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El BCE ve como inevitable la intervención total del reino de España

26/07/2012 CARLOS DÍAZ GÜELL

MADRID. En julio de 2011, según publicó algún medio de comunicación, el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, le dijo al presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, durante una visita a Bruselas, que España sería rescatada solo cuando su prima de riesgo superara los 500 puntos básicos de diferencia con el bono alemán como ocurrió con Grecia, Irlanda y Portugal. Es decir, cuando el tipo de interés que los mercados imponen a España fuera un 5 por ciento superior al que lo hacen para Alemania.

El pasado viernes 20, la prima de riesgo alcanzaba su máximo histórico situándose en el entorno de los 610 puntos y con el interés por encima del 7 por ciento que tuvo que pagar para financiarse, que supone un sobrecoste anual que muchos consideran insoportable. El techo de gasto del Estado presentado nos da una pista relevante, ya que el límite de gasto no financiero, una vez excluidos los intereses y la aportación a la Seguridad Social, disminuye un 6,6%; sin embargo, una vez incluidas estas partidas el gasto aumenta un 9,2%, consecuencia fundamentalmente del aumento de los pagos de los intereses de la deuda previstos (incremento de 9.000 millones de euros, hasta casi 35.000 millones, un 3,2% del PIB).

Todas las alarmas han saltado y cualquier cosa puede ocurrir a partir de ahora. En Frankfort y en Bruselas, la hipótesis de la intervención se lleva manejando desde hace ya varias semanas y las últimas declaraciones del presidente del BCE, avalan esa tesis con independencia de que la institución que preside pudiera o no hacer algo más de lo que ha hecho para que España salga del bucle en que está metido.

Llegados a este punto, la pregunta del millón gira en torno a determinar el diferencial máximo con respecto al bono alemán que puede soportar España y la capacidad de este país para hacer frente a un aumento del coste de financiación de la deuda externa, pública o privada. Los expertos no se ponen de acuerdo y mientras unos mantienen que no hay un límite matemático, otros se reafirman en que el riesgo para un país se sitúa en los 400 puntos, a partir del cual el coste de la financiación se hace insoportable, aunque alguno apunta a los 600 puntos básicos como la línea roja a partir de la cual un país tiene más probabilidades de ser intervenido. Como se comprueba, todo, menos consenso.

Lo único en que todos convergen es en el referente de países que han sido rescatados como Grecia, Irlanda o Portugal o a la hora de reclamar un papel más activo del Banco Central Europeo en relación con la deuda soberana española, aunque en el equipo de Draghi son conscientes de que Europa correría peligro de supervivencia si de lo que se trata es de apuntalar artificialmente una situación sin resolver los problemas de base.

Y aunque los mensajes de la troika tratan de no ser especialmente ofensivos para con España y cultivan una especial sensibilidad diplomática a la hora de trasladar sus "consejos", es un hecho de que sus estimaciones, que apuntan a una cierta normalización solo cuando se den las condiciones que supongan una reducción de precios y salarios que permitan recuperar la necesaria competitividad, no terminan por cumplirse y se van consiguiendo con una exasperante lentitud.

Los miembros de la troika son conscientes de que para lograr esos exigentes objetivos se requiere un consenso político que están lejos de detectar en España, lo que les genera preocupación en grado sumo, mientras asisten al espectáculo de un país en el que solo el partido de gobierno parece estar interesado en seguir las pautas e indicaciones que salen de los organismos involucrados.

España hace tiempo que ha superado con creces el límite fijado por Van Rompuy que unos traducen en la "regla 7-500" -7% de interés y prima de riesgo de 500 puntos básicos-, mientras otros prefieren las reminiscencias satánicas de 566,6 puntos básicos. La única realidad es que España, cual equilibrista, está situada en la cuerda floja y con el peligro latente de que el pánico cunda entre los inversores, aunque solo sea porque lo que cuesta financiarse al 7% es mayor que lo que se financia y porque para algunos a partir de 470 puntos básicos ya se suele garantizar al 100% que el país quebrará.

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