MADRID. Que cierre un restaurante en Madrid no debería ser noticia en Valencia, pero si se trata de Jockey, el interés del suceso alcanza desde Nueva York hasta Teherán. Y no es una hipérbole. Este local presumió durante décadas de ser el más exclusivo de Madrid. A él acudieron los prebostes del anterior régimen, el sha de Persia, Nixon, Sinatra, las estrellas de Hollywood, la beatiful people madrileña de los ochenta, pero también Santiago Carrillo y con peluca, o Juan Luis Cebrián y Gabriel García Márquez.
El cierre del local se ha producido de acuerdo a las más nobles tradiciones españolas. Los treinta trabajadores de Jockey, según ha denunciado UGT, se han quedado sin indemnizaciones, por lo que se entiende que a este último convite invitaremos nosotros, los ciudadanos, mediante el Fogasa -‘Foguasa', en argot laboralista.
El representante de los propietarios del restaurante es Luis Eduardo Cortés, hijo de su fundador, Clodoaldo Cortés. Luis Eduardo es un notable político del Partido Popular. Cercano a Aznar en los tiempos vallisoletanos y toda una leyenda en la Comunidad de Madrid, donde ha sido concejal del Ayuntamiento, senador, consejero de Obras Públicas y vicepresidente de la Comunidad. Además de presidente del partido.
En el anterior cierre del restaurante, en 2010, al menos, según reveló GQ, de 7.000 euros que se debía a cada trabajador se les iban a entregar 400. No obstante, el local reabrió merced a una ampliación de capital, nuevos socios, nueva decoración y... nuevo fracaso, donde la mano de obra se ha llevado la peor parte, puesto que además llevaban cinco meses sin cobrar. Pero la historia de este lugar, a lo largo de medio siglo, es sensiblemente distinta.
A Jockey quiso acceder en una ocasión Gianni Versace y no lo dejaron entrar por no ir vestido convenientemente. La etiqueta era requisito indispensable para coger mesa. En Jockey, Versace era un andrajoso. También la clase. Orson Welles, que acudía con frecuencia, un día fue completamente borracho. Le pegó un puñetazo al camarero en un ataque de ira y fue expulsado del local por los propios clientes "de forma airada", según relata Lorenzo Díaz, autor de la historia del restaurante.
Muy ilustres clientes fueron Otto Skorzeny, famoso oficial de las SS que participó en la heroica liberación de Mussolini de la Prisión de Campo Imperatore, en el monte Gran Sasso, entonces escondido en España por problemillas legales. También Serrano Súñer, afamado interlocutor de España con el pujante nacionalsocialismo. O Luis Carrero Blanco, que estuvo dos días antes de sufrir el atentado de ETA que acabó con su vida. El consomé que se sirvió en su velatorio era de las cocinas de Jockey.
De hecho, esa fue otra de las facetas del restaurante. Ocuparse de eventos de máxima importancia. Prepararon incontables cenas en el Palacio de la Zarzuela. Le enviaban posibles menús a la Reina, ella elegía, y luego el Rey Juan Carlos, después del acto, solía departir con los cocineros sobre sus platos. Quizá el mayor momento de gloria de estos servicios fue la boda de Felipe y Letizia. Que no fue la única, también hicieron el menú de la de Paquirri y Carmiña, la del hijo de March, o se encargaron de los restaurantes del pabellón de España en la Exposición Universal de Nueva York por decisión de un ministro de Turismo con cierta proyección, Manuel Fraga.
En Manhattan, Jockey alcanzó fama internacional. Sirvió para que millonarios de todo el mundo identificaran Madrid con "ir al Prado y cenar en Jockey". No fue fácil. Los estadounidenses rechazaron inicialmente la dieta mediterránea que proponía el restaurante. No les interesaba el vino de calidad, sólo pedían sangría y percibían todo aquello como muy exótico. Para colmo, a Clodoaldo Cortés los sindicatos hosteleros americanos no le permitieron llevar mano de obra española, por lo que tuvo que negociar con ellos, esto es, regalarles trajes de etiqueta y pagar la cuota sindical cada semana. Entonces sí.
Porque el propietario sabía desenvolverse. Es lo que tiene la universidad de la vida. De niño, había trabajado en Madrid moliendo café. Después vendió chocolatinas y tabaco en un casino, donde también prestaba dinero. Cuando Primo de Rivera padre lo cerró, un escritor que le debía y no podía pagarle, le colocó en el Hotel Palace. Ahí empezó su relación con la hostelería. Y la de nivel, en 1924 era el responsable del caviar en el Hotel Niza, en Francia. Por ese motivo, lo aborreció durante toda su vida. Así de cruel es el trabajo manual.
Esta etapa de formación se vio interrumpida por la Guerra de África. Llamado a filas, acudió raudo desde el extranjero diciendo "yo no me pierdo mis derechos de ser español", cuenta su biógrafo. La experiencia militar fue muy enriquecedora: "Yo, que iba muy afrancesado, recibí un buen varapalo y salí hecho un español de los pies a la cabeza". Tal vez por este motivo, cuando la Guerra Civil le sorprendió en Madrid, fue juzgado en tres ocasiones por un tribunal de la CNT. Le dieron a elegir entre la cárcel y el frente y optó por la segunda opción, parece que ofrecía más posibilidades de sobrevivir. Y desertó.
La llegada de la dictadura franquista fue el escenario ideal en el que inaugurar su propio proyecto, un restaurante exclusivo. Durante la II República "estaba mal vista la buena vida", sostenía Cortés, pero una vez cercenadas las libertades del pueblo, las clases pudientes volvieron a gozar sin freno en un escenario incomparable, al menos así lo describía el actor Conrado San Martín, una estrella rutilante durante esos años:
"La Posguerra no fueron años tan malos como se dice. Por lo menos para nosotros, aunque la mitad del país acabó hecha unos zorros, había una vida oculta muy interesante y bullanguera. Había un ambiente extraordinario, de compadreo, porque nos conocíamos todos. Los ricos vivían mejor que nunca, y existía clara conciencia de que lo de la República y la Guerra Civil había sido un accidente que jamás se repetiría (...) Los ganadores de la guerra se paseaban como Pedro por su casa, y desde la puerta de Chicote veía a un general del Aire llamado Mario Maxi que llevaba una Harley e iba atropellando guardias y ‘proletarios', como decía él (...) Éramos como una especie de vaqueros que habíamos tomado la ciudad e íbamos de perdonavidas".
Mas todo llega en la vida y lo bueno no puede durar para siempre, en los años 70 volvió la democracia y las cosas empezaron a torcerse. De entrada, porque Cortés abrió una franquicia en Marbella, pensando que era ‘la nueva Niza' y se topó con un obstáculo insalvable, los ‘nuevos ricos', que nada sabían de etiqueta, corbatas o refinados placeres culinarios. Fracasó en este escenario, antesala de estos tiempos que corren.
Pero no los tuvo que soportar demasiado. En 1981, Clodoaldo Cortés falleció. No está claro el motivo, puede que por la complicación de una diabetes o por un accidente impactante: una salmonelosis contraída en un chiringuito playero. Lo que sí parece cierto es que pagó ciertos excesos de los últimos años de su vida. A partir de ese momento, cogió el testigo su hijo Luis Eduardo, quien dio de comer a la beatiful people madrileña.
Fueron los años de KIO, los de Ibercorp, un caso que ocasionó una pelea dentro del restaurante cuando coincidieron los inversores estafados con Manuel De la Concha, el estafador; los años en los que uno se hacía rico rápidamente en España. También la época en la que el Real Madrid iba a conjurarse cuando venían mal dadas, o Alfonso Ussía conspiraba contra Mendoza con sus directivos sin reparar en que el presidente se encontraba en la mesa de al lado.
La familia Ussía fue una de las más habituales de Jockey. Su padre tiene el récord histórico de haberse comido 36 huevos en el restaurante. Su tío, Ventura Ussía, celebraba el Año Nuevo zampándose 15 platos. Y el periodista, mucho más sutil en sus frivolidades, pedía que en tamaño templo gastronómico le sirvieran fabada en lata marca ‘Litoral' y, claro, el chef tenía que mandar que fueran por ella a una tienda.
Aunque el cliente más habitual estos años fue Mario Conde. Cuando cerró la venta de Antibióticos dio un convite de cuatro kilos de caviar que le costó más de un millón de pesetas. Muy curioso es que, cuando José María Aznar se reunió con Jordi Pujol en 1995, casi a hurtadillas, para repartirse el mundo tras derrotar a Felipe, coincidió con la salida de la cárcel de Mario Conde, empeñado en celebrarlo en Jockey. Finalmente, para no encontrarse y regalar una curiosa foto a los periodistas, el banquero tuvo que ir a Horcher, otro de los mejores locales de la capital. Tenía la lección bien aprendida.
También Zapatero y Rajoy tuvieron una cena íntima en Jockey el 30 de julio de 2003. Un "almuerzo secreto" para derrotar a ETA, cuyos acuerdos no han trascendido porque pasó lo que pasó. Ese suceso que tanto le gusta a otro amigo del restaurante, Pedro Jota Ramírez, del que cuenta Lorenzo Díaz que nunca nadie le ha visto pagar. Siempre le invitaban sus acompañantes.
Las anécdotas son infinitas en este local que ha echado el cierre. Hasta las leyendas urbanas, como que a Espartaco Santoni le hicieron una felación mientras cenaba, o que el director de cine Luis García Berlanga encontró una cucaracha en un plato. Pemán, Arias Navarro, Suárez, Polanco, los Albertos, Gallardón, Mayor Oreja, Múgica Herzog, la historia de la España contemporánea desfiló por delante de estos fogones. Lo que sirve para colegir que los motivos verdaderos del cierre que daba un empleado del local a El País sí que son muy verosímiles: "Esto lo pagaban las empresas, y con los recortes, los que venían ahora no aparecen porque se lo tendrían que pagar de su bolsillo". En consecuencia, ya no iba ni Dios.
Buenas noches E.Martin: torres mas alta han caido y todavia el mundo existe. Hablamos de "referentes" de una epoca o de una etapa.Si el mundo se va al carajo será por nuestras propias actuaciones exista o no Casa Lucio aunque nos quedemos sin huevos estrellados.- Aqui cerro hace tiempo ya "La HACIENDA" y aún existimos.- Un saludo y buenas noches Alejandro Pillado Valencia 2012
¿Qué será lo siguiente? ¿Que cierre Casa Lucio? ¡Los mayas tenían razón, es el fin del mundo!
Buenos dias: si, la crisis tambien se ha llevado por delante a uno de los referentes de madrid en gastronomia.A Jockey se concurria no solo a comer si no "a que te vieran" y a "ser visto" parece lo mismo pero no lo es.-Tuve oportunidad de concurrir bastante asíduamente en tiempos pasados y era realmente una experiencia.- Atte Alejandro Pillado Valencia 2012
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