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VALENCIA. En tiempos donde todo es susceptible de desmoronamiento y en los que cualquier día un consejero de un gobierno autonómico aparece con dos testículos de ciervo sobre la cabeza, hay contados placeres a los que conviene no renunciar.

Por ejemplo, alargar los desayunos en lugares que resguardan. Existen unos pocos en la ciudad que, ante la estandarización y el síndrome Ikea, apostaron radicalmente por tener personalidad. Una muestra son: Belgravia (en el Ensanche) y Dulce de Leche (en Ruzafa). Apenas guardan similitudes, aunque comparten una triple consigna: acogimiento, tranquilidad y buenos desayunos.

· Belgravia: Valencia tiene de británica lo mismo que de belga. Entre no demasiado, poco y casi nada. Sólo algunas posiciones, como desde hace dos años Belgravia. No es restaurante, no es cafetería ("es un bistrobar", ataja su propietaria, Laura Gallego). Es eso y una condensación de modernidad británica en la calle Sorní, donde poder eternizar un desayuno hasta la tarde o comenzar a las 11 de la mañana con un Aperol Spritz o un Bellini.

El espacio avisa de sus intenciones desde la entrada, un porche con sillones blancos y tapicería en piel, que a través de un pasillo va llevando por su interior (zona de prensa, cafetería, panadería) hasta el salón con vistas al patio interior. La decoración, minuciosa, es obra de Verónica Montijano, una trascendente del interiorismo español.

La historia comienza cuando Laura Gallego vivía en el área londinense de Belgravia. Por los tiempos del desmorone dejó su puesto como directiva jurídica del grupo Aviva. Tras buscar un nuevo lugar, lo decidió crear en una planta que antes era casal fallero.

Sus desayunos y comidas tempranas (brunch, en la jerga) tienen el momento de apogeo los sábados en la media mañana y se componen de bollería francesa, selección de quesos, ensaladas, quiche, huevos Benedict, o la cumbre tarta Tatin. Belgravia huele a orquídeas y cava.

· Dulce de Leche: Ruzafa, ese barrio, tiene múltiples localizaciones paradigma de su cacareado cambio. La superficie donde se ubica Dulce de Leche, en un punto intermedio entre calle Filipinas y calle Sueca, no hace demasiado era tierra de nadie. Hoy aloja uno de los espacios con vocación más europea de toda la ciudad.

Desayunos y brunch los sábados y domingos de 10 a 15, a base de "mercadería casera". Estantes atestados de producciones alemanas, argentinas y españolas. Strudel, empanadas de carne y alfajores en medio de un lugar cálido y diurno cuyo cliente tipo es joven y repetidor.

Las caras de Dulce de Leche las ponen la estilista Analía Lanfranco y el fotógrafo Javier Ferrer, pareja y compañeros en producciones de moda. Abrieron hace menos de un año. Más de una década después de que la familia de Analía, de origen alemán, llegara desde Argentina anticipándose al ‘corralito' y estableciera una pastelería argentina en Xirivella (actualmente en la calle Jesús).

El espacio es una L con más semejanzas a Estocolmo que a Buenos Aires. Una propuesta matinal para un barrio con el riesgo de acabar viviendo solo por la tarde y la noche.

Los clientes de Belgravia y Dulce de Leche quizá no se parezcan, pero las sensaciones de sus largos desayunos son muy parecidas.

→ Belgravia: Calle Sorní, 15 VALENCIA. Abierto de lunes a sábado de 9 a 21.

→ Dulce de Leche: Calle Pintor Gisbert 2, VALENCIA. Abierto de lunes a domingo de 9:30 a 20:30.