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LA OPINIÓN PUBLICADA

La independencia de Cataluña
y los tigres de papel

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA. 02/12/2012 "En resumidas cuentas, los ciudadanos tienden a votar en virtud de lo que ellos piensan que está pasando y es importante, y no según lo que los medios les dicen que está pasando..."

VALENCIA. Los resultados de las elecciones autonómicas catalanas del pasado domingo han suscitado ríos de tinta. Y a buen seguro seguirá escribiéndose sobre ello durante meses. No sólo por su importancia objetiva, sino por sus sorprendentes resultados, que ninguna encuesta o medio de comunicación supo atisbar. Es precisamente en torno a esta última cuestión donde quisiera comentar algunas cuestiones que me parecen muy relevantes, indicativas no sólo de cómo están cambiando las cosas en Cataluña, sino en la propia configuración del espacio público.

Tradicionalmente, los intérpretes privilegiados del sentir popular, entre elección y elección, son los medios de comunicación. Les corresponde a ellos, en un país democrático, ejercer la vigilancia del poder, denunciar sus abusos e informar a la ciudadanía de los principales asuntos que, según su criterio, merecerían concitar la atención pública. Además, los medios de comunicación son los principales difusores de otra de las representaciones más importantes de la opinión pública: los sondeos de opinión.

Los sondeos (encargados, en su mayoría, por los propios medios, y también por organismos oficiales como el CIS) permiten realizar un acercamiento al "estado de la cuestión" electoral que, como mínimo, marca las posiciones de partida y establece el terreno de juego básico de cualquier campaña electoral. Precisamente por eso se les critica tanto: porque, a menudo, los sondeos pueden propiciar dinámicas de voto útil, concentrando la atención de los medios, y del público, sólo en aquellos partidos que tienen posibilidades de ganar (o de obtener representación).

Opinión publicada y opinión pública

El escenario en el que se convocaron las elecciones, y en el que se llevó a cabo el conjunto de la campaña, estaba claramente delimitado en torno a un tema (el independentismo), en detrimento de otros (los recortes, la gestión de gobierno). Un enfoque que en apariencia favorecía, ante todo, a los dos principales partidos conservadores (CiU y PP), gestores de sendos Gobiernos (español y catalán) y responsables de los recortes sociales motivados por la crisis, así como potenciales víctimas del subsiguiente desgaste electoral.

Ambos se erigieron muy rápidamente en protagonistas de un escenario polarizado en torno a un tema identitario (la independencia), que, de hecho, motivaba tanto el adelanto electoral de Artur Mas (dadme una mayoría indestructible y os llevaré a la independencia vía referendum) como la estrategia de campaña del PP, en tanto inquebrantable bastión españolista.

Esta bipolarización de la campaña en torno a un tema único estuvo, desde el principio y hasta el final, sólidamente apoyado en algunos medios de comunicación que, abjurando de la necesidad de preservar cualquier esfera de autonomía respecto del poder político, validaron, en lo esencial, las apuestas estratégicas de ambos partidos políticos, y las apoyaron con sus informaciones y opiniones. Y también con las encuestas.

Las encuestas de opinión, lideradas por el Institut d' Estudis d'Opinió de la propia Generalitat (que pronosticó para CiU una mayoría absoluta de 70 escaños), dibujaron un escenario según el cual CiU, como mínimo, se mantenía; como máximo, se acercaba a la mayoría absoluta o la superaba. El PP, afirmaban otras encuestas, se convertiría en segunda fuerza política de Cataluña, adelantando a un PSC al que algunos estudios le llegaron a asignar 17 escaños (once menos que en 2010). La mayoría de las encuestas, por último, pronosticaron buenos resultados para ERC e ICV, pero sin llegar a los 21 escaños que obtuvieron los republicanos.

La monopolización del discurso por parte de CiU y PP, canalizada a través de los medios de comunicación afines (con gran potencia de fuego, en Cataluña y en España) y validada preventivamente por los sondeos, se dio de bruces con una realidad muy distinta el 25N: una realidad en la que a CiU le han pasado factura tanto los recortes como las piruetas de última hora, y en la que el PP, aunque ha sacado un buen resultado, no ha logrado capitalizar como esperaba la movilización electoral del españolismo (que explica el fulgurante ascenso de Ciutadans y un resultado pésimo, pero no tanto como decían las encuestas, del PSC).

Un escenario en el que la población independentista, en efecto, mostró su fuerza. Pero lo hizo votando a partidos nítidamente independentistas (ERC/CUP), más que al "independentismo de salón", o de última hora, de CiU. Un independentismo que, según el propio Artur Mas, ni siquiera habrían apoyado si hubiesen obtenido el pacto fiscal.

Una realidad, por último, en la que partidos políticos sin apenas presencia en los grandes medios (como las CUP y, más matizadamente, Ciutadans), y con una estructura muy diferente a la de las grandes organizaciones políticas (más horizontal, con mayor énfasis en la participación del público, con un uso mucho más abierto de las redes sociales y las nuevas tecnologías), consiguen buenos resultados a pesar de su orfandad mediática. Algo que, además, no es la primera vez que sucede: recuérdese el fulgurante éxito de AGE en las recientes elecciones gallegas.

En resumen: en apariencia, casi todo sigue igual. El eje soberanismo/unionismo se mantiene sin grandes cambios. El eje ideológico izquierda/derecha habría oscilado hacia la izquierda (en mayor o menor medida según consideremos a Ciutadans a un lado u otro del espectro ideológico), pero en grado insuficiente para disputarle el gobierno a CiU. Sin embargo, las líneas de fuerza que evidencian estas elecciones revisten mayor importancia.

Hundimiento del bipartidismo

Si atendemos a la evolución de las elecciones autonómicas en Cataluña, aparece una tendencia de fondo consistente: la reducción del bipartidismo y su modificación paulatina por un abanico ideológico cada vez más plural. Esta tendencia, que en el conjunto de España obedece sobre todo a los efectos de la crisis económica y del hundimiento del PSOE (es decir, es un fenómeno muy reciente), en Cataluña tiene un recorrido mucho más largo, como puede verse en el siguiente gráfico (fuente: RTVE.es:

 

La solidez del pujolismo en los ochenta comenzó a erosionarse hace veinte años: CiU no consigue una mayoría absoluta desde 1992. Lo novedoso aquí es que el descenso de CiU, que en un principio benefició casi correlativamente al PSC, ahora se complementa con un descenso aún mayor del partido que era, hasta el domingo pasado, su principal adversario. El escenario electoral, por tanto, está mucho más emborronado que antes de las elecciones. Sobre todo, desde la perspectiva de CiU.

¿Qué pasaría en un referendum? Generales vs Autonómicas

Otro aspecto importante de esta campaña es el enorme ascenso que ha experimentado la participación, cercana al 70%. Muy superior al de cualquier otro proceso electoral similar. Pero muy parecida a la que suele alcanzarse en Cataluña en las Elecciones Generales.

Desde hace años, se defiende, desde determinadas corrientes de opinión, la existencia de un "voto oculto" españolista que no suele ir a votar en las Autonómicas, pero que, en cambio, sí lo hace en las Generales. Los factores que apoyan esta teoría son dos: la diferencia en la participación (que es, habitualmente, unos diez puntos superior en las Generales), por un lado; y las llamativas diferencias en los resultados electorales.

De hecho, el partido ganador, en escaños, en todos los procesos electorales habidos en Cataluña en unas Elecciones Autonómicas ha sido siempre CiU. Pero el partido ganador en Cataluña en todas las Elecciones Generales hasta 2008 siempre fue el PSC, habitualmente con una cómoda diferencia. Ítem más: en unas Elecciones Generales, también el PP consigue siempre mejores resultados (Fuente: El País):



De hecho, incluso en las recientes Elecciones Generales de 2011, en las que CiU logró superar al PSC, los resultados configuraron una mayoría bastante sólida de votos "españolistas": entre PP y PSC sumaron el 47,4% de los votos, por un 36,4% de CiU + ERC ( el otro partido que obtuvo representación en aquellas elecciones, ICV - IU, obtuvo un 8,1% de los votos).

En las elecciones del pasado domingo, uno de los factores que sin duda explican los magníficos resultados de Ciutadans, la resistencia del PP, e incluso el hundimiento relativamente poco escandaloso (teniendo en cuenta las encuestas) del PSC, es una cierta movilización de ese voto españolista. Una movilización que, sin duda, resulta insuficiente para catalogar al españolismo en Cataluña como una opción mayoritaria.

Pero que sí sirve para mostrar, al menos, que no se trata de un "tigre de papel". La cuestión es, naturalmente, qué pasaría en un referéndum. A cuánto ascendería la participación. Y, fundamentalmente, qué haría ese público que hasta la fecha ha votado a PSC y PP en las Elecciones Generales. Teniendo en cuenta, por supuesto, un axioma que a menudo los partidos políticos olvidan: que en el voto confluyen una serie de factores (sociales, económicos, ideológicos, identitarios, ...) y es un error pretender leerlo todo en torno a una única variable, aunque esta parezca la más importante.

Que, en resumidas cuentas, los ciudadanos tienden a votar en virtud de lo que ellos piensan que está pasando y es importante, y no según lo que los medios les dicen que está pasando, en el supuesto de que ambas perspectivas no coincidan.

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#prayfor... José Manuel Vela

El conseller de Hacienda de la Generalitat Valenciana, José Manuel Vela, dimitió el viernes pasado y fue también imputado por el TSJ. La acusación de haber filtrado un informe confidencial sobre el caso Cooperación a uno de los imputados en el caso, Rafael Blasco, ha motivado su renuncia.

Su renuncia es un hito más en el aparentemente inacabable proceso de degradación y pérdida de legitimidad del Consell. Uno particularmente importante: Vela era el hombre que llevaba años pergeñando los presupuestos de la Generalitat y uno de los principales interlocutores con Madrid en materia económica. La situación está llegando a un punto en el que la oportunidad de convocar elecciones anticipadas, que ya está sobre la mesa desde hace meses, tal vez acabe siendo una necesidad apabullante.

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Guillermo López es profesor titular
de Periodismo en la Universitat de València

@GuillermoLPD

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2 comentarios

HARGIMUND escribió
08/12/2012 03:12

No sé cual es la razón por la que hay tanta discusión acerca de la independencia de Catalunya. El pueblo catalán tiene una cultura diferente al resto de españa (como los vascos y otros). ¿Es tan difícil entenderlo? ¿O es que hay demasiado fascismo todavía en España?

Guerau escribió
04/12/2012 00:15

Para el PP convocar elecciones ahora sería suicida. En estos momentos tiene una mayoría holgadísima en las Cortes que le permite gobernar sin depender de otras fuerzas políticas. Difícilmente podría revalidar la mayoría absoluta en las circunstacias actuales e incluso se vería obligado a abandonar el gobierno frente a una coalición de los partidos de la oposición. Supongo que la consigna del PP es huir hacia delante y esperar a que el temporal de la crisis amaine.

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