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LA OPINIÓN PUBLICADA

Juego de tronos en el PP: al final, siempre Rajoy

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*). 23/09/2012

VALENCIA.En las elecciones del 14 de marzo de 2004, que tuvieron como resultado la sorprendente victoria del PSOE y de José Luis Rodríguez Zapatero, pocos le echaron la culpa de la derrota a Rajoy. Porque, en efecto, no era suya. Rajoy había llegado allí merced al "dedazo" de su antecesor, José María Aznar. Y había perdido como consecuencia de la evaluación que los ciudadanos hicieron de la gestión de Aznar, con el 11M y los días posteriores como momento culminante. De manera que todo el mundo vio normal que Rajoy siguiera al frente del PP; sobre todo porque lo hizo rodeado de hombres de Aznar, que habían crecido en política con Aznar y que le debían todo a Aznar.

Sin embargo, tras la nueva derrota de Rajoy en las elecciones de 2008, muchos consideraron que ya habían esperado suficiente. Ya al día siguiente comenzaron a moverse las piezas que intentarían moverle el sillón a Rajoy. En primer lugar, las piezas mediáticas: Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y Federico Jiménez Losantos, editor de Libertad Digital y (entonces) conductor del programa "La Mañana" en la cadena Cope, comenzaron a hablar claramente de la necesidad de un relevo.

¿Qué relevo? La de alguien que no estuviese desgastado por dos derrotas electorales; alguien que pudiese desarrollar una oposición más dura al PSOE, con más raíces en el esencialismo aznarista, y que, al mismo tiempo, pudiese dar (al menos, a ojos de estos periodistas) cierta imagen de modernidad. Alguien, en resumen, que no se resignase. Es decir: la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

El desafío no fue en absoluto menor, y estuvo a punto de llevarse por delante a Rajoy. Como es sabido, sólo el firme apoyo de Camps en el Congreso de Valencia de 2008 acabó garantizando la victoria de Rajoy. Pero esa victoria no supuso, en absoluto, que Aguirre se "resignara". La presidenta de Madrid siguió haciendo oposición, tanto a Rajoy como a Zapatero, desde sus tribunas políticas y mediáticas, que eran poderosas. Porque tanto Pedro J. Ramírez como Federico Jiménez Losantos fueron fieles a su apuesta por Aguirre y continuaron promocionando su candidatura, mientras trataban de socavar a Rajoy. Ni que decir tiene que, por supuesto, Aguirre respondió a tanto fervor por ella como ambos periodistas esperaban, en términos de publicidad institucional y licencias de radio y televisión.

Dejar que los problemas se solucionen solos

Rajoy, por su parte, hizo lo que mejor sabe hacer... ¡Nada! Al menos, si por "nada" entendemos permanecer en su cargo y dejar que pase el tiempo. Resistir, resistir y resistir. Como bien supo ver Camilo José Cela, "en España, el que resiste gana". Y pocos hay en política que puedan superar a Rajoy en eso. De manera que Rajoy optó por hacer una oposición displicente, pero sin estridencias, a Zapatero, confiando en que ya le tocaría gestionar a él. Mientras tanto, dejaba hacer a sus enemigos internos en el PP, siempre y cuando no llegasen a la rebelión abierta. Y eso sí: por su parte, Rajoy se rodeó en esta segunda legislatura 2008-2011 de fieles a su persona, soltando lastre aznarista.

La espera dio sus frutos y Rajoy consiguió una gran victoria electoral, superior a la del mismísimo Aznar. Pero la dureza de la crisis económica y, sobre todo, la inoperancia demostrada por el Gobierno en estos meses de 2012 provocaron el resurgimiento de la eterna corriente de fondo. De nuevo se hablaba de maniobras para sustituir a Rajoy por otro dirigente. De un tecnócrata. De alguien más cercano a la sensibilidad del actual PP y sus acólitos mediáticos (más partidarios, ante casi cualquier problema, de la "firmeza" que de las "componendas" y la dejación de funciones que asocian con Rajoy). En resumen: Aguirre de nuevo.

Sin enemigos internos

De hecho, Pedro J. Ramírez volvió del verano con fuerzas renovadas, publicando un impactante artículo en el que retomaba las cosas donde las había dejado en 2008. Es decir: pedía que se buscase un sustituto de Rajoy. Pero la sorprendente dimisión de Esperanza Aguirre ha descabezado, aunque sea momentáneamente, cualquier operación contra Rajoy desde dentro del PP. En estos momentos, no hay nadie que pueda sustituir a Aguirre que tenga suficiente predicamento y -sobre todo- suficiente poder para granjearse los apoyos de los descontentos con Rajoy, que siguen siendo muchos. Sin duda, Pedro J. Ramírez (a quien nadie puede negarle su contumacia en seguir los objetivos que se marca; durante años y, a veces, durante décadas) y Federico Jiménez Losantos (siempre crítico con Rajoy) continuarán por la misma senda, aunque estén momentáneamente sin referente.

Los posibles sustitutos de Rajoy, o bien son odiados por ese sector del PP (como es el caso de Ruiz Gallardón, a pesar de su enésima pirueta ideológica desde que es ministro de Justicia), o bien son demasiado afines a Rajoy (como ocurre con el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo). Sólo quedaría, como telón de fondo, la figura del "Gran Timonel": José María Aznar.

Sólo Aznar tendría la fuerza suficiente en el PP para constituir un desafío real a la hegemonía actual de Rajoy. Pero es dudoso que quiera intentarlo. Y aún más que, en caso de intentarlo, se viera coronado por el éxito, vista la eficacia, en términos de lucha por el poder, del "método Rajoy" para afrontar los problemas: esperar a que éstos se acaben. A que los demás se cansen, se retiren, o cometan un error, mientras él sigue ahí, impertérrito.

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#prayfor... Spot electoral del reparto de El Ala Oeste de la Casa Blanca

Varios integrantes del reparto de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, incluido el actor Martin Sheen (que interpretaba el papel del presidente de EEUU Josiah Barlet), han vuelto a reunirse para interpretar de nuevo sus papeles en la serie. ¿El motivo? Apoyar la candidatura de Bridget Mary McCormack para la Corte Suprema del estado de Michigan; no en vano, la candidata es la hermana de Mary McCormack, actriz que interpretó a la comandante Kate Harper en las últimas temporadas de la serie.

La iniciativa se enmarca en una trayectoria de activismo político bastante significativa por parte de muchos de los actores de la serie; sobre todo, en apoyo del Partido Demócrata (el partido político al que también representan en la serie), a favor del cual han hecho campaña actores como Richard Schiff (Toby Ziegler en la serie), Bradley Whitford (Josh Lyman) y el propio Martin Sheen, a quien algunos devotos de la serie llegaron a proponerle que se presentase a la presidencia de EE UU. Por no hablar de los actores que interpretaron a los candidatos a la presidencia de EEUU en las últimas dos temporadas: Jimmy Smits y Alan Alda, participantes ambos en la exitosa campaña de Obama en 2008.
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Guillermo López es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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