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Así se calcula lo que pagamos por el crédito exterior

Londres Plaza / VÍCTOR JIMÉNEZ. 16/08/2010

Como si las pruebas de resistencia a la banca nno se hubieran producido, esta semana el Tesoro español se podrá ver forzado a ofrecer de nuevo más de un 4% de rentabilidad a cambio de que el capital extranjero comprara bonos a 10 años. ¿Qué es lo que marca la diferencia? los CDS...

LONDRES. En el lenguaje de los CDS ó Credit Default Swaps, un 'punto básico' significa que proteger una deuda de 10 millones de euros contra su posible impago nos cuesta 1.000 euros. Esto ofrece alguna pista para comprender el papel que juegan en el actual maremoto capitalista de crédito escaso y confianza inversora en estado gaseoso.

Los analistas se hacen cruces, aunque cada uno de ellos en distinta dirección. Daniel Grote, de la agencia Citywire en Londres, afirma que "las variaciones del precio en CDS no son realistas, los niveles de quiebra no son tan altos". Pero por cada punto que crecen, los gobiernos deben tentar al inversor con más productividad.

En 2010, de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, el valor del mercado de CDS se acerca a los 30,6 billones de dólares, menos de la mitad de los 62 en que se calculaban hace tan sólo dos años, pero muy lejos aún de los 592, cifra que nominalmente se mantuvo hasta la explosión de la burbuja derivativa.

En algún lugar en el camino de bajada entre esos casi seiscientos billones de dólares y la realidad de apenas treinta, se halla la desgracia de las aseguradoras Fannie Mae y Freddie Mac, y el derrumbe de la banca de Lehman Brothers y Landsbanki, cuyas subastas de CDS en 2008 marcaron el tsunami económico del globo con sus dolorosos ajustes contables.

Eric Dinallo, quien fuera supervisor financiero del estado de Nueva York hasta el pasado mayo, describió así los CDS en el Congreso norteamericano: "Tendrían que haber sido instrumentos de reducción del riesgo, pero se convirtieron en una excusa para asumirlo sin demasiadas garantías."

QUÉ SON Y CÓMO SE USAN

En 1997, un grupo de trabajo de JP Morgan Chase surgió de una de sus sesiones sobre innovación financiera con la idea que abriría las posibilidades de los bancos a incrementar su deuda sin las constricciones de la regulación vigente. Lo han adivinado: Credit Default Swap. En círculos elitistas de la City de Londres se ha señalado a la británica Blythe Masters como cerebro de la operación, pero ella lo ha negado rotundamente e incluso interpuso una queja pública contra el diario The Guardian, que se atrevió a afirmarlo e imprimirlo.

Los CDS ofrecen protección contra la probabilidad de impago a los compradores de un paquete de títulos. Quien adquiere CDS, paga al emisor una prima. En teoría, la protección se multiplica y las agencias de calificación de riesgo asignan, entonces, ratios sólidos y positivos. ¿Y si el contrato se va al garete porque nadie sabe a ciencia cierta el valor de los títulos, y nadie está dispuesto a comprar protección porque es ridículamente cara, ni a venderla, porque las pérdidas son astronómicas? Una de las consecuencias, claro, es que el crédito se congela.

Desde 2008, para hacer avanzar el deshielo, las autoridades financieras occidentales aceptaron que fuera la Asociación Internacional de usuarios de productos Derivados, ISDA, la que introdujera su propio reglamento. Aún así, no todas las transacciones de CDS lo cumplen.

Las mayores plataformas de compensación son Depositoris Trust & Clearing Corporation, DTCC, cuyos accionistas principales corresponden a los principales implicados: JP Morgan Chase, USB, Goldman Sachs, entre otros nombres de la aristocracia bancaria internacional; e ICE, InterContinental Exchange, cuyos miembros deben tener un colchón de capital mínimo de 5.000 millones de dólares y calificación de riesgo A o superior. ICE se fundó en el año 2000 y asegura haber resuelto un volumen de derivados cercano a los 880.000 millones de dólares.

EN CONTRA

"No llego a comprender por qué todavía permitimos transacciones comerciales de credit default swaps sin ni siquiera ser propietario de los títulos [...] para mí, no tiene vuelta de hoja, particularmente en la eurozona, que en la actualidad está siendo sometida a una larga serie de ataques especulativos". Estas palabras pertenecen al gurú del diario Financial Times, Wolfgang Münchau. Sus columnas, en las páginas editoriales de color salmón, reciben el respecto del sector a ambos lados del Atlántico, y acostumbra a hablar sin tapujos: "el argumento (contra la compra-venta 'naked' o sin poseer los títulos de CDS en bonos soberanos) es tan evidente como la de prohibir los robos a bancos." ¿Robos? Alguien está metiendo la cuchara, eso seguro.

La Reserva Federal de los Estados Unidos investiga a Goldman Sachs por su participación en la depreciación de los bonos soberanos griegos; Nathaniel Rothschild, heredero de la rama familiar británica, ha declarado en Les Echos que "deberíamos prohibir el uso de CDS para la deuda soberana"; el Comité Europeo de Autoridades Financieras ha aconsejado obligar a los compradores de CDS a descubrir sus posiciones; y la imponente ministra de finanzas francesa, Christine Lagarde, ha alertado de que el gobierno de Nicholas Sarkozy la emprenderá contra los especuladores porque "los valores de los CDS se han desconectado totalmente de la realidad".

Adquirir Credit Default Swaps de un bono soberano sin haberlo comprado equivale, en efecto, a apostar a la baja contra su valor. Y como Jim Leaviss, de M&G Investments nos aclara, "a los bancos del país emisor del bono no se les suele permitir comerciar con sus CDS, porque si el bono cae, lo más natural es que la moneda nacional sufra también". O sea que quien comercia con ellos, por fuerza, 'especula'.

A FAVOR

¿O no son, exactamente, especuladores? Según un gestor de fondos de Capital Riesgo en Londres con el que ha hablado Valencia Plaza, "los políticos no tienen la educación financiera necesaria para comprender nuestra actividad. De otro modo, sabrían que hay que considerar los tramos negativos y positivos de las apuestas a la baja utilizando CDS, y que es muy, muy difícil presionar para que los bonos soberanos aumenten sus primas a los inversores (lo que encarece el crédito para los gobiernos y nos fuerza a todos a apretarnos el cinturón)".

Analistas de Citigroup han manifestado en el suplemento de finanzas en The Daily Telegraph que "los CDS actúan como si se tratara de un espejo: esta es la situación del tesoro público de tal o cual país. Con prohibir los espejos no van a conseguir hacer el mundo más bello..." Esta visión coincide con la de Bill Gross, del mayor fondo común de inversión, Pimco, quien asegura que "los CDS evidencian claramente la amenaza de deteriorio de las economías nacionales, y obtener esta información es vital para los mercados del crédito y de valores de todo el mundo".

Las voces que defienden el marco de actividad actual puntualizan las consecuencias de cerrar por completo las transacciones de Credit Default Swap, y abandonar al capital interesado en bonos soberanos a sobrellevar la tormenta sin recurso alguno de lograr cobertura.

O sea, que los CDS llegaron para quedarse.

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