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Alberto Fabra y la silla de Obama

JOAQUIM CLEMENTE. 03/09/2012

¿Podría el presidente de la Generalitat contestar como hizo Obama a quienes ponen en duda su consolidación al frente del Consell?

VALENCIA. En la convención del partido Republicano de Estados Unidos celebrada esta semana pasada para elegir al candidato que se enfrentará a Barak Obama, el actor Clint Eastwood, hizo una intervención un tanto teatral en la que le hablaba a un sillón vacío. La intención de Eastwood era denunciar el vacío de poder que, a juicio de los conservadores, vive el Gobierno Federal.

Unas horas más tarde, el presidente Obama, a través de su cuenta en la red social twitter, desmontó el grandilocuente discurso de quien fuera Harry el Sucio con una simple foto: "Esta silla está ocupada", rezaba el mensaje que acompañaba a la imagen de una silla en la que Obama, de espaldas, participaba en una reunión de trabajo.

Pasado un año largo ya desde que Alberto Fabra alcanzó la presidencia de la Generalitat llegara al puesto de una manera rocambolesca, ¿podría el presidente de la Generalitat contestar de una manera tan sencilla, pero tan contundente a la vez, a quienes ponen en duda su consolidación al frente de Gobierno valenciano? Hay, al menos tres aspectos que convendría que Fabra afrontara para poder reivindicar con esa claridad un puesto de ocupa de forma sobrevenida.

· La primera tiene la fecha marcada en el calendario: el Debate de Política General. Va a ser una prueba de fuego para el president, ya no solo por transcurra el debate, sino por la necesidad de que lance nuevos mensajes que eleven la política local más allá de las conveniencias o no de los recortes. La situación lo requiere. Porque más allá de las políticas de austeridad, lo que se ha abierto es un debate -dirigido desde Bruselas, pero también desde algunos círculos de Madrid- sobre la vigencia del modelo autonómico de España. Las corrientes recentralizadoras, apoyadas en gestiones pésimas de años pasado que han provocado el colapso económico de de las instituciones propias de las regiones, está sirviendo para poner en duda si mera existencia.

Porque la pregunta que cabe hacerse es: ¿Qué margen de maniobra le queda o le quedará al Consell con la extremadamente delicada situación de las arcas públicas? Y otra: Aún con un ligero margen, ¿cómo va a influir el control que se ejercerá sobre la gestión del Consell desde el Gobierno central? El recurso a la ayuda del Estado para poder pagar las facturas es inevitable. Y con ellas las condiciones de control.

La defensa del autogobierno, debería convertirse en un eje del discurso de Fabra y no de manera hueca. Porque adoptar una posición de resignación puede agravar la deriva de una autonomía puesta en duda. Y, pese a todos los defectos en el modelo de organización territorial que surgió de la Transición, ni todos los mensajes de llegan desde el Gobierno central sobre la necesidad de hacer recortes en las autonomías son buenos ni, por supuesto, se justifican por la crisis económica.

Alberto Fabra y Ximo Puig

· Hay un segundo elemento vinculado a esos aspectos clave que deberá afrontar la Comunitat Valenciana en los próximos meses. Se trata de abrir el diálogo con el resto de fuerzas parlamentarias para tratar de alcanzar acuerdos en temas básicos. Y Fabra deberá deshacerse de aquel viejo vicio de su predecesor de ofrecer diálogo con trampas. La situación requiere altos grados de consenso en aspectos como la reivindicación de un mejor sistema de financiación. Fabra ocupa el sillón de presidente y es a él a quién compete lanzar la oferta. Y hacerlo no como un gesto a la galería.

Para ello, el presidente debería abrir rondas de conversaciones con todas las fuerzas políticas y tratar de pactar unos compromisos comunes. Y la oposición debería valorar muy seriamente entrar en ese escenario. No se trata ni de renunciar a la discrepancia o la crítica, pero sí de ofrecer una nueva imagen política que construya. Porque ese va a ser el reto de 2013: reconstruir la Comunitat.

Acutal Consell

· Para el tercer reto de Fabra no hay fecha. Al menos así lo ha decidido el propio presidente pese a las numerosas voces que le recomiendan que cambie a su Consell. Fabra dice que no tiene motivos para provocar una crisis de Gobierno. Pero no lo piensa. Las razones por las que ha postergado esta decisión han variado con los meses. La última: que los consellers actuales acaben el trabajo sucio: el de los recortes, privatizaciones, despidos... Sin embargo, el Consell necesita de manera urgente un cambio de rumbo: nuevas ideas para la nueva situación y gente capaz de preparar políticas que ayuden al crecimiento desde la nueva situación económica. Prescindir de elementos discordantes sin pensar en las consecuencias internas sería una demostración de la consolidación.

Tres líneas estratégicas que, de no adoptarlas tendrán unas consecuencias preocupantes. Fabra debe demostrar que, más allá de la forma en que llegó al puesto, es el presidente de la Generalitat. Pero esto es una cuestión de política con mayúsculas.

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