura, y en este mes, la construcción, fueron las responsables del buen dato.

INCREMENTOS DE LA AFILIACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL

La llegada de la campaña que va de octubre a diciembre -en algunas comarcas se alarga más allá- se refleja en los datos de la afiliacion al régimen agrario de la seguridad social. Y en determinadas zonas de la Comunitat son incrementos muy significativos. L'Alcúdia (Ribera Alta), tiene 10.000 habitantes. Su cooperativa agrícola (Canso) transforma la mayor cosecha de caqui de España. En septiembre, en el pueblo, constaban 620 afiliados al régimen agrario. En noviembre, 1.360.

Se trata de nuevos contratos para atender la campaña, que se concentra en algo más de dos meses. Es posiblemente el caso más llamativo de toda la comunidad, aunque en poblaciones lindantes, como Algemesí, con la mayor cooperativa citrícola de España, pasó de 671 a 1.177 afiliados al régmen agrario, aunque esta localidad es el doble de grande.

Son empleos temporales pero que, por el elevado número de jornadas que se realizan durante estos meses -la fruta aguanta en el árbol el tiempo que aguanta, aunque hay sistemas para escalonar su maduración- suponen un alivio para determinadas zonas de la Comunitat, donde el paro sigue afectando a más de medio millón de personas.

"La Generalitat no debe olvidar al sector agrícola y ganadero, porque a pesar de todo sigue creando empleo", dijo este miércoles Ramón Mampel, secretario general de la Unió de Llauradors. La organización agraria se reunía esa misma tarde con el vicepresidente del Consell y conseller de Agricultura, José Císcar. Mampel pidió a Císcar que no olviden la importancia del sector agrario, que sí que se ha obviado desde la Generalitat en la disminución de los presupuestos de la conselleria".