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Educación: el (verdadero) disparate nacional

CARLOS DÍAZ GÜELL. 23/10/2012

MADRID. Una televisión privada daba la semana pasada la siguiente noticia: "Alumnos, padres y profesores inician hoy la que han denominado 'semana de lucha' en defensa de la enseñanza pública y contra la política educativa del Gobierno. Manifestaciones, asambleas y tres días de huelga general comienzan este martes en los centros educativos.

Por primera vez en la historia, la Confederación de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) ha pedido que los padres no lleven a los hijos a los centros. Se pide el inmediato cese del ministro de Educación, José Ignacio Wert y la retirada de la futura Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa".

Por su parte, el ministro Wert mostraba su sorpresa porque la Ceapa apoye la convocatoria de huelga «política» del Sindicato de Estudiantes, "inspirada en supuestos de la extrema izquierda radical y antisistema", a la vez que recomendaba a la comunidad educativa la lectura de la convocatoria para que "deduzca si se trata de una huelga política o de una huelga contra los recortes".

Con independencia del seguimiento de la huelga, de las razones de su convocatoria, de la ideología que la inspiraba o de los remedos del "cojo manteca" que han tenido su minuto de gloria, sobra señalar que la educación es una variable clave en los análisis relacionados con el mercado de trabajo. Los niveles de participación, ocupación y desempleo difieren sustancialmente en función del nivel educativo de la población.

El crecimiento del empleo desde 1995 se produjo en España fundamentalmente en ocupaciones poco cualificadas; pero cuando la economía no va bien, los estudios se convierten en una de las principales armas en la lucha contra el desempleo.

La educación en España ha sido siempre un terreno abonado al debate ideológico y político como lo demuestra el hecho de que en la historia de la democracia española ninguna de las leyes educativas se ha aprobado por consenso y siempre han contado con los votos en contra del partido mayoritario de la oposición.

Hasta la fecha y sin contar los experimentos autonómicos, los principales hitos legislativos en materia educativa han sido los siguientes:

• La Constitución de 1978

• Ley Orgánica Reguladora del Estatuto de Centros Escolares (LOECE) a propuesta de UCD.

• Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) a propuesta del PSOE

• Ley Orgánica de Reforma de la Universidad (LRU) a propuesta del PSOE

• Ley Orgánica de la Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) a propuesta del PSOE

• Ley Orgánica sobre la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros (LOPEG) a propuesta del PSOE

• Ley Orgánica de las Cualificaciones y de la FP (LOCFP) a propuesta del PP

• Ley Orgánica de Universidades (LOU) a propuesta del PP

• Reforma de la LOU a propuesta del PSOE

El resultado, razonablemente objetivo y actualizado, de toda esta batería de leyes, es el siguiente:

• España es el primer país de Europa en términos de fracaso escolar y de mala inserción laboral de sus jóvenes, según los datos recogidos por la Unesco en la edición 2012 del estudio anual Educación para Todos (EPT).

• El último informe PISA de la OCDE sobre educación, coloca a España en el puesto 26 de 34 países analizados, puesto que es consecuencia de que, por ejemplo, España saque 481 puntos en comprensión lectora, cuando la media de la OCDE es de 493. Finlandia con 536, Holanda con 508 y Bélgica con 506, son un ejemplo a seguir.

• España tiene un gasto público en educación equivalente al 4,35% de su PIB, lo que supone que gasta más en educación que sus vecinos y saca peores resultados. El Informe, que mide el resultado de los alumnos de secundaria de las principales economías del mundo, destaca que "existe una débil relación entre recursos educacionales y rendimiento de los estudiantes", atribuyendo sólo un 10% del total de la variación en las notas al dinero gastado por las autoridades. Lo trascendente no es el total del gasto, sino dónde se invierte el dinero destinado al educación.

• Los últimos datos disponibles a nivel europeo ponen de relieve que el gasto medio por alumno en la UE-27 era de 6.251 euros al año. España superaba ampliamente esa cifra, con 6.773 euros. Alemania o Finlandia, dos países mucho más ricos y con resultados sensiblemente superiores en PISA, gastaban 6.752 y 6,682 euros respectivamente. Italia, por su parte, con 6.205 y Francia con 6. 928 euros pueden ser nuestros referentes.

• Una ratio que se maneja habitualmente en el sector educativo es la de alumnos por clase y por profesor. En los colegios públicos de primaria, por ejemplo, el número de niños por clase en España es de 19,8, frente al 21,7 de Alemania o los 28 de Japón (uno de los más valorados por PISA). Y en los institutos, la cifra de 23,5 es también inferior a la de estos dos países (24,6 para el europeo y 32,9 para el asiático).

• Por lo que respecta al número de alumnos por profesor, España tiene una cifra sensiblemente inferior a la de Finlandia, el mejor país europeo para PISA. En educación secundaria, la relación en las escuelas españolas es de 9,3 alumnos por maestro, mientras que la media de la OCDE es de 13,5 y la de los institutos finlandeses es de 16,6.

PISA destaca que lo más importante en materia educativa es el sistema y resalta algunas cuestiones que funcionan allí donde se aplican, como la autonomía de los colegios, el incremento la disciplina o la evaluación externa e independiente para conocer quien lo está haciendo bien y quién no.

Existe, sin embargo, una variable -quizá la más importante- que depende en gran parte del gasto y que tiene una influencia directa en los resultados de los alumnos. Todos los informes internacionales coinciden en que la calidad del profesorado es clave para mejorar el conjunto del sistema educativo. Es más, muchos autores defienden que es la variable más importante. El problema es que, de nuevo, en esta cuestión no es relevante sólo el cuánto, sino el cómo.

De hecho, en la cuestión de cómo se paga al profesorado, España vuelve a presentar unas buenas cifras, en relación a los países de su entorno y valorando la paridad del poder adquisitivo. Así, de cada cien euros que aparecen bajo la rúbrica de "educación" en los presupuestos públicos, 73,3 van destinados a pagar a los profesores. En la OCDE, la media es del 63%.

Los problemas de la educación en España son, sin duda, de calado y en ello convienen todos los expertos que se han acercado al sistema educativo español, aunque resulta inútil la globalización de los mismos. Todos coinciden en señalar que la endogamia universitaria, por poner un ejemplo, nada tiene que ver con la politización de la enseñanza secundaria o primaria o la política de I+D, y la solución de todos esos problema, y más, requiere entrar en el detalle y buscar soluciones parciales e incluso individualizadas, una vez que se haya elaborado y consensuado un pormenorizado análisis de la situación, algo que no se ha hecho, después de más de treinta años de democracia.

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