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CONVOCATORIA EUROPEA

14N: La huelga de los parados

VALENCIAPLAZA.COM. 14/11/2012 La convocatoria de huelga general llega en el momento en el que el desempleo en España alcanza máximos históricos

Incidentes en la Abvenida de Tarongers de Valencia

CONTENEDOR QUEMADO EN UNA CALLE DE VALENCIA. Varios agentes del Cuerpo Nacional de Policia observan un contenedor quemado en la calle Joan Reglá de Valencia durante la jornada de huelga general. EFE/Manuel Bruque

VALENCIA. La jornada de huelga que se inició a medianoche de este martes y que se prolongará durante todo este miércoles no solo en España sino también en otros países europeos tiene elementos que la diferencian de otras convocatorias anteriores. Más allá de las reformas de la legislación laboral que ha aprobado el Gobierno en los últimos meses -los grandes paros siempre se han asociado a 'decretazos' que recortan derechos laborales- la precaria situación de la economía española, y valenciana, acompañan a la cita a la que han convocado los sindicatos mayoritarios a la ciudadanía.

Sin embargo, hay un dato esencial en este 14N que afectará ya no solo a los motivos sino también a la participación de los españoles en la huelga: el paro. Esta jornada de reivindicación se produce con el mayor índice de paro en España de las dos últimas décadas. Los datos del mes de octubre, los últimos disponibles, desvelan que 4.833.521 personas están sin empleo, el nivel más alto en toda la serie histórica comparable, que arranca en 1996. En Comunitat Valenciana, el paro afecta a 578.040 valencianos en edad de trabajar, por encima de uno de cada cuatro.

Es en ese escenario de precariedad laboral, y de rebaja de la capacidad adquisitiva, en el que se convoca a los españoles a un paro general. Y a ello se añade que las perspectivas de futuro no son positivas. Todos los indicadores tanto internos del Gobierno, como de organismos internacionales, apuntan a que durante 2013 se seguirá destruyendo empleo.

Arranque de la huelga, anoche en Sol (Madrid)

En la convocatoria, además, confluyen elementos que en el pasado no existían: hoy la realidad del desempleo afecta tanto a trabajadores de empresas privadas como a los de las públicas. Los profundos recortes que se están aplicando en las Administraciones están afectando a colectivos que antes se consideraban a salvo. 

¿Hay motivos para convocar y secundar la huelga? La respuesta a esa pregunta depende del color con que se mire la situación actual y las vías que se consideran útiles para superarla. A la flexibilización del mercado laboral impulsada por el Gobierno se unen otras variables, como los recortes del gasto públlico y sus efectos en terrenos tan sensibles como los servicios sociales, la educación o la sanidad. Elementos que ya han desatado en los últimos meses una conflictividad que desemboca en la convocatoria de huelga de hoy.  

Sin embargo, en las horas previas al inicio del paro permanecía la duda sobre la vigencia de concentrar el descontento social en un día, la gran baza de los sindicatos en el pasado. En las últimas convocatorias la participación en los paros ha sido cada vez menor. Los motivos son múltiples, y se desperdigan desde el menor poder de convocatoria de los sindicatos a la disminución del empleo industrial, donde las huelgas siempre han tenido un mayor seguimiento. Anoche mismo, el sector del automóvil (con la planta de Ford de Almussafes incluída) había un seguimiento total. 

En esta ocasión hay otros elementos que hay que tener en cuenta para calibrar la respuesta de los trabajadores a la cita de protesta. Una de ellas es la propia situación de crisis económica. Las empresas a través de sus patronales, como hizo este martes Cierval, ponen el acento en las consecuencias de un paro de este calibre en los centros de trabajo. Más allá de que en algunos centros se puedan vivir situaciones de presión para no secundar la huelga (que existen), lo cierto es que muchos trabajadores han sufrido procesos traumáticos en sus empresas y conocen las dificultades de las compañías para mantenerse a flote. 

Así, en las últimas convocatorias de los sindicatos se ha ido conformando una nueva forma de entender estas jornadas de paro, en las que el éxito se mide en buena parte por el efecto en los transportes públicos -trenes, autobuses urbanos, metros-, la paralización de centros públicos, como los colegios, o en el cierre de los centros comerciales en las primeras horas del día. Los grandes polígonos industriales también suelen notar el efecto del paro. Pero ese efecto de arranque de la jornada (son mediáticos los paros en los mercados de abastos, como Mercavalencia, las cocheras de la EMT, o el cierre de El Corte Inglés) se va diluyendo con las horas.


Sin embargo, el hecho de que muchas pequeñas empresas o oficinas no cesen su actividad o la retomen a medida que los piquetes se retiran ha sido sustituido en los últimos años con una participación más elevada en las manifestaciones que se convocan en las grandes ciudades por la tarde. Hay una parte importante de la población que quiere manifestar su descontento y si no ha hecho huelga -algunos sencillamente porque no tienen trabajo, otros porque no lo consideran oportuno, otros porque se sienten presionados, que de todo hay- sí acuden a los actos reivindicativos.

Otra cosa es que esa demostración de descontento, que además está casi a diario en la calle en los últimos meses, con manifestaciones contra despidos, contra recortes o contra la clase dirigente política o económica, tengan efectos en las decisiones ya tomadas o las que se van a adoptar en el futuro.

El propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dijo este martes en Valencia que tiene las directrices claras, que tiene el camino marcado y lo va a seguir, en referencia a la convocatoria de este miércoles. La grave conflictividad vivida en países con problemas tan graves como Grecia, con la ciudadanía en batalla campal por los recortes obligados por Europa y el FMI, no han supuesto un cambio. ¿Y en España? El otoño caliente se antoja muy largo.

 

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