VALENCIA. Hace unos meses, el Partido Popular nos deleitó con un vídeo electoral, del que nos hicimos eco en estas páginas y en el que diversos dirigentes del PP se deshacían en elogios hacia Cataluña y los catalanes. El vídeo se cerraba con una intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que cabría calificar como verdaderamente notable. Decía Rajoy que los catalanes "son emprendedores. Hacen cosas. Exportan". Unas afirmaciones que han hecho fortuna; en particular, la definición de los catalanes como unos individuos que "hacen cosas" (sin que Rajoy se detuviera para especificar un poco qué tipo de cosas hacen).
Sin embargo, y a pesar de lo indudablemente positivo que resulta hacer cosas, hay líderes políticos que dan lo mejor de sí mismos no cuando hacen cosas, sino cuando no las hacen. Y Mariano Rajoy constituye un magnífico ejemplo; al menos, en su primer año al frente del Gobierno español. Durante este tiempo, casi todas las cosas que ha hecho Rajoy han resultado negativas: recortes económicos y sociales ligados, en casi todos los casos, con flagrantes incumplimientos electorales. A Rajoy, por ahora, no se le da demasiado bien hacer cosas.
En cambio, pensemos en el que constituye hasta la fecha, sin duda, el principal éxito de gestión de Rajoy: la no petición de rescate a la UE. O lo que podríamos denominar "Rajoy no haciendo cosas". Rajoy resistiéndose frente a todo tipo de presiones, de admoniciones apocalípticas, de bienintencionados consejos, que van siempre en la misma dirección: pidamos el rescate ahora, porque esto resulta insostenible. ¿Las condiciones del rescate? Pues eso ya lo veremos luego. ¿Qué podría salir mal?
Un somero vistazo a las condiciones de los países rescatados (Portugal, Irlanda, Grecia) evidencia que la situación tras el rescate quizás no mejore. Y que, en todo caso, constituye una evidente pérdida de soberanía, recortes mucho más duros y el subsiguiente aumento de la conflictividad social. ¿Y en cuanto al Gobierno encargado de los recortes? Ya se sabe: haciendo "un Papandreu". Ardiendo en el altar de la crisis económica.
Rajoy se resiste contra viento y marea... Y hace muy bien. Tan bien le está saliendo por ahora, además, que ha logrado revertir la situación de ventaja que se había cobrado Italia frente a España en los últimos meses. Italia, el otro gran país de la UE amenazado por el rescate, es visto con mejores ojos desde Bruselas por su buen comportamiento a la hora de acatar lo que en esencia es también un burdo y obsceno ataque a la soberanía nacional: derribar a un Gobierno para colocar a un tecnócrata convenientemente validado por su Parlamento. Que el presidente de dicho gobierno sea alguien impresentable (Silvio Berlusconi) y su sustituto un señor educado y eficaz (Monti) no desmiente la veracidad de lo anterior.
El problema que ha puesto -momentáneamente- a Italia en el disparadero es político, y nace de esta obvia carencia de legitimidad (un problema, por cierto, que, con matices, Monti comparte con el president de la Generalitat, Alberto Fabra, también nombrado a dedo por un actor externo). Pero, por lo pronto, y a la espera de las elecciones italianas de febrero, el Gobierno español ha logrado pasar seis meses de agonía, con rumores continuos de un inminente rescate, sin tener que recurrir a él.
Ha logrado que el escenario más previsible sea el de una petición simultánea de rescate con Italia, lo que diluiría en alguna medida su fracaso y mejoraría las condiciones del rescate ante la enormidad de lo que se jugaría la UE en semejante tesitura. Y ello por no hablar de que en las últimas semanas parece que la propia Francia comienza a moverse en la misma dirección, ya conocida por nosotros, de acumular síntomas de debilidad, recalificaciones a la baja de su deuda, rumores de futuros recortes... El camino que lleva al rescate. Un camino que Rajoy quiere recorrer con cuantas más personas sea posible, mejor. Por ahora, y habida cuenta de las dificultades y las presiones, un éxito tan indudable como sorprendente. Y todo ello... ¡Sin hacer nada!
El País, al rescate
Entre los muchos que exigen, proponen o imploran que Rajoy solicite el rescate de España, ha brillado con luz propia esta semana el diario El País, a través de sucesivos editoriales en los que pedía dicha solicitud de rescate y, ya de paso, una reforma integral de las pensiones y de lo que El País denomina "corrección de excesos" en las administraciones públicas. Es decir: recortar más, incluyendo las pensiones, y fiarse a la buena voluntad de los acreedores. Esa es la receta de El País para el éxito. ¿Cómo es posible que el Gobierno de Rajoy no vea las ventajas de semejantes medidas?
En el primero de estos editoriales, el diario El País deslizaba un argumento sorprendente: "Las reglas del juego son conocidas: cada ayuda pública europea, sea una intervención directa o en el mercado de deuda, acarrea contrapartidas de ajustes y reformas que tiene que cumplir la economía socorrida. Siempre hemos defendido que todo ello no supone en modo alguno una pérdida de soberanía, sino el ejercicio compartido de ésta en un contexto de creciente integración europea".
Es decir: la petición de un rescate no supone la pérdida de la soberanía, a pesar de lo que pudiera parecer de lo ocurrido con los países que ya lo han pedido y de las declaraciones explícitas tanto de sus líderes políticos como de los hombres de negro enviados por la troika para ordenar lo que hay que hacer en cada momento. No es una pérdida de soberanía, sino "el ejercicio compartido de ésta en un contexto de creciente integración europea". Como el colonialismo, o el Imperio Romano, por citar ejemplos históricos que también suponían, en esencia, "un contexto de creciente integración" entre territorios (aunque, desde luego, no sean comparables con un rescate).
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#prayfor... Mercadona
El programa Salvados, de La Sexta, se ha convertido paulatinamente en uno de los acontecimientos televisivos de la semana. Aborda eficazmente diversos temas de actualidad con los que a menudo logra generar polémicas y debates de largo recorrido. Cuenta con una enorme resonancia en las redes sociales y con una audiencia cada vez más importante (muy por encima del promedio de La Sexta), que ha llegado a liderar la audiencia en su franja horaria en las últimas semanas.
El domingo pasado, Salvados hablaba sobre la comida a punto de caducar y los usos que se le destinaban. Una cuestión que reviste singular importancia en el contexto de crisis económica, con cada vez más ciudadanos obligados a recurrir a los bancos de alimentos.
En ese contexto, Jaume Serra, el director del banco de alimentos de Valencia, entrevistado por Jordi Évole, afirmó que Mercadona, a diferencia de otras empresas del sector, no tenía ningún acuerdo con ellos para destinarles sus alimentos sobrantes. No hizo falta más: en pocos minutos, y aunque el propio Serra afirmó también que estaba prevista una reunión con Mercadona en pocos días para tratar precisamente ese asunto, las críticas a la empresa valenciana en Twitter alcanzaron un punto álgido.
Durante horas y horas, la cuenta de Mercadona en la red social intentó ejercer de apagafuegos. Con poco éxito, dada la magnitud del incendio generado y a pesar de que, en la práctica, la polémica no parece, en la distancia, demasiado bien fundamentada: a los pocos días se produjo la famosa reunión y, en efecto, Mercadona acordó ceder sus excedentes al banco de alimentos de Valencia. Un ejemplo más de la velocidad con la que circula la información, a menudo fragmentaria y descontextualizada, a través de las redes sociales. Un fenómeno para el que instituciones y empresas (y ciudadanos) muy a menudo no están bien preparados.
Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD [http://www.twitter.com/GuillermoLPD]
Pues como finalmente echen a Mourinho y tengan que pagar la indemnización, el rescate sí que va a ser inevitable. Vaya pastón
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