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batalla final por los derechos de autor

La última victoria del Guerrero del Antifaz

JAVIER CAVANILLES. 15/12/2012

VALENCIA. A lo largo de más de 668 cuadernillos publicados entre 1944 y 1966, el Guerrero del Antifaz defendió la Cristiandad y el buen nombre de España de la perfidia moruna con coraje sin igual. Cuando todo parecía perdido, siempre le quedaba un ardid que le permitía salir victorioso. Pues esa misma habilidad es la que ha ayudado a los herederos de Manuel Gago (el creador del personaje) a ganar su última batalla: recuperar los derechos de su personaje que fueron anulados por una sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia en 2006. En la memoria de los amantes de los tebeos españoles, el pronunciamiento quedó con el ejemplo por excelencia del desprecio de la Justicia hacia los derechos de autor de los autores de tebeos de la España de la Dictadura.

Así lo explicó su hijo, Manuel Gago Quesada, a ValenciaPlaza.com con motivo de la edición definitiva -por la editorial Planeta DeAgostini- de las correrías del Conde de Moncada. "La sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia que concedió los derechos a la Editorial Valenciana", asegura, "no tiene ni pies ni cabeza, por eso nadie la tiene en cuenta". Según señaló, los derechos de la presente edición (una versión sin censurar pero con un color que no aparece en el original) "los han negociado directamente con nosotros y, hasta donde yo sé, ni han hablado con los herederos del fundador de la Editorial Valenciana".

Pero aquel pronunciamiento de la Audiencia de Valencia no ha impedido que, esta vez, la familia Gago haya cobrado los derechos que le corresponde. "Prefiero no hablar de cifras", señaló el hijo del dibujante a este diario, "pero la familia está satisfecha. Y no sólo por la cuestión económica sino porque se ha hecho honor a los derechos de nuestro padre como autor y guionista de una de los personajes más emblemáticos de la historia del cómic español".

Fernando Juan Puerto, nieto del fundador de la Editorial Valenciana, aseguró no estar muy al corriente de cómo ha transcurrido la polémica en los últimos años, pero afirmó estar convencido de que Planeta sí se puso en contacto con su familia, "aunque no sé a que tipo de acuerdo se llegó, si fue una autorización o si se cedieron los derechos, pero creo que sí ha habido conversaciones". Más cauto aun se mostró su padre, José Vicente Puerto, que prefirió no confirmar el dato, y tras recordar que la Audiencia les dio la razón (y las pocas ganas que tenía de seguir hablando del tema) colgó amablemente el teléfono.

Por su parte, la Editorial Planeta ha optado por una decisión salomónica. En la promoción de la nueva edición, reconoce a Gago como el creador del personaje y el autor de los guiones (aunque los Puerto llegaron a alegar que fue un personaje de encargo y una obra colectiva). Por lo que respecta a la Editorial Valenciana, la califica de "editorial de tebeos por antonomasia en España" y asegura que dejó en la historia del cómic patrio una huella "tan insustituible como imborrable". Todos contentos.

En realidad, esta no es la primera vez que los herederos de Gago perciben derechos de autor que les corresponden. Desde que están representados por Vegap (Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos) han recibido su parte incluso cuando se han utilizado las imágenes del Guerrero del Antifaz en libros u obras divulgativas. También hay que señalar que, con motivo de la edición completa del año 1972, mucho antes de la polémica, la editorial abonó unas 100.000 pesetas al creador del personaje, según reconoció este en una entrevista a la revista Bang. Tan malos no serían los Puerto.

La batalla legal

La lucha por los derechos de autor de mítico enmascarado comienza en fecha tan lejana como 1946, cuando Juan Bautista Puerto, dueño de la Editorial Valenciana registró el personaje a su nombre. Lo hizo a espaldas del autor, por entones poco más que dibujante prometedor. En la Manue Gago en su estudio, año 1972época, era práctica habitual en las editoriales quedarse las creaciones de sus autores (hasta Ibáñez, padre de Mortadelo y Filemón, tuvo problemas parecidos con Bruguera).

Pero en poco tiempo, El Guerrero se convirtió en un auténtico best seller y empezaron los problemas. Ignorante de que el editor había sido registrado las marcas "El Guerrero del Antifaz" y "Las Aventuras del Guerrero del Antifaz", Gago firmó dos acuerdos (en 1947 y 1949) con la editorial por la que el autor vendía "la propiedad" y "los derechos de edición" de los cuadernillos que se iban publicando (y los que se publicaran en el futuro). Lo llamativo de estos documentos es que son posteriores a 1946, luego Puerto no parecía tener muy claro la legalidad de su primer movimiento.

La batalla legal comenzó en 2004, y la primera sentencia (noviembre de 2005) fue favorable [] a los herederos de Gago. No impuso, como pretendían, una multa a los herederos de 60.000 euros, ni les condenó a pagar las costas, pero determinó que Juan Bautista Puerto actuó "de mala fe" al registrar las patentes y que sus herederos, al renovarla en 1999, también. Pero la batalla entre los Gago y los Puerto, como la de Guerrero del Antifaz con su némesis Ali Kan, acabó en "continuará".

La familia Puerto no quedó satisfecha con la sentencia y decidió recurrir a la Audiencia Provincial de Valencia que, en julio de 2006, dictó un pronunciamiento que sentó a la familia Gago como un tiro: consideraba que la "mala fe" no quedaba acreditada así que la Oficina de Patentes y Marcas no debía borrar el registro. Para añadir insulto a la herida, ordenó qEl Guerrero, parodiado por Ibáñezue los demandantes pagaran las costas. Ante las dificultades de recurrir a una instancia superior -Manuel Gago asegura que su abogado les pidió 24.000 euros- dieron la batalla por perdida. Pese al embrollo legal, es probable que Gago nunca perdiera sus derechos de autor, sino que simplemente cediera algunos de ellos de contenido patrimonial.

Aunque mediados de la pasada década, las andanzas del caballero enmascarado no gozaban de especial predilección por parte de los aficionados a los cómics, el ‘caso Gago' tuvo su resonancia mediática. Por un lado, el autor aún era reverenciado como un de los dibujantes más importantes de la historia de España. A eso se sumó que José Sanchis, el padre del popular gato Pumby, también tuvo que enfrentarse en dos juicios con los herederos de la Editorial Valenciana para recuperar los derechos de su personaje. Curiosamente, compareció en el juicio de Gago como testigo, y en su testimonio se basó el juez (en parte) para acreditar la citada "mala fe" que finalmente no existió.

Asombroso interés

Para Pedro Porcel, uno de los máximos expertos en tebeos de España y una de las personas que declaró a favor de Gago, el éxito de esta nueva edición es "asombroso". "No le quito ningún mérito", Manuel-Gago-Quesadaexplica, "pero hoy me parece un cómic absolutamente fuera de época, con una temática que no creo que interese mucho, y que para mi, francamente, ha quedado obsoleta".

Sin embargo, como estudioso precisa que "en su contexto, el de la España de la posguerra, es normal que fuera un gran éxito. Quizás el dibujo de los primeros números era poco elaborado, pero con el tiempo Gago se convirtió por méritos propios en uno de los dibujantes más valorados del país. También hay que reconocer que los guiones era buenos y que dominaba los recursos narrativos muy bien... pero aún se me hace difícil comprender el éxito de esta última edición".

Manuel Gago Quesada, su hijo, lo tiene más claro. "A lo largo de todos estos años, el personaje se ha resistido a morir. Ha habido muchas reediciones -algunas piratas- que han mantenido vivo al personaje, y en muchas familias ha pasado de padres a hijos". Según él, "la edición de Planeta DeAgostini es la mejor que se ha hecho hasta la fecha, sin censurar a diferencia de la de 1972, y está muy cuidada".

Hijo de republicano

Nacido en Valladolid en 1925, Manuel Gago fue hijo de un militar que permaneció fiel a la Republica. Tras la guerra, en 1942, mientras se recupera de la tuberculosis, empieza su labor como dibujante. Aunque trabaja para varias editoriales, poco a poco se convierte en un habitual de la Editorial Valenciana (aunque sin dejar de trabajar para otras). Un año después lanza la primera aventura del que fue su personaje más conocido, inspirado por un libro de Rafael Pérez y Pérez titulado "Los cien caballeros de Isabel la Católica".

Pese al innegable sabor a nacionalcatolicismo de sus aventuras, Porcel cree que tampoco es correcto identificarlo únicamente con la posguerra española. "Tiene más que ver con los folletines que se publicaban en España desde finales del siglo XIX, en los que la reconquista y la época medieval solía ser el telón de fondo. Eso no quita que la época en la que se editó fue la que era, y también influyó en el personaje".

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