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VALENCIA. Hace unos días acogimos en REDIT la presentación del estudio "Breve análisis comparativo de la relevancia de los organismos de investigación españoles en el apoyo a la I+D empresarial" elaborado por la Federación Española de Centros Tecnológicos (FEDIT).

Entre los datos que se destacaron, me llamó mucho la atención el siguiente: los resultados de los Centros Tecnológicos son entre 5 y 12 veces superiores a los de las Universidades y los Organismos Públicos de Investigación en lo relativo al apoyo a las empresas. Además, se puso el acento en que los Institutos Tecnológicos ahorran a las arcas públicas entre 2.240 y 4.140 millones de euros anualmente en políticas de I+D+i empresarial y que el 30% de la innovación española se desarrolla en ellos.

Nadie puede poner en duda el hecho de que un país que se preocupa por su futuro tiene que proteger la ciencia, la investigación y la innovación. Estamos hablando de una apuesta necesaria, aunque sabemos que los frutos, normalmente, se recogerán en el medio y largo plazo. Lo podríamos comparar con el padre que envía a su hijo de siete años a aprender inglés. Seguramente tiene muy claro que este conocimiento no le será útil hasta varios años después, pero sabe que está invirtiendo en su futuro.

Sin embargo, en España y en la Comunidad Valenciana, la apuesta por el medio y el largo plazo no se observa por ningún lado. De hecho, sólo hay que ver los últimos Presupuestos Generales, tanto del Estado como Autonómicos, para apreciar descensos muy significativos en las partidas destinadas a I+D+i.

En la misma línea, el último informe de la Fundación COTEC sobre el estado de la tecnología y la innovación en España, recientemente publicado, muestra también un panorama bastante pesimista. El sistema de innovación español está sufriendo un deterioro como consecuencia de la crisis que puede acelerarse si, como hasta ahora, no se toman medidas para evitar la destrucción de este activo tan prioritario para nuestra economía.

Informes como éstos son herramientas muy valiosas para tomar decisiones y priorizar sobre la base de datos objetivos, sin precipitarnos en decisiones de las que después nos tengamos que arrepentir. Estos estudios deberían servir de brújula a nuestra administración en sus decisiones en materia de industria e innovación, ya que en un momento complicado como el actual, en el que todo está en revisión, se debe seguir priorizando la innovación empresarial si queremos tener algún tipo de futuro para nuestro tejido industrial.

La pregunta que debemos contestar ahora mismo es: ¿qué queremos para el futuro de la Comunidad Valenciana: suficiencia o dependencia tecnológica? Nuestros políticos deciden.

Rafael Ros es vicepresidente de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana