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generación pesada

La maldición de los 'Bot'

CARLA VALLÉS. 27/10/2012 "Un amigo despertó en mí una sensación de lo más inquietante..."

VALENCIA. Mientras almorzaba la otra mañana en un mítica bocatería en el centro de Valencia, un amigo despertó en mí una sensación de lo más inquietante. Charlábamos tranquilamente de cuestiones banales hasta que sacó el TSC (Tema Siempre Coñazo). Desgraciadamente, más de cinco millones de españoles saben de lo que hablo: la búsqueda de trabajo. Pero no fue sólo esta cuestión, a la orden del día y en boca de todos, la que casi me produce una indigestión. Lo que realmente estuvo a punto de asfixiarme fue el cambio radical del eterno semblante bucólico de mi amigo al comunicarle mi más sincera ignorancia sobre lo que él llamó "los BOT" (traduzco para inexpertos como yo: Buscadores Online de Trabajo).

Como si un ser endemoniado le acabara de poseer y con la aorta palpitante bajo su cuello, alucinó ante la posibilidad de que yo continuara con mi existencia sin estar inscrita a, y transcribo literalmente sin comas y (casi) todo junto para trasladarles su agónico asombro: "infojobs netadecco.com laboris.net iberempleo.es oyobalia.es ask.com computrabajo.es infoempleo.com uniempleo.com y (pausa) monster.es". Oye, ojiplática me dejó.

"¡Ah!", añadió, "Y en la cumbre de la popularidad, en la categoría de reina de baile y en el top de los portales de empleo más in se encuentra LinkedIn". Así pues, desatada una irreversible desazón sobre mí, lo supe. Debía sumergirme en todas y cada una de aquellas infinitas posibilidades laborales que me ofrecía el mundo online y no volver a pasar por alto cualquier alternativa que hoy en día se preste productiva en una situación, como la de ahora, de talla vomitiva. Así pues, de nuevo presente en mi interior la sensación de un futuro turbador y que se antoja con carácter arrollador, me catapulté a mi cuarto de 4 metros cuadrados frente a mi portátil como si no hubiera mañana. "Humo", me dije.

6 horas, 6 minutos y 6 segundos más tarde, con las yemas de mis dedos a remojo, algún que otro calambre muscular en las manos y una reciente manicura masacrada, acabada la encrucijada, percibí mi ser como un ente liberado, conectado con el mundo laboral de una forma más inmediata, anclado a una realidad tecnológica necesaria. Concluido mi cometido épico, días, semanas y meses después sin recibir ninguna señal se apoderó de mí un sentimiento sobrecogedor. Recordé aquella cifra coincidente a la numérica asociada con el diablo que marcó el tiempo de mi bautizo cibernético-laboral (6/6/6) ¿Casualidad o mal presagio?

Lo cierto es que con la mente más fría y con ganas de saña comencé a sacar mis propias conclusiones sobre las dichosos 'BOT' a los que me dispongo a meter caña. En primer lugar, tras un segundo vistazo e introducidas mis más de cinco diferentes contraseñas para los distintos portales, me llamó poderosamente la atención toda esa suerte de preguntas impertinentes sobre la experiencia laboral (que si a bien tuvieran un poquito de conocimiento actual tienen más sentido en el apartado de "información opcional").

Tampoco ayuda esa estética que lucen los citados sitios web, la mayoría dañina, por un abuso desmedido de la mayúscula y la negrita en las palabras "Ofertas" y "Bolsa de trabajo" (recochineos los justos: hace daño jugar con los sentimientos). Y qué decir de esa invasión publicitaria sobre empresas, cursos y masters relacionados con las supuestas "ofertas" muchas de ellas ya caducadas. Vamos, que un BOT, en realidad es un POPC: "Pocas Ofertas por Píxel al Cuadrado".

De repente, me sorprendió ver parpadear, al meterme en una de las páginas, que me había llegado una notificación a mi bandeja de entrada ¿Me habría anticipado al maldecir y aquel mensaje de la red cambiaría mi devenir? De ningún modo. Para empezar, indicaba que había entrado "en proceso" en una de las ofertas donde me inscribí. En ese estado me quedé durante 50 días. Tiempo suficiente para hacerme de nuevo la manicura y volver a destrozarla inscribiéndome en nuevos BOT.

Olvidado aquel "proceso" en el que me encontraba, llegó a mi correo como caído del cielo la siguiente notificación: "Usted ha pasado de estar en proceso a finalista en la oferta que se inscribió". Me sentí especial. Fue un momento que rozaba lo místico. No había duda: yo era uno de los elegidos. Con la adrenalina por las nubes proporcionándome intensas descargas de placer por todo mi cuerpo me pregunté "¿Y ahora qué?" Ahora nada. Y así continuó mi estado por siempre jamás. Porque creer que si al quedar "finalista" por fin voy a trabajar como periodista es ser poco realista y de actitud masoquista.

Pero yo sigo conectada, dependiente de mi gmail y con la intención de recomponer mi autoestima aplacando los anhelos de una larga vida profesional con copiosos almuerzos de tortilla de pimientos mientras esos datos que resumen toda mi existencia circulan por la red. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, hago fuerza mental para que revelada toda mi intimidad en la web, los Bot (de los "güebs"), me encuentren además de un trabajo, un amante que se entregue en mi alcoba con mucho desparpajo.

Moraleja: "Tonto el que no BOT-E"

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3 comentarios

Charlie Brown escribió
29/10/2012 14:12

prosa poética freestyle.

marisina escribió
27/10/2012 16:33

querida...Carla...cuanta razón... esto es un no parar...¡¡¡¡¡ continuaremos....BOT- ANDO...

Vicenta Bayo Aloy escribió
27/10/2012 10:49

Es el segundo articulo que leo a Carla, el primero me hizo mucha gracia y en este segundo sigue con su forma desenfadada y fresca, pero sobre un tema que a tos nos toca en un grado u otro. Cuanta verdad. Sigue así. Un saludo

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